Días atrás se llevó a cabo en San Francisco un gran evento numismático, bajo la organización del Centro Filatélico y Numismático de San Francisco. La jornada contó con disertaciones sobre numerosos y variados temas.

Tras su realización, el presidente de la entidad Edgardo Valdemarín destacó la presencia de coleccionistas de diferentes lugares del país a la vez que se refirió a la actividad, en la cual se están dando nuevas tendencias.

En ese sentido, se refirió al auge de la misma, incentivada fuertemente por el crecimiento de las redes sociales, y a la incursión de los más pequeños.

“Incluso a los que estamos en la numismática hace un par de años nos sorprende. Antes teníamos dos estándares. Los que estaban en la alta numismática como el estudioso, el investigador. Y después estábamos los coleccionistas, que más o menos sabíamos algo. Pero ahora hay una característica que surgió hace un año, un año y medio, y que es que la gente que se mete en redes genera grupos, compra monedas, intercambia. Todas esas cosas, a los que son más grandes los sorprenden y los avasallan. Se les mete dentro  de un espacio que antes era más tranquilo”, explicó Valdemarín.

Pero el presidente de la entidad, también hizo referencia a otra tendencia, que tiene que ver con el surgimiento de los detectores de metales, incluso en San Francisco.

“La gente sale a buscar metales. Con esa idea a lo mejor conseguís un botín, un tesoro. Están saliendo a buscar monedas. Incluso ya se han formado grupos de buscadores de metales en Argentina y esta es una movida internacional”, sostuvo el titular del centro numismático.

Detectores de metales: en busca de historia bajo la tierra

Valdemarín explicó que en Argentina faltan leyes que regulen la actividad, no así en otros países. Y ejemplificó: “Acá está medianamente reglamentado, pero en España por ejemplo ya tuvieron que poner leyes y reglamentarlo para la preservación de los patrimonios históricos, porque iban, encontraban y arrasaban. Surgieron en las redes un montón. ‘Encontraron una tinaja de oro en Italia’, ‘encontraron una cajita de madera enterrada con monedas del imperio romano que no estaban catalogadas’. Surgió toda una investigación y como no estaba reglamentado se están empezando a acomodar”.

Y agregó: “Acá en Argentina hasta ahora nos estamos basando en leyes muy viejas y dentro de esas leyes viejas las de la UNESCO, por ejemplo, que dice que si vos encontrás algo, enterrado por ejemplo, que tenga más de 50 años, el poseedor de ese bien es el Estado. Hay toda una movida legal al respecto, como cuando encuentran un barco hundido, sobre quién es el verdadero dueño de lo que encuentran, si el dueño del campo, el que lo encontró o el Estado”.

“Rescatar objetos es traer un pedacito de historia”

José Ventura es uno de los detectoristas que, desde hace unos tres meses, busca en San Francisco. En su caso, incentivado por encontrar bajo la tierra parte de la historia.

“A mí siempre me gustó la historia, estudiar qué hubo antes de nosotros, cómo nos formamos como humanidad, cómo vivían nuestros padres, nuestros abuelos, y rescatar objetos de abajo de la tierra es para mí traer un pedacito de esa historia y tenerla presente, así sea en un metal viejo, un estribo, una moneda de 30 años que no tiene ningún valor, pero es rescatar un pedazo de historia, a mí me gusta y me atrapa mucho”, reconoció.

En su caso busca en plazas y predios privados en los que lo autoricen, pero también en playas y balnearios.

Sobre lo que quiere encontrar, aseguró: “A mí me está atrapando mucho la idea de encontrar monedas de 1900 para atrás, no tanto para coleccionarlas, no me interesa el valor que tengan, pero sí para traer la historia al presente. Y en algún momento cuando me canse de tenerlas, donarlas a algún museo donde la gente la pueda observar y disfrutar”.

Aunque le interesan las monedas, no así la numismática. “En lo personal no me interesa la numismática, es otra cosa. Ellos le dan mucho más valor a que una moneda esté en muy buen estado o fuera de circulación. Valoran otras cosas. Yo personalmente, y muchos detectoristas, lo que valoramos es sacar cosas de abajo de la tierra”, afirmó.

Para tal fin, está en contacto con varios detectoristas del país, que no son muchos, a través de grupos de Facebook o de Whatsapp: “Nos pasamos nuestros hallazgos”.

En ese sentido, aclaró que el trabajo que realizan busca no interferir con el patrimonio. “Siempre lo hacemos tratando de no maltratar el paisaje, no destruirlo, respetar la tierra lo máximo posible  y siempre que vamos a algún lugar privado pedimos permiso. Para eso está bueno el pinpointer (un detector de mano). Tenemos equipos adecuados y muy caros en los que hemos invertido para no dañar el paisaje”, explicó.

“Colaboramos en la limpieza de la tierra extrayendo basura, ya que la mayoría de las cosas que sacamos es eso”, agregó.

En ese sentido reveló que la inversión  para comenzar comienza en los 50 mil pesos: “Se gasta mucho y nunca vamos a llegar a recuperarla. Y la intención no es esa, porque no es un trabajo, lo hacemos por hobbie, por placer, como cable a tierra y no por dinero, porque es casi imposible hacerlo”.

“Es un hobbie, un entretenimiento”

Detectores de metales: en busca de historia bajo la tierra

Luis Sciolla es otro de los detectoristas locales al que le apasiona lo antiguo. En su caso, la detección de metales es un pasatiempo relativamente nuevo. “Es un entretenimiento que voy descubriendo y que me lleva a un sitio que me inquietaba conocer. Conocer un mundo debajo del suelo. Esos verdaderos tesoros para mí que me llevan a investigar su procedencia, cuántos años llevan debajo de la tierra, qué significa una astilla de metal, un trocito de aluminio”, sostuvo.

Si bien la profundidad a la que trabaja es mínima, le alcanza para encontrar tapitas de gaseosas, chapitas de latitas de cerveza, monedas viejas y monedas en circulación, llaves rotas, llaveros, precintos de plomo, bijouterie, vainas de balas y hasta medallas de perros.

“Me permite conocer gente nueva y hacer nuevos amigos. Participé de algunos encuentros de detectoristas en playas, en la arena, donde abundan las plomadas que pierden los pescadores”, manifestó.

Sciolla sostiene que es satisfactorio saber que, a través de su hobbie, puede colaborar, aunque mínimamente, con la descontaminación del suelo recogiendo basura sepultada por años. “La premisa de todo buen detector que se jacte de cuidad la naturaleza y la creación es hacer pequeños pozos y siempre taparlos con el mayor de los cuidados”, apuntó.

Detectores de metales: en busca de historia bajo la tierra

Para él, dos cosas son importantes. Por un lado, hacer recuperos personales: “Es bueno ver la alegría de la persona que perdió algo de metal de valor especialmente sentimental que al indicarme un lugar aproximado mi detector lo ubique”.

Por el otro, encontrar elementos muy antiguos en plazas: “Como estuches labiales de metal de la década del 50, un estuche de aluminio de preservativos de la misma época y una medalla que data de 1902”.

Su recorrido se completa en plazas, estaciones de trenes y lugares privados donde le dan permiso.

“Soy el interés de los niños en las plazas y clubes que ven programas de buscadores por Youtube y su imaginación comienza a volar. Viví un hermoso momento con alumnos de una escuelita rural, enseñando el funcionamiento del detector y encontrándoles sus monedas perdidas en los juegos del patio”, resumió.

Detectores de metales: en busca de historia bajo la tierra