Los alumnos miraban al maestro escribir. En un momento dado, le preguntaron:
– ¿Estás escribiendo una historia que nos pasó a nosotros?, -¿Es, quizá, una historia sobre tus estudiantes?

El maestro dejó de escribir, sonrió y dijo: –Estoy escribiendo sobre nosotros, es cierto. Sin embargo, más importante que las palabras es el lápiz que estoy usando. Me gustaría que ustedes,  fuesen como él; cuando crezcan.

Los niños miraron el lápiz, intrigados, y no vieron nada en especial.
– ¡Pero si es igual a todos los lápices que hemos visto!

–Todo depende del modo en que miren las cosas. Hay en él, cinco cualidades que, si consiguen mantenerlas, harán de ustedes buenas personas.

Primera cualidad: puede hacer grandes cosas, pero no olviden nunca que existe una mano que guía sus pasos. Segunda: de vez en cuando necesito dejar de escribir y usar el sacapuntas. Eso hace que el lápiz sufra un poco, pero al final este más afilado. Por lo tanto, deben ser capaces de soportar algunos dolores, porque los harán mejor persona. Tercera: el lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar aquello que está mal. Entiendan,  que corregir algo que hemos hecho no es necesariamente algo malo, sino algo importante para mantenernos en el camino de la entereza. Cuarta: lo que realmente importa en el lápiz no es la madera, ni su forma exterior, sino el grafito que hay dentro. Por lo tanto, cuiden siempre lo que sucede en su interior. Finalmente, la quinta cualidad del lápiz es que siempre deja una marca. De la misma manera, han de saber que todo lo que hagan en la vida dejará trazos, e intenten ser conscientes, en cada acción.