El ex presidente uruguayo y uno de los fundadores del Mercosur, Luis Alberto Lacalle, insistió en que hay que "terminar" con el bloque comercial. Admitió que lo dice con "dolor", pero que ya no lo reconoce "como hijo". Planteó que, tal como está hoy, "no sirve para nada" y hay que avanzar "hacia una zona de libre comercio".

Lacalle ya no está en la primera línea de la política uruguaya, donde su hijo -Luis Lacalle Pou- es el líder de la oposición encabezada por el Partido Nacional. En una charla ante empresarios organizada por la Fundación Mediterránea, el ex presidente ratificó que "no sirve de nada seguir encerrados" en el Mercosur "mientras el mundo pasa por otro lado".

Fue uno de los fundadores del bloque junto con Carlos Menem, el brasileño Fernando Collor de Melo y el paraguayo Andrés Rodríguez. Admitió que tal vez pueda subsistir su "marca, que funciona; pero estamos en la agonía en el sentido de lucha entre la vida y la muerte; mejor terminarlo, como uno desea cuando ve a una persona querida que sufre".

En su presentación Lacalle también opinó sobre la crisis de Venezuela y aseguró que provocará un "autoanálisis de los partidos de izquierda" de toda la región; describió a ese país como el "último remezón del castrismo".

Planteó que el proceso desembocará en un "pragmatismo más acentuado" a la hora de gobernar en Latinoamérica: "Inflación, déficit fiscal y pobreza no son de derecha o de izquierda. Vamos a ingresar en un tiempo de más menos ideologizado; vamos a estar de nuevo -por suerte- con gente que dice que el déficit no es bueno y punto. Ese es un cambio importante".

A la hora de hacer proyecciones sobre cómo terminará la situación venezolana, señaló que "la olla está con una presión que no es solamente el deseo de participar, de votar sino de comer. El criminal (Hugo) Chávez repartió 150.000 fusiles entre las brigadas; falta que algunos locos empiecen a tirar para que se arme una carnicería. Esos brigadistas están por la propia".

"No es una situación parecida a ninguna otra que hayamos vivido en el continente -continuó-. La salida está en que alguien que, desde dentro de la estructura de poder, advierta que debe dar el paso hacia la apertura, convirtiéndose en una especie de libertador.

Fuente: La Nación