Llega el lunes y las puertas no se abren. Gerónimo del Barco (N) está vacía. Ni siquiera el viernes se observa el peregrinar de las decenas de chicos que cada semana se agolpa en el merendero Ayudando a Crecer para recibir una taza de leche, una factura y contención, por sobre todo. El merendero está cerrado. Sin embargo, los voluntarios no se toman vacaciones y están ahí, pendientes de lo que necesita cada familia. Es por eso que prepararon bolsones para que cada una pueda tener alimentos en sus mesas. Porque saben de necesidad. Conviven con ella a diario al atender a casi 80 chicos que llegan con hambre y ganas de compartir.

“Les dimos una caja grande como las que le da Paicor, porque Paicor les dio una caja. Les dimos aceite, yerba, azúcar, cacao, leche, siempre los encontramos a los chicos y cuando necesitan algo nos llaman”, cuenta Graciela Magario, al frente del espacio.

Por fortuna, aseguran que dan abasto. Y eso es gracias a que distintos comerciantes del sector –y de más lejos- se suman a ayudar con mercadería. Si no una empresa, es otra. Incluso los vecinos, pero la colaboración nunca falta.

En la actualidad están asistiendo a cerca de 40 chicos. “Necesitan contención, que es más importante que el alimento. Vos te ponés a charlar con ellos y ellos vienen y te abrazan, yo creo que es más importante eso que la leche y lo que viene junto”, dice Magario.

La Virgencita, abierto

En el comedor La Virgencita, por el contrario, será el primer enero que no cerrarán sus puertas ya que el lugar asiste, además, a personas en recuperación de adicciones en el Hogar de Día y a los trabajadores de la cooperativa de lunes a viernes.

“Es la primera vez que estamos un enero. Generalmente cuando hace calor la demanda disminuye, cuando hace frío las familias requieren más. Los que están viniendo son los que vienen habitualmente todo el año, y los que participan aleatoriamente, en el verano no vienen”, explica Emilio Amé, integrante de Cáritas Diocesana y a cargo del comedor.

En verano, merenderos siguen con alta demanda

Así, cada tarde reciben a decenas de chicos: “Seguimos con entre 85 y 100 chicos por día. Y aparte de eso le armamos a 40 chicos la merienda para cuando van a la pileta”.

Es un desafío, reconocen. Por ello, y para seguir fomentando buenos valores, por estos días organizan tardes de cine o campeonato de penales, por ejemplo.

Pero coinciden en que la solidaridad no falla. Si bien algunos comercios que los proveen de mercadería cierran por vacaciones, se acercan otros. “Va rotando quien es el que viene pero no disminuye. Esta semana por ejemplo no tuvimos panadería pero vino una verdulería con siete cajones de naranjas”, ejemplificó Amé.

El Surrbac, con más demanda

El merendero Juan Saillén que sostienen trabajadores de Ashira agrupados en el Sindicato de Recolectores (Surrbac) en barrio San Cayetano, mantiene su actividad en los meses de verano. Y según señaló uno de sus referentes, Norberto “Tito” Cortez, en estos días aumenta la demanda, hecho que relacionó principalmente por la situación económica que vive el país.

“Seguimos con la merienda los martes y jueves, lo normal son unos 50 niños pero ahora estamos en unos 70”, contó Cortez a este medio, y agregó que otros días también asisten a familias del sector a través de ayudas que distribuyen con compañeros de forma particular.

En verano, merenderos siguen con alta demanda

Compartiendo sueños renovó su lugar

Brindan merienda dos veces por semana y los fines de semana también almuerzo. Este 2019, el merendero Compartiendo Sueños de barrio La Milka por primera vez en sus seis años tuvo que cerrar las puertas unas semanas debido a que desde mediados del 2018 cuenta con un lugar propio en avenida 9 de Septiembre 702 y por estos están llevando a cabo una importante obra de instalación eléctrica, que se suma a los baños recientemente inaugurados y otras mejoras para el bienestar de los niños.

La reapertura será antes de fin de mes, pero aunque estos días esté cerrado, el grupo de voluntarios que lo sostiene semana tras semana no se detiene para igualmente brindar asistencia a los más de 60 niños que acuden al lugar.

“Seguimos recibiendo las donaciones y tenemos un grupo maravilloso que se encarga de que lleguen a cada niño y no les falte, porque son para ellos”, cuenta Stella Maris Juncos, su impulsora, y destaca la colaboración que reciben de particulares, empresas e instituciones para poder sostener la tarea que realizan.

En el espacio se llevan adelante distintos talleres de formación, y en este momento están necesitando máquinas de coser. Para el comedor, también ventiladores, ya que en verano los que tienen no son suficientes para combatir el calor. Otra necesidad es un roperito con ropa para los chicos.

Voluntarios, bienvenidos

En el trabajo de los merenderos siempre hacen falta voluntarios. Así reconocen desde los diferentes espacios. Desde docentes para dar apoyo escolar hasta quienes deseen compartir tiempo con los más pequeños. En enero, más aún.

“La segunda quincena es la más complicada, porque todos los voluntarios se van de vacaciones. Entonces lo que estamos buscando es que los mismos chicos que participan del Hogar de Día nos den una mano en armar la merienda, en limpiar el espacio, en acompañar. Les vamos buscando tareas a ellos, es una forma también de valorizarlos y de hacerlos sentir útiles”, asegura Amé, de La Virgencita.