Francisco, mejor compañero y promedio en su curso
Francisco, mejor compañero y promedio en su curso
Por Nicolás Albera
Cada día Francisco Citta (15) toma el colectivo urbano que lo deposita frente al Ipem 315 “José Hernández”, donde concurre a la escuela. Este año comenzará a cursar cuarto año, luego de un 2015 para aplaudir debido a que fue elegido como mejor compañero dentro de su curso, además tuvo asistencia perfecta a clases y contó con el mejor promedio: 8,58.
Hasta acá todo normal para un joven de esa edad, sin embargo a Francisco todo le cuesta el doble porque a sus seis meses de vida le detectaron una hidrocefalia, por lo que debió ser intervenido quirúrgicamente en su cabeza. A los 7 años le diagnosticaron Trastornos del Espectro Autista (TEA) y Síndrome de Asperger. Por eso cuando sale del colegio estudia con una maestra integradora para reafirmar los conceptos aprendidos. También tiene apoyo de parte de una psicóloga.
“Me gusta mucho la escuela, ando bien por suerte”, comenta recién llegado de un campamento en las sierras de Córdoba junto a los scout de la iglesia Consolata. Asegura que anda muy bien en la materia Inglés, le encanta la música de todos los estilos aunque destaca a los chilenos de “La Ley” y a su ex líder Beto Cuevas. Además tiene un oído y una gracia particular. Sobre todo cuando imita al “Coco” Basile, a Yagi (el flaco amigo del perro Scooby Doo” y hasta el ladrido agudo de un caniche toy, entre otros.
(Ver también: "El autismo es una invitación a ser tolerantes y no juzgar")
Integración
“Lo que valoro es que Francisco está integrado pese a su autismo y síndrome de asperger. Cuando me dijeron lo del mejor promedio fue una felicidad muy grande. Él tiene adecuaciones en todas las evaluaciones menos en Inglés, que le va muy bien”, contó su mamá Silvia Ruiz a El Periódico.
Pese a ello, a Silvia le gustaría que sus compañeros también visiten a su hijo en casa: “Que lo hayan elegido habla bien de él y del curso que integra. El primer año costó, en segundo fue mejorando y en tercero pasó todo esto. Él no tiene amigos, pero lo eligieron mejor compañero. Estaría bueno que después de clases los chicos vengan a casa, lo llamen; pero al menos es un comienzo”, analizó.
Darle herramientas
Silvia afirmó que los médicos la llenaron de pronósticos cuando detectaron el problema de su hijo: “Los médicos te tiran pronósticos pero si solo te quedás con eso estás frito. Yo siempre digo vamos por más”, manifestó la mamá de Francisco, quien además tiene otra hija de 9 años.
A Francisco le descubrieron a los seis meses de vida que se le juntaba liquido en la cabeza. Lo operaron del cerebelo y le pusieron unas válvulas. Eso le genera inconvenientes al caminar, por ejemplo. Recién a los 7 años le detectaron autismo y Síndrome de Asperger.
Según su mamá, el autismo de su hijo es de “alto funcionamiento” porque él logró hablar, aunque tenga alguna dificultad al momento de comunicarse: “Puede entender una pregunta y elaborar en su cabeza la respuesta, pero le cuesta transmitirla”, explicó.
La vida cambia
“Puede parecer trillado pero ningún padre que tiene un hijo discapacitado ve la vida igual después de su nacimiento, uno le da valor a las cosas que valen la pena”, comentó.
Silvia confesó que le costó mucho menos que a su esposo, quien falleció en 2010, asimilar el diagnóstico de su hijo mayor: “Una vez que aceptaste a un hijo de discapacitado se aliviana la mochila, no es resignación, sino aceptación”, resaltó.