Los merenderos La Amistad (Frontera) y Los Kinteros (San Francisco) y el comedor La Virgencita, espacio local que corresponde a Cáritas, se embarcaron en un proyecto muy interesante: la conformación de una panificadora comunitaria que permita abastecer a estos espacios comunitarios con productos de panificación. Se trata de la Panificadora La Amistad

Para iniciar el proyecto fue necesario una gran ayuda que llegó por parte de los empleados de la sucursal sanfrancisqueña del Banco Galicia, quienes donaron las maquinarias necesarias: una amasadora, una balanza y un horno.

De esta forma, desde hace poco más de un mes los hornos se encendieron y producen alrededor de cien prepizzas por semana que forman parte del alimento de muchos niños.

Sebastián Aramayo, integrante de Los Kinteros, merendero de barrio La Milka, es quien aporta la mano de obra pero también sus conocimientos ya que es panadero. A él lo acompañan su hermano Juan, Brenda, Milagros, Maira y Carla (las dos últimas de La Amistad; el resto de La Virgencita), quienes aprendieron el oficio.

Hornean las prepizzas que van a los comedores comunitarios y sueñan con una cooperativa

“Todo empezó por una idea de Gonzalo (Giuliano Albo) y gracias a la colaboración de un grupo de empleados del Banco Galicia que donaron la maquinaria. Nos donaron un horno, una amasadora, una balanza, entonces con eso pudimos empezar a trabajar. Ellos se lo donaron al merendero la Amistad, pero allá no tenían lugar para trabajar, entonces La Virgencita nos concedió el lugar. Y yo que pertenezco a Los Kinteros aporto la mano de obra, así que nos juntamos los tres y estamos haciendo prepizzas”, explicó Aramayo.

Si bien una de las ideas era utilizar la panificadora comunitaria como fuente laboral para muchas personas que necesitaban trabajar, por el momento es un objetivo a corto plazo, hasta tanto puedan contar con la habilitación correspondiente para poder vender sus productos de panificación al público previo a conformar una cooperativa.

“Por ahora solamente hacemos prepizzas para abastecer a los merenderos, dividimos las producciones entre los dos comedores. A Los Kinteros no llevamos porque solamente hacemos meriendas; en cambio La Amistad y La Virgencita hacen almuerzo y cena. Por ahora nos manejamos de esa manera porque no estamos habilitados para comercializar”, explicó Aramayo.

En el lugar producen unas 30 prepizzas por vez. Teniendo en cuenta que elaboran amasijos tres veces a la semana, en la actualidad realizan unas 100 cada siete días.

La materia prima

Para poder cocinar, el equipo de trabajo contó con la donación de varios de productos necesarios para hacer la masa. Pero teniendo en cuenta que la producción es continua, es necesario reunir más ingredientes.

Por eso, dentro de poco organizarán una venta al público de prepizzas para recaudar dinero con el que comprarán más insumos. Aunque también aceptan donaciones de harina premezcla.

Hornean las prepizzas que van a los comedores comunitarios y sueñan con una cooperativa

“Apenas arrancamos nos donaron harina y eso se fue usando. Usamos la harina premezcla para pizza; la bolsa de 25 kilos sale 1100 pesos y usamos una por semana. Apenas arrancamos nos donó la gente del Molino Boero. También Los Mendocinos nos donó levaduras y la salsa. Y ahora se fueron gastando las cosas y hay que comprar”, detalló Aramayo.

Trabajo en conjunto

Si bien cada comedor y merendero trabaja en un sector distinto y atiende a numerosas familias, lo cierto es que entre muchos de ellos hay un trabajo colaborativo para poder responder de manera efectiva a las demandas.

Así fue que, por ejemplo, Aramayo, que pertenece a Los Kinteros, fue contactado para colaborar con La Amistad y La Virgencita.

“En Los Kinteros arrancamos seis varones viendo la necesidad de los chicos. Todo empezó con la pandemia. Una gran parte de los vecinos de La Milka son albañiles, pintores, trabajan en la construcción y todas esas actividades se pararon por completo, entonces toda esa gente quedó sin ingresos. Ahí empezamos”, contó.

“Después, a medida que la gente empezó a trabajar, fuimos teniendo menos chicos. Arrancamos con cien y hoy tenemos un poco menos. Pero la vocación de ayudar nos quedó, nos quedaron proyectos y eso nos incentiva”, recordó el voluntario, que también perdió su trabajo al tener que cerrar una despensa poco tiempo atrás.

Mientras actualmente trabaja como albañil, ve en la panificadora una salida laboral. “En ese momento no teníamos trabajo ninguno. Ahora estoy trabajando como albañil con mi hermano, pero no es algo fijo. Entonces esto se vio como una cooperativa que podía funcionar, tanto para los merenderos con la ayuda, como también como una salida laboral. Así que le estamos metiendo pilas”, aseguró.

En esa línea recordó que en plena pandemia, cuando recibían comestibles en donación, al no hacer almuerzos ni cena hablaban con Gonzalo Giuliano Albo y le entregaban mercadería a La Amistad: “Y cuando ellos tenían mucha leche, por ejemplo, nos la daban a nosotros. Y se fue haciendo un trabajo en conjunto. Ahí nos fuimos conociendo un poco más”.

Para colaborar

Quien desee colaborar puede comunicarse al (03564) 15205751.

La Amistad y La Virgencita conformarán una panificadora comunitaria