Matías Córdoba, Belén Lencina y Ana Stilman son tres aventureros que desde el primer día del año se encuentran recorriendo algunos países de América del Sur. A pocos días de regresar a San Francisco hablaron con El Periódico y contaron cómo están viviendo la experiencia.

Salimos el primero de enero, fuimos a Córdoba y de ahí a San Salvador de Jujuy. Hicimos todo el viaje en bondi. La idea era pasar año nuevo en Potosí pero Belén se enfermó así que tuvimos que posponer. La idea de viajar surgió hace unos meses. Charlando con Belén, ella hizo la propuesta, y como yo también tenía pensado viajar al norte, decidimos hacer Bolivia y Perú. Y ahí buscamos un tercero, así que invitamos a Ana que hace teatro con Belén”, empezó Matías.

Descubriendo Sudamérica

El joven, profesor de Historia, explicó que “la primera parada fue en Potosí. Ahí estuvimos varios días. Visitamos el museo de la Casa de la Moneda, el interior de la mina de Cerro Rico, algunas construcciones históricas, y estuvimos en un mirador donde se puede ver toda la ciudad. También festejamos mi cumpleaños el primer día que estuvimos ahí, que fue el 3 de enero”.

En el viaje, al grupo se le sumaron otros argentinos: “Paramos en el hostal ‘Casa Blanca’, muy lindo. Ahí conocimos a un grupo de tres cordobesas y tres chicos que estudian medicina en Rosario. El viaje más o menos coincidía así que sin querer y con un par de desencuentros en el medio terminamos haciéndolo juntos”. 

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Los chicos también pasaron por La Paz. “Ahí también estuvimos varios días. Recorrimos la ciudad, visitamos museos, el camino de la muerte, muy bueno, una experiencia única, es un recorrido en bicicleta al borde del precipicio. Visitamos las ruinas de Tiwanaco, usamos los teleféricos para tener una vista privilegiada de la ciudad que es inmensa y muy particular. Las chicas visitaron la feria de ‘El Alto’, una feria inmensa donde encontrás de todo” contó el viajero.

“Después de ahí nos fuimos a Copacabana, la isla del sol, donde acampamos a orilla del lago Titicaca. Un lugar maravilloso, una tranquilidad inigualable. Llena de argentinos. Ahí los amigos que compartían el viaje con nosotros tocaron la guitarra y cantaron. Mientras, cocinábamos un guiso de fideos para 15 personas que se fueron sumando a la ronda. Allí también visitamos las ruinas de la isla. Caminamos un par de horas hasta llegar a una playa hermosa. Y no nos podíamos quedar sin meternos al lago. En Copacabana visitamos una iglesia y unas capillas muy imponentes”, agregó Matías.

El recorrido siguió por Cusco: “Es una ciudad increíble y llena de historia, igual que las demás. Con todo lo que hay para hacer no nos alcanzan los días”, coincidieron los chicos.

“Recorrimos plaza de armas, hicimos un tour caminando por la ciudad y visitamos varias ruinas y el camino del inca. Ahora hace tres días que estamos en una aventura que llaman ‘el inca jungle’. El primer día hicimos bicicleta en asfalto bajando de la montaña un par de horas. A la tarde, rafting. El segundo día subimos a una montaña para transitar un tramo del camino del inca. Así que caminamos más de ocho horas, para la noche concluir en unas aguas termales en Santa Teresa. Hoy hicimos tirolesa. Ahora estamos por irnos a dormir porque mañana temprano empezamos a caminar para subir al Machu Picchu. Tenemos pensado hacer unas ruinas del Valle Sagrado y ya pegar la vuelta” narró Matías.

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“Es un viaje que se puede hacer con muy poco dinero. Conocimos mucha gente, hasta encontramos otros sanfrancisqueños. Hay muchos argentinos, muchos cordobeses, estudiantes. Cusco, por ejemplo, está lleno de europeos. Se aprende mucho de la cultura andina. Se mantiene muy arraigada en estas comunidades. Fueron y van a ser 25 días muy intensos”, concluyó.

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La perlita del viaje

Una de las anécdotas del viaje nació en Potosí: “Justo este viaje coincidía con el paso del Dakar en Bolivia. Teníamos que irnos de Potosí lo antes posible para evitar quedarnos estancados porque los colectivos no salían hacia La Paz por varios días. Así que con un día de anticipación sacamos los boletos. El colectivo salía a las 20.30, llegamos a la terminal a las 19.20 y el colectivo se había ido. Adelantaron el viaje por el corte de ruta. A todo esto dejaban de salir colectivos así que en el apuro agarramos uno a Cochabamba que alargaba un montón, pero no nos quedaba otra. A la hora y media de viaje el colectivo se prendió fuego. Estuvimos cuatro horas esperando abajo de la lluvia otro bondi. Así que para pasar el tiempo las chicas se pusieron a cantar canciones y a bailar. Mucha gente agradecía y alentaba, seguramente otros insultaban en quechua porque querían dormir. De Cochabamba nos tomamos un colectivo a La Paz. Eran los últimos que salían para allí. Así que estuvimos más de 24 horas viajando para llegar a La Paz”, contó divertido Matías.