Jerónimo Bonino (44), nacido en El Tío pero sanfrancisqueño por adopción, está cumpliendo el sueño de todo montañista: trabajar en el Aconcagua, el pico más alto de América, a más de 6000 metros de altura. Desde noviembre, se desempeña como encargado de campamentos de altura para la firma Inka Expediciones, una función que, además de acercarlo a su objetivo de convertirse en guía de montaña-para lo cual está estudiando-, le permite vivir experiencias únicas y enfrentar desafíos extremos.

Su llegada al Aconcagua fue el resultado de una búsqueda de oportunidades y una pasión por el montañismo que lo llevó a enviar currículums a diversas empresas. “Me tiré un lance a ver si podían enganchar y mandé varios currículums”, le comentó Bonino a El Periódico.

Tras un primer ofrecimiento que no pudo concretar por cuestiones de tiempo, le surgió la oportunidad de trabajar como encargado en los campamentos de altura, asistiendo a guías de montaña como así también a expedicionistas. “Este año la empresa está agrandando los servicios que presta dentro del parque y tomaron la decisión de habilitar los campamentos de altura. Que ahí es donde entramos nosotros a trabajar”, explicó.

Su trabajo comenzó en noviembre con tareas de embalaje y un proceso de aclimatación en el terreno en Mendoza. “Nos vinimos a Penitentes, ahí empezó el proceso de aclimatación, subíamos y bajábamos”, recordó. Tras diez días, ascendieron a Plaza de Mulas para comenzar con el armado de los campamentos, una tarea que les llevó un buen tiempo. “Prácticamente nos llevó un mes instalar los campamentos, carpas nuevas, cocinas nuevas, un montón de cosas nuevas que van a hacer que podamos vivir nosotros ahí arriba y darle una mejor atención a los clientes”, detalló.

El sanfrancisqueño que es feliz trabajando a 6000 metros de altura

Aprendiendo en el camino

Como encargado de campamento, Bonino asiste a los guías en diversas tareas: “Está muy bueno porque estás en contacto con ellos y ves cómo trabajan, cómo son los detalles de seguridad, las charlas técnicas. Trabajando a la par te vas empapando de cómo se manejan”, aseguró. Y agregó: “Esas experiencias me permiten aprender de cerca el trabajo de los guías, especialmente en el trato con clientes internacionales, que son la mayoría, vienen de todas partes del mundo”.

Un día a día en los campamentos del Aconcagua es variable, según relata Bonino. “Nunca hay un día típico”, dijo. Las tareas van desde asistir a expediciones con pocos integrantes hasta grupos grandes, lo que influye en el trato con los clientes. “Cambia muchísimo porque hay expediciones que son casi personales, de un guía y dos clientes; y tenés gente muy cerrada. El caso de turistas alemanes que casi no te hablan. Después tenés expediciones hasta con 15 personas y te encontrás con españoles o italianos que son gente buena onda y eso cambia un montonazo el poder compartir cosas”, explicó.

Uno de los mayores desafíos, según el joven, son las inclemencias climáticas y la altura. “He perdido algo de peso, el frío con el que llegué en noviembre no es lo mismo a lo que estaba acostumbrado en enero. En una de las primeras expediciones hizo 40 grados bajo cero, difícil de aguantarlo y fue una de las cosas más difíciles”, recordó.

A pesar de las dificultades, valoró la experiencia adquirida y destacó la importancia del respeto a la montaña. “Para quienes sueñan escalar el Aconcagua, es una experiencia única”, afirmó.

El sanfrancisqueño que es feliz trabajando a 6000 metros de altura

Subir el cerro: experiencia única

Él mismo tuvo la oportunidad de ascender a la cumbre por tercera vez el último 24 de diciembre. “Como experiencia es algo increíble. No tengo palabras para describirlo. Pero sí merece mucho respeto”, insistió.

No obstante, advirtió sobre la importancia de prepararse adecuadamente para enfrentar la montaña: "Normalmente es un año de entrenamiento para quien quiera intentar hacer la cumbre. Pero lo que uno aprende acá es que hay que escuchar lo que dice la montaña y también tu propio cuerpo, eso es fundamental".

Con la meta de recibirse como guía de montaña este año, el joven local aspira a seguir trabajando en el Aconcagua y acompañar expediciones. “Si Dios quiere este año me tendría que estar recibiendo así que puedo ya estar como ayudante de guía trabajando. Acompañar a las expediciones sería mi idea. Esto fue abrir una puerta para que el año que viene me tengan en cuenta”, expresó.

Por último, dejó una frase que resume su presente: "Estar acá ya es un sueño, el poder disfrutar de la naturaleza, los paisajes increíbles, los amaneceres, los atardeceres... Es algo único".

El sanfrancisqueño que es feliz trabajando a 6000 metros de altura
El sanfrancisqueño que es feliz trabajando a 6000 metros de altura
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