En el estudio de arquitectura de Carlos Monzoni hay cuadros alrededor de las cuatro paredes. Uno de los laterales está dedicado por completo a inmortalizar a las mascotas de la familia que ya cruzaron el arcoiris, pero siguen viviendo en su corazón. Salvo esa, el resto de las paredes tienen cuadros de índole religiosa, en su mayoría son capillas rurales del departamento San Justo que ha pintado a lo largo del tiempo. 

Es una pasión irrefrenable que surgió de casualidad, pero que tomó como señal para también dar cuenta de su belleza. Por eso no es de extrañar que detrás de donde se sienta tenga muy bien ubicado el mapa del departamento, con pequeños números y nombres que ubican a estos espacios.

Carlos no eligió pintar iglesias o capillas sino que fue como una especie de llamado que lo terminó motivando. “Un día fuimos a Catamarca, yendo a la gruta de la Virgen del Valle vi una capillita que era la de Choya y me interesó así que me senté abajo de un árbol y me puse a pintar. La gente se paraba a preguntarme o ver qué hacía”.

El mapa donde Carlos tiene marcadas las capillas pintadas y por pintar.
El mapa donde Carlos tiene marcadas las capillas pintadas y por pintar.

Germina una idea

Ya pasaron varios años del día que pintó la que también es conocida como  Iglesia Señor del Milagro Choya en Catamarca, pero la recuerda -y se nota- con mucho cariño. La siguiente que retrató, ya más avezado en la técnica del impresionismo, fue la capilla de Buffo en Unquillo.

Ese lugar es un atractivo turístico serrano que tiene múltiples facetas. Fue estación geofísica, es un sepulcro familiar y homenaje al amor y el duelo de un hombre que perdió todo. Esa capilla fue realizada por el artista italiano Guido Buffo y recuerda a su mujer e hija que fallecieron debido a la tuberculosis y ni el aire serrano pudo salvar.

En la cercanía también hay belleza

Pensando en la belleza de estos espacios es que Monzoni decidió dejar plasmado en el óleo a las capillas cercanas. De la majestuosidad serrana, pasó a los pequeños templos que suelen tener hasta más de 100 años y fueron construidos por manos de inmigrantes en busca de un mejor pasar.

“Quedé tan impresionado con esa historia (de Buffo) que me empezó a interesar la historia de las capillas. Viví dos años en Italia al principio de mi carrera profesional y también como nieto de inmigrantes, piemonteses y lombardos, me empecé a interesar por las capillas que hicieron y que tenemos incorporadas en el noreste cordobés”, explicó a El Periódico.

Las capillas rurales de nuestra zona fueron construidas entre 1880 y 1890 casi todas con fondos propios de los colonos. Algunas homenajean un santo en particular, a la virgen o las construyeron en agradecimiento.

Son una especie de herencia que va de generación en generación y por eso se mantienen - en su mayoría - bastante bien conservadas en la actualidad.

La capilla de Raspo es la única que se cuenta como parte del ruralismo cercano a San Francisco.
La capilla de Raspo es la única que se cuenta como parte del ruralismo cercano a San Francisco.

Comienzo

Con la meta definida y gran entusiasmo se dio al enorme proyecto de pintarlas todas y su primer cuadro data de 2021.

Empecé con la zona de Freyre que es donde mayor cantidad de capillas hay”, dijo y señaló el mapa que demuestra con muchos puntos cada lugar. 

La primera que eligió fue la capilla de Santa Ana, cercana a Colonia Anita y que por casualidad lleva el nombre de su madre. 

En esta tarea le fue muy útil la informacón del circuito turístico que se hacía en la ciudad. En ese momento se recorrían 34 capillas. El material se lo proveyó el Archivo Gráfico y Museo Histórico e incluye cinco lugares de la jurisdicción de Josefina (Santa Fe) y la capilla de Raspo que es la única que se cuenta como parte de la ruralidad de San Francisco.

Para 2023 logró hacer su primera exposición y tenía consigo 34 piezas de esas capillas que fueron su piedra basal. La novedad llamó la atención de muchas personas que le dieron indicaciones de otras tantas desperdigadas en el territorio y así amplió el número. 

Datos nuevos

La segunda “expo” fue en el Colegio de Arquitectos y allí le indicaron que podía incluir dos de Seeber y tres de Brinkmann. De esa ciudad lo llamaron para la siguiente exposición y como sucedió en anteriores veces terminó abriéndole las puertas a más lugares para pintar.

Ya lleva 40 capillas retratadas, la última espera ser enmarcada, sin embargo la historia de Carlos sigue, lo va a llevar por la ruta provincial 17 o quizás por la nacional 158 o rumbo a la 19. Lo único seguro es que continuará buscando capillas de San Justo para inmortalizar a sus constructores de los cuales muchos eran italianos que vinieron a poblar esta tierra.