Cuatro bomberos de nuestra ciudad viajaron al norte de Córdoba el pasado domingo 3 de octubre, con una unidad forestal liviana, para combatir los incendios en las Sierras cordobesas, teniendo en cuenta que algunos focos todavía seguían activos, los cuales se cree que comenzaron por un rayo. Trabajaron en conjunto con otros cuarteles de la provincia.

Los bomberos arribaron alrededor de las 23 a la base operativa, ubicada en Churqui Cañada, un pueblo que se encuentra cerca de San José de la Dormida. Se encontraron con un panorama “bastante complejo, que podía verse desde antes de llegar”, según lo que afirmó el sargento B.V. Federico Marengo, quien estuvo a cargo de la dotación de San Francisco, integrada por los bomberos Esteban Giusiano, Matías Cravero e Ivana Brunetto. Desde la base les comunicaron que había tres focos activos de alrededor de 25 kilómetros de frente de fuego, con dirección al sur. 

Además, se les informó acerca de las condiciones climatológicas, las cuales “no eran favorables”, debido al repetido cambio de dirección del viento y las altas temperaturas que se esperaban para el resto de la semana. 

“Los bomberos durante todo el día van recibiendo la información climatológica. A veces se envía hasta tres veces al día por el gran cambio climatológico”, afirmó Marengo. 

Además de complicar la planificación de las tácticas de trabajo, la variación climática se traduce en un alto riesgo para los bomberos que trabajan en la zona porque el fuego “te encierra en cualquier momento”. A nivel nacional, la sequía complica la situación de los incendios en general, debido a la gran cantidad de pastos secos, altas temperaturas y baja humedad. 

Por otro lado, la accesibilidad por momentos se ve facilitada, debido a que se trata de las sierras chicas. Sin embargo, a veces se complica por lo tupido de la vegetación. En estos casos, se procede a buscar caminos alternativos, o generarlos a través de la poda y limpieza. 

Zonas de riesgo

Debido a la cantidad de incendios de interface producidos, es decir, cuando el fuego pasa de la una zona serrana a un pueblo o ruta, se cortaron las rutas y caminos aledaños a la zona. La tarea de los bomberos de nuestra ciudad fue resguardar corrales con animales y casas, para que no los alcanzaran las llamas.

Para ello, hicieron contra fuegos y corta fuegos. El trabajo fue quemar lo que no se había quemado, de manera controlada, para que cuando el fuego llegara al lugar no tuviera más combustible y se apagara. “No se podía trabajar el frente de fuego porque eran lugares inaccesibles y las llamas a veces superaban los veinte metros de altura”, dijo Marengo. 

La complejidad del terreno

Lo que dificulta en la mayoría de los casos los incendios en las sierras es, por un lado, la temperatura alta que perdura en el piso luego de que las llamas son  apagadas, por lo que se realizan las guardias de cenizas para detectar rápidamente algún reinicio y neutralizarlo, antes de que pase a mayores y vuelva a ser un incendio. 

“Si bien uno ya no ve llama, porque la apagó, la alta temperatura del piso genera reinicios, y estos muchas veces empiezan chicos y suelen generar nuevos incendios”, apuntó Marengo. 

Otro problema son las fuertes ráfagas de viento, que provocan la dispersión de pavesas, es decir, de material combustible liviano prendido fuego que caen en zonas no quemadas, provocando nuevos focos.

El año pasado, entre agosto y octubre, la provincia de Córdoba sufrió las estadísticas anuales más graves en cuanto a incendios forestales de los últimos 20 años y según la Federación de Bomberos Voluntarios de Córdoba el fuego cubrió más de 320.000 hectáreas durante ese período.