Sábado a la noche, domingo al mediodía, entre semana con los amigos, el asado es una perfecta excusa para juntarse. Y pese al aumento de precios sufrido por la carne, los consumidores no renuncian “ni locos” a seguir con la costumbre del asado.

“Ponemos algo más de plata si se puede o no compramos ensalada, lo comemos sólo con pan”, indica José, quien desde hace varios años se reúne todos los miércoles con sus amigos a comer un asadito.

En la actualidad el kilo de costilla de ternera tiene un precio promedio que oscila los 65 y 70 pesos según las carnicerías donde se lo compre. Luego hay cortes más económicos como la marucha, que puede costar unos 15 pesos menos, y la falda “especial”, cuyo valor es 20 o 25 pesos menor que la costilla.

“Yo ahora estoy llevando menos costilla y lo completo con marucha o tapa de asado. Eso más unos chorizos y unas morcillas. La idea es comer el asado, tenga lo que tenga”, contó Norberto mientras espera ser atendido en una de las tantas carnicerías que hay en nuestra ciudad. 

Ritual

Comer un asado forma parte de la tradición argentina. Y ante la embestida de los precios, sobre todo a partir del mes de febrero donde todo se disparó tras la devaluación del peso con respecto al dólar, la gente sigue consumiendo carne.

Los carniceros consultados por El Periódico aseguran que la venta de carne no mermó aunque en algunos casos existe un cambio de hábito en la gente. Así lo reconoció Andrés Zanardi, propietario de carnicería Santa Rita, ubicada en el corazón de barrio Jardín: “Hay asado para todos. La gente sigue consumiendo carne, quizás en algunos casos con cortes más económicos como la marucha que rinde más que una costilla. En una costilla tenés 50 por ciento de hueso y otro 50 de carne. En la marucha en cambio tenés 80 por ciento de carne”.

Ricardo Pioli, dueño de la carnicería que lleva su apellido, dijo no haber sentido cambios en la venta y hasta arriesgó que pese a los aumentos mejoraron: “Creo que las ventas mejoraron. Puse el sistema de cobro con tarjeta de débito y se acercó gente que compra con este mecanismo”, aclaró.

Además Pioli informó que los lunes abre la carnicería “sin nada de carne” debido a la venta del fin de semana y agregó que la gente comenta sobre los precios cuando llega a su carnicería: “Por ahí te dicen que otra carnicería tiene la carne más barata pero hay que ver la calidad. Yo estoy dentro de los precios normales”, comentó.

En el mismo sentido opinó Alejandro Maretto, de la carnicería San Agustín, en barrio Independencia: “Los domingos no sobra nada, todo lo que sea para asar se vende”, indicó. Hasta comentó que la molleja, que es una achura costosa en el mostrador tiene muy buena venta.