Peatonal de Carlos Paz, eventos de todo tipo, festivales de verano en Córdoba, ferias de artesanías por aquí y allá. En muchos de esos lugares se lo puede ver a Fabián Zaccaria (45) con su puesto de caricaturas, dibujando ante una concurrencia que se agolpa a su alrededor fascinada con cada trazo que va dando hasta que finalmente levanta su vista, retira la mano del papel y se ve en lápiz, claramente reconocible, a la persona que tiene enfrente.

¿Artista o artesano? Zaccaria zanja la cuestión definiéndose como un “obrero del lápiz”, alguien que puede hacer todo tipo de dibujos, también incorporando herramientas digitales. Autodidacta, hizo apenas un curso de menos de un año y todo lo que aprendió lo hizo con horas y horas de trabajo, además de investigar por su cuenta desde niño cuando veía aquellas revistas clásicas donde brillaban reconocidos dibujantes, como Humor o Satiricón.

Vivió la mayor parte de su vida en su Lanús natal y tras algunos años en las Sierras cordobesas desembarcó en San Francisco ya hace siete años, ciudad de la que es oriunda su pareja. Desde nuestra ciudad participó recientemente de un gran proyecto del Instituto Nacional de la Música (Inamu), que consistió en un álbum de 400 figuritas dedicadas a la música argentina, sus distintos géneros y autores. 

En una entrevista con Yo Digo, el programa de El Periódico TV que también se emite por El Periódico Radio FM 97.1, contó cómo fueron sus comienzos en el dibujo, cuál es su estilo de caricaturas y confesó que puede pasarse días enteros dibujando en la tranquilidad de su casa. “El tema del dibujante tiene esa cosa media solitaria. Me encanta sociabilizar, pero disfruto mucho estar en mi estudio, sentarme en mi tablero, ponerme a trabajar con una música tranquila”, explicó.

La entrevista con El Periódico TV.
La entrevista con El Periódico TV.

- ¿Cómo fue que empezaste con el dibujo y la caricaturas?

- De chico empezó como una curiosidad, una atracción por el dibujo y por la caricatura, sobre todo. Como niño, se te despierta esa cosa de lo lúdico, el lápiz, el juego. Con el tiempo fue creciendo, combinado con el juego callejero, con salir a jugar a la pelota, en esa época vivíamos en la calle jugando con los pibes del barrio. Nunca faltaba el dibujo en los ratos libres. No teníamos celulares, ni tantos elementos electrónicos. El dibujo era algo recurrente, viendo las tapas de la revista Humor, que en esa época estaba en auge, o la Satiricón. Las veía a las tapas en los puestos de diarios y tenía una fascinación. Me llamaba la atención esa cosa de reconocer el personaje, pero le veía esa vuelta de rosca, esa exageración, cómo se trabajaban los contrastes, las luces. Siempre me gustó dibujar lo que sea, pero la caricatura era un apartado, un magnetismo.

- Eso de reconocer a los personajes a pesar de las deformaciones. Eran muy características las tapas de la Humor, con los personajes con rasgos muy exagerados.

- Claro, no es una foto, no es un retrato, pero el personaje está. Me empezó a interesar y empecé a indagar. Trataba de conseguir revistas. Había una feria barrial a tres cuadras de casa, con carnicerías, puestos de verduras. Y había un puesto que vendía revistas, diarios y libros usados. Yo clavaba ahí media hora en la pila de las revistas Humor, sobre todo, y jodiendo a mi vieja para que me compre una. Por ahí no había la posibilidad de comprarlas, pero cada tanto una. Eran usadas, baratas. Era llegar a mi casa y copiar la tapa, hasta que no salía no paraba.

- ¿Después cómo fuiste aprendiendo?

- Soy totalmente autodidacta, todo lo que aprendí lo hice solo. En realidad, hice un solo curso de caricatura que duró menos de un año, pero ya tenía unos 23 años y mis caricaturas encima. Fue en la Municipalidad de Lanús y lo daba un profe que gracias a él después empecé a incursionar en eventos. Fue lo único que hice académicamente, por así decirlo. Después, todo fue copiando, investigando y metiéndole mucho tiempo, porque en esto no hay muchos secretos. Como dicen los escritores, las horas culo de estar sentados y darle hasta el cansancio. Como un deportista que entrena su deporte. Lo mismo con esto, es una cuestión de práctica, de estar horas. Cuando uno le mete pasión y le gusta, le dedica tiempo.

- Es como solitario también, porque estás vos solo con el lápiz, inmerso en eso.

- Sí, el tema del dibujante tiene esa cosa media solitaria. Me encanta también sociabilizar, pero disfruto mucho estar solo, estar en mi estudio, sentarme en mi tablero, ponerme a trabajar con una música tranquila. Puedo estar días enteros así y no me molesta para nada. Tengo también mi familia, mi mujer, mi nene.

- Después empezaste a hacer temporada en las Sierras de Córdoba, ¿de ahí cómo llegaste a San Francisco?

- Lo de las Sierras fue una consecuencia del trabajo en eventos sociales. Arranqué en Buenos Aires a trabajar con este profe que te comentaba, allá se acostumbraba a principios del 2000 que ibas a una fiesta y te dibujaban, te hacían una caricatura y era una especia de souvenir que vos te llevabas de la fiesta, ya sea un casamiento, una fiesta de 15 o un bautismo. Se dibujaba en vivo y este profesor me invitó a probar en un evento, yo tenía 22 o 23 años. Me dijo que probara, porque una cosa es dibujar en tu casa tranquilo sin que nadie te mire y otra dibujar en vivo. Así que fui a un evento a probar y me sentí cómodo. Obviamente en los primeros dibujos tenía mucho nerviosismo, me temblaban las rodillas, la gente se pone a mirar atrás. Es como que te están tomando examen. Y así arranqué a laburar en eventos y llegó un momento en que laburé más de 10 años en eventos en Buenos Aires. Eso me dio mucha soltura, a veces teníamos tres eventos en un día. Cada fiesta era un promedio de 40 o 50 dibujos cada dibujante, sí o sí te tenías que foguear con el dibujo en vivo, no había otra. Pero llegaba el verano y se aplacaba todo, entonces digo qué hacemos. Y siempre de chico había visto artistas trabajando en lugares turísticos haciendo retratos o caricaturas, así que fue cuestión de probar. El primer año me mandé solo a Mar del Plata, hice mi primera temporada y fue una prueba. Y al año siguiente me largué para el lado de las Sierras, fue mi primer contacto con Carlos Paz, casi no conocía. Y ahora va a ser mi temporada 20 ya.

- ¿Y de Carlos Paz a San Francisco cómo fue la conexión?

- Viviendo en Buenos Aires surgió la posibilidad de irnos a vivir a Carlos Paz con mi mujer, estuvimos unos seis años viviendo ahí, de paso hacíamos las temporadas de verano e invierno, y en el año también viajábamos para laburar en diferentes eventos. Mi mujer es de San Francisco, en un momento se nos dio la oportunidad de construir nuestra casa acá, y ahí nos vinimos hace siete años. Y siempre moviéndome, soy como la figurita repetida en todos los eventos en que puedo involucrarme.

- En esto de la caricatura, si bien estás dibujando a otro, hay mucho personal, el sello del autor que lo hace más reconocible. ¿Cómo trabajás eso?

Es plasmar un poco de uno en ese dibujo. Hay muchos estilos y va un poco con la personalidad del que caricaturiza, de ahí nace el estilo de cada uno. Hay caricaturistas que tienen un estilo muy grotesco, agresivo, con una cara bien distorsionada, otros que se arriman más al retrato y hay intermedios. Yo me coloco en el intermedio. Creo que el estilo te lo va dando el tiempo, uno arranca dibujando de una forma, quizás emulando otro artista, porque consumiendo diferentes artistas te vas nutriendo. Como le pasa a los escritores o músicos, en el dibujo en lo mismo. Vas viendo diferentes artistas y ves que de uno te gusta cómo maneja el lápiz, el otro los colores, el otro la exageración. De todo eso te vas nutriendo y eso genera el estilo de cada dibujante. Siempre lo digo cuando doy clases: no es una cuestión de minutos, horas o meses, sino que lleva un tiempo largo generar un estilo. Bastante largo, hasta que uno se afianza.

- Al tener la caricatura la exageración o deformación de alguno de los rasgos de una persona. Quizás hace 20 años atrás estaba más aceptado burlarse de alguien por sus rasgos físicos, hoy ya no. ¿Cómo manejás eso para no pasar el límite de la burla?

El termino caricatura viene de un término italiano que es caricare, que es cargar a una persona. Uno piensa que viene de cara, pero en realidad viene de un término de gastar al otro, de cargarlo. Creo que puede haber caricaturas muy agresivas, dependiendo el contexto, en qué situación pongas a la persona en el dibujo; pero la exageración de uno de los rasgos, si uno tiene cierto tacto y los rasgos son reconocibles, no creo que afecte tanto. A no ser que sea algo muy marcado o algo que a la persona le moleste demasiado. Pero por lo general la caricatura es tomada con gracia, la gente se lo toma bien. Se va contenta con el dibujo. He tenido dos o tres quejas nomás, pero la gente se va contenta, es un mimo no algo agresivo.

Fabián Zaccaria.
Fabián Zaccaria.

- Cuando hacés el dibujo, ¿pensás en cómo lo va a conservar la persona o la familia? ¿te gusta que vaya a ser bien conservado?

- La idea es que la gente lo guarde como una pieza artística y perdure en el tiempo. Creo que la mayoría lo guarda, ya sea en un cajón o lo cuelgan en el comedor de la casa. Lo valoran, es una especie de souvenir o regalo muy personalizado. No es lo mismo que comprar un llavero, que hay doscientos iguales.

- Decís que en los eventos a veces hacés hasta 50 dibujos en una jornada, y eso implica poner algo tuyo en cada dibujo. ¿Te puede resultar monótono o desgastante?

 A veces en la temporada de verano trabajamos de lunes a lunes, sin descanso, es ir a armar el puesto de siete de la tarde y hasta las tres de la mañana. Llega un punto en que el cuerpo lo siente, uno se cansa. Pero al amar tanto lo que uno hace, yo le pongo todo de mí. Hasta el último dibujo que haga le voy a poner lo mejor para que el cliente quede contento con el resultado.

- Charly García contó una vez en una entrevista que él se preguntó mucho tiempo si era artista o artesano. ¿Tu respuesta cuál es?

- Me considero un obrero del lápiz. Esa es la palabra, un obrero. La palabra artista es muy amplia. No me encasillo en la caricatura en sí, laburo todo el tiempo. Sea que me de ingresos o no, yo siempre estoy dibujando. Es como una necesidad mía física, más que económica. Siempre mi libreta va atrás de mi mochila y mis lápices tienen que ir a todos lados.

- Además de caricaturas, ¿qué otros dibujos hacés?

- Hago todo tipo de trabajos. Con las caricaturas laburo mucho por encargo, para todo el país. Gente que me contacta por Instagram o por mail. Después hago muchos trabajos para mí, por gusto propio, pinto con acrílicos, óleos, lienzos. Trabajo mucho con lápiz, es lo más básico pero lo que más me atrae. También trabajo mucho lo digital, coloreo muchas veces en monitor. Trabajo con ilustraciones infantiles para editoriales. El laburo digital se usa mucho por una cuestión de correcciones. Lo digital lo considero una herramienta más, facilita un montón de cosas, no es algo mágico.

- ¿Cómo llegaste a participar del álbum de la música argentina del Inamu?

- Me contactaron cerca de fin del año pasado porque estaban buscando ilustradores para terminar un proyecto que había comenzado en la pandemia. Lo arrancó Jorge de los Ríos, un dibujante muy icónico para nosotros, de mucha trayectoria. Si lo arrancó él al proyecto, para mí ya era un honor participar. Tuvo un problemita de salud y no pudo terminar, entonces buscaron ilustradores con una estética que se asemeje a sus dibujos. También estuvieron Nicolás Sanabria y Juan Manuel Gordillo, los tres nos conocíamos y terminamos la cantidad de figuritas que faltaban de ilustrar, que eran bastantes. Y había un tiempo muy corto para terminar y llevarlo a imprenta, así que estuvimos desde diciembre a fines de enero, con la temporada en el medio, dibujando sin parar los personajes que me tocaron a mí. Me tocaron varios del mundo tropical, el tango y folclore. El álbum está muy bien dividido, tiene 400 figuritas y la idea del Inamu es que se reparta gratuitamente en las escuelas de todo el país.

- Es muy buena la idea, porque es parte de nuestra cultura.

- La idea también es volver a la parte del juego, los chicos están muy atados a lo tecnológico. Está bueno que busquen las figuritas y de esa forma aprender sobre nuestro cancionero, sobre nuestros músicos, es una obra tremenda y que los chicos tengan conocimiento. Está bueno que aprendan sobre cada género.

- A veces con frío o a la intemperie, ¿pensaste hasta cuándo vas a tener ganas de estar dibujando en peatonales?

- No soy de proyectar, me gusta vivir un día a la vez, vivo el hoy. Creo que siempre voy a dibujar, eso lo tengo claro. Hasta el día que me den las manos, la cabeza y la vista. Ojalá siempre pueda seguir dibujando y disfrutándolo. A lo mejor llega un punto en que dejaré de hacer temporada porque es agotador, pero el dibujo en sí me va a acompañar hasta el día que me muera.