Los vecinos de la cuadra que bordea Ramón y Cajal, Deán Funes, Castelli y Almafuerte siguen todavía conmovidos y asombrados por la violenta explosión ocurrida anoche en la primera de las calles, luego de que casi seis meses atrás un incendio consumiera un taller mecánico, a pocos metros del lugar.  

Ayer alrededor de las 20, un quincho del patio en la vivienda de Ramón y Cajal al 700 resultó con daños casi totales luego de la explosión de una garrafa de 15 kilos que derivó en la intervención dos dotaciones de Bomberos Voluntarios de San Francisco para controlar la situación.

El Periódico dialogó con vecinos del sector que, todavía asombrados contaron lo que vivieron tras el estallido cuya onda expansiva se sintió en varias cuadras a la redonda, pero que además destruyó una pared lindante a un taller y provocó la voladura de escombros y materiales a distintas viviendas.

Uno de los afectados por la explosión fue el taller de motos “RR”, que en abril de este año sufrió un incendio que causó pérdidas totales. En esta oportunidad, la explosión de la garrafa provocó un agujero en una de las paredes del local.  

Maximiliano Pampiglione, propietario del taller se encontraba en ese momento junto a su novia y un empleado trabajando. “Sentimos la explosión y se desintegró media pared, le hizo un agujero de 1,5 por 1,5 metros y volaron escombros para todos lados. No entendíamos qué pasaba porque tembló todo y si esto pasaba dos metros más atrás la agarraba a mi novia”, dijo el hombre que agregó: “Pudo haber sido una tragedia porque nadie lo vio venir”.

Para Pampiglione primero fue todo un desconcierto de no poder identificar el origen de la explosión y revivir el siniestro de hace pocos meses: “El tema es la película que te comes que ya viviste. Por suerte fueron todos daños materiales y no hay que lamentar otras cosas, fue solo una pared para nosotros”.

Explotó una garrafa en barrio Roca: graves daños materiales pero no hubo heridos

“Se sacudió todo”

Otros vecinos que residen por calle Déan Funes lo vivieron con gran susto. El dueño de casa se encontraba justo sentado contra una pared que da al patio de donde se produjo la explosión y prácticamente saltó sobresaltado.

Su esposa, que estaba de una vecina a una cuadra del lugar escuchó el violento estallido: “Se sintió como un estampido, salimos afuera a mirar para todos lados y no sabíamos de dónde era, pensábamos que era un choque, veíamos el humo pero no había fuego, sí un olor a gas impresionante”, relató.

En las viviendas lindantes al quincho volaron escombros, pedazos de madera, alambres, de todos modos el matrimonio dio gracias “que justo no había nadie en ese momento porque pudo haber sido un desastre”.

Otra mujer mayor que reside sobre Ramón y Cajal a metros de donde se ocurrió el siniestro aseguró: “Se sacudió todo, gracias a Dios que nadie salió golpeado ni nada. Fue una suerte que a esa hora no había nadie en el patio. Con el susto que me pequé perdí la noción del tiempo”.