Familias que acompañan: un grupo local busca visibilizar la crianza neurodivergente
Creado por una madre, el espacio busca contención, informa y empatía ante los desafíos que enfrentar las y los cuidadores de niños, niñas y adolescentes con condiciones del neurodesarrollo. Ahora, sueñan con un centro interdisciplinario que atiendas las necesidades reales de la comunidad.
La maternidad y paternidad suelen vivirse como una experiencia colectiva. Pero cuando se cría desde la neurodivergencia, muchas veces ese acompañamiento se vuelve esquivo. En San Francisco, un grupo de padres decidió romper ese aislamiento: crearon un espacio de encuentro para compartir experiencias, ofrecer contención mutua y construir comunidad.
Todo comenzó a partir de una pregunta compartida entre muchas familias: ¿dónde están las redes cuando se necesitan? Así nació el grupo “Abrazo Neurodivergente”, que reúne a cuidadores y cuidadoras de niños, niñas y adolescentes neurodivergentes –con diagnósticos como TDAH, autismo, dislexia, dispraxia, entre otros– y que hoy no solo circula en WhatsApp, sino también en reuniones presenciales, proyectos y sueños que van creciendo.
“Una a veces se siente sola, en este mundo tan lleno de rótulos. En cambio, cuando encontrás personas que están pasando por lo mismo, te sentís en casa”
La frase la dice una de las integrantes del grupo. Y resume bien el espíritu del espacio: dar lugar a esas voces que muchas veces no son escuchadas, especialmente por el sistema de salud, educación y políticas públicas que no contemplan las realidades diversas.
“Una red de contención que necesitábamos”
Margarita Gili es la creadora del grupo y su mirada refleja el camino recorrido y lo que falta aún por hacer. “La iniciativa nació a partir de la necesidad de muchas familias de contar con un espacio de acompañamiento mutuo. Al convivir con hijas e hijos neurodivergentes, identificamos una carencia de redes de apoyo reales que comprendan los desafíos cotidianos que enfrentamos.”
El espacio, según detalla, se pensó para compartir recursos, información y contención emocional. Pero también para impulsar una transformación social más profunda. “Los desafíos son múltiples y, en muchos casos, no visibles para el entorno. Nos enfrentamos a sistemas educativos que no siempre contemplan la diversidad cognitiva, a procesos diagnósticos largos y engorrosos, y a la falta de profesionales especializados con enfoque respetuoso.”
Acompañar el desarrollo de un hijo neurodivergente, explican las familias, no se trata solo de organizar horarios para terapias. Implica lidiar con la burocracia médica, con la incomprensión escolar, con los juicios sociales, con la angustia de lo incierto. Todo eso, muchas veces, sin una red cerca.
“La neurodivergencia no implica incapacidad ni desobediencia, sino una forma distinta de procesar el mundo. Los comportamientos que se perciben como ‘inadecuados’ muchas veces son expresiones de una necesidad no comprendida.”
Un espacio que crece y se proyecta
Actualmente, el grupo se reúne presencialmente una o dos veces al mes. La convocatoria está abierta a todas las familias de niños, niñas y adolescentes neurodivergentes, sin importar el diagnóstico. “Quienes deseen sumarse pueden hacerlo a través de nuestras redes sociales o por recomendación directa de otros miembros. Buscamos construir una comunidad donde prime el respeto, el compromiso colectivo y el deseo genuino de acompañar sin juicios ni etiquetas.”
Además de los encuentros, uno de los principales objetivos del grupo es facilitar el acceso a información confiable y fomentar la colaboración con profesionales de distintas áreas.
Pero las ideas van más allá: el grupo ya trabaja en un proyecto de mayor escala.
De un grupo de WhatsApp a un centro integral
Lo que en un principio fue un grupo virtual para compartir experiencias, hoy se transforma en una propuesta concreta: crear un centro de especialización en neurodivegencias en San Francisco. Un espacio pensado no solo para brindar atención profesional, sino también para capacitar, formar y acompañar.
“Se terminó haciendo un proyecto en el que mi idea hoy en día es hacer un centro de especialización para todos los tipos de neurodivergencias”, afirmó Margarita Gili.
La lista de necesidades es larga: neurólogos, pediatras, psicólogos, fonoaudiólogos, psicopedagogas, psicomotricistas, nutricionistas y terapeutas. También un espacio físico para encuentros, talleres, capacitaciones y contención. “Hay mucha necesidad de neurólogos. Los pocos que conseguimos, conseguimos turno una vez al mes y con suerte. Sí no, tenés que viajar. Y con la situación económica actual, muchas familias no tienen para pagar terapias ni consultas.”
El problema no es solo la falta de profesionales: también el desfinanciamiento del sistema de discapacidad y las demoras en los pagos de los terapeutas, que muchas veces deben trabajar ad honorem. La cadena se extiende y termina afectando a todas las partes. “La idea es poder armar un espacio lo más completo posible, y también abrir la convocatoria a profesionales que se quieran sumar, y el apoyo económico necesario para comenzar”.
Un llamado colectivo
El grupo no busca caridad, sino comunidad. Saben que no hay soluciones mágicas, pero están convencidos de que el cambio empieza por lo colectivo. Por eso invitan a otras familias, profesionales, instituciones y actores sociales a sumarse. La inclusión no es solo una palabra: es un proceso que se construye desde lo humano, lo cercano y lo concreto. Y este grupo, desde San Francisco, ya lo está haciendo.
Quienes deseen sumarse pueden hacerlo a través de las redes sociales del grupo: Abrazo Neurodivergente en Instagram, Facebook y YouTube. Contacto: 3564 379618 (Margarita Gilli).