Claudio Montecchia crió a Ignacio Montecchia Villarreal desde que tenía tres años y amó desde el primer momento a la madre, con quien formó pareja, y su pequeñito; con quienes formaron una gran familia. El amor y los vínculos hicieron que naciera en este hombre la necesidad de darle su apellido, aun cuando el chico tenía a su papá biológico.

Durante mucho tiempo lucharon para que Claudio pudiera adoptarlo, pero nunca llegaron a buen puerto, sin embargo, el nuevo Código Civil y Comercial les dio respuesta a su pedido y un juez avaló la decisión.

El caso de estas dos personas constituye la primera adopción de este tipo en San Francisco, una modalidad llamada adopción por integración donde el hijo ya era mayor de edad. Además, el joven conservó el apellido de su padre biológico incorporando el de Claudio.

“Conocí a Alicia y desde un principio tuve ese deseo en mi corazón (de darle el apellido), pero no lo compartía porque él era chico. Pasaron más de 20 años casi y ahí tomé fuerza para decírselo a mi esposa”, recordó el hombre. Aunque Claudio tenía miedo, Ignacio ya también desde chiquito había pensado lo mismo. Destino, pueden llamarle algunas personas.

No pudieron concretar ese anhelo, pero hace 10 años Claudio estuvo muy grave de salud y lo primero que pensó fue que no podría cumplir ese deseo. Buscaron entonces a dos abogados (Ada Lucantis y Emiliano Oyola) quienes los guiaron en lo jurídico.

“Dios me dio más vida para cumplir mi sueño”, contó orgulloso Claudio que está a su vez feliz de la decisión de su hijo de mantener ambos apellidos.

El cambio para Ignacio “no significaba borrar nada de su pasado”. Él quiso mucho y aún quiere a su papá biológico, guarda hermosos recuerdos, pero quería tener a la familia unida también en su documento.