“El día que no vengo a la quinta me parece que me falta algo”, dice con algo de nostalgia Bartolo Di Donato (87), un reconocido vecino de barrio Sarmiento que hace 20 años cultiva su huerta sobre lo que fuera predio del Ferrocarril Belgrano, sobre calle sobre López y Planes casi esquina Santa Fe.

Todo comenzó como un hobby tras su jubilación como trabajador industrial. “Cuando dejé de trabajar me dije: ‘No puede ser que me tenga que quedar sentado en casa, algo voy a tener que hacer’, relata.

Entonces pidió permiso al jefe a cargo de la estación en ese momento, éste a su vez remitió la solicitud a Rosario y la respuesta que llegó fue contundente: “Mientras no destruya nada puede hacerla”.

El espacio que le cedieron estaba destinado al descanso de guardas y maquinistas pero llevaba más de una década abandonado. “Acá en San Francisco se producía el relevo de personal que iba de Buenos Aires a Tucumán. Hay dos piecitas donde dormían los trabajadores, pero estuvo descuidado casi 15 años”.

Fue entonces que en el año 1997 plantó su primer canterito de achicoria, aunque mucho tiempo le dedicó a desmalezar, limpiar y emparejar el terreno.

Don Bartolo, el horticultor más conocido de barrio Sarmiento

Su siembra

En un principio Bartolo se dedicaba a una mayor cantidad de verduras, pero con los años decidió abocarse sobre todo a la achicoria, lechuga y acelga. “Cuando me sobra un poquito de tiempo armo algún canterito de apio, de cebolla de verdeo o puerro, pero lo hago como tarea secundario”, comenta.

Al igual que sus cosechas, también sus herramientas son caseras-salvo las regaderas-, todas fueron hechas a mano y pensadas según su forma de trabajo.

El riego

El riego que hago es de agua de pozo. Hice una perforación de unos 9 metros, la hice analizar y está perfecta. Coloco una bombita extractora y fabriqué una pequeña red de distribución del agua”, describe el horticultor. A su vez asegura que regar toda su huerta le demanda unas 4 horas de trabajo.

“Me gusta de alma trabajar la huerta y esto me entretiene una barbaridad -se sincera el hombre-. Lo hago con entusiasmo, el día que no vengo a la quinta me parece que me falta algo”.

Bartolo dedica entre 6 a 7 horas de trabajo diario a su huerta, aunque reconoce, con sonrisa triste, que por la edad ha disminuido el tiempo de dedicación. “Hasta cuando seguiré no sé, ahora me está costando un poco”, dice mientras se levanta para atender a un vecino que acaba de entrar.

Sabio consejero

Bartolo ya es una reconocida figura en el barrio y en más de una oportunidad hay algunos curiosos que pretenden armar sus propias huertas y se acercan para pedirle consejos al hombre.

“Hay mucha gente que viene para charlar sobre cómo hacer una huerta, les explico, me gusta cuando alguien viene y se interesa. No parece pero después termina siendo una ayudita a la hora de ahorrar en la casa”, asegura.