Por Oscar D. Romero

A unos 60 metros de la entrada principal del viejo cementerio, se erige la tumba de Antonia Montanari, mejor conocida como la Virgencita. Y no hay quien por ahí pase que no se persigne u observe por unos instantes la inmensa cantidad de pequeñas placas de agradecimientos por los supuestos milagros concedidos.

Se ha transformado en una de las denominadas “santas o devociones populares” que como el Gauchito Gil y San La Muerte tienen sus devotos y seguidores no sólo en nuestra ciudad, sino en distintas partes del país.

Una historia difusa

El periodista y presidente del Archivo Gráfico y Museo Histórico de San Francisco y la Región, Arturo Bienedell, cuenta que Antonia Montanari fue una joven inmigrante italiana nacida el 17 de junio de 1880, pero sostiene que no hay registros de cómo llegó hasta nuestra ciudad.

“Se dice que trabajó como sirvienta de la familia Tampieri, pero corroborando fechas es muy difícil que lo haya sido. En esos años Tampieri todavía no había logrado formar su empresa ni su poderío económico”, explica Bienedell.

Lo cierto es que la joven falleció con apenas 19 años, un 2 de febrero de 1900. Y en su lápida sólo figuran su padre y un hermano pero sin nombres identificatorios.

Varios años después de su muerte, al exhumar los restos de Antonia, la leyenda popular refiere que su cuerpo estaba intacto. De allí nace la consideración de un milagro y el comienzo de la “santa popular”.

De tumba a gruta

Entonces lo que fue una tumba se fue transformando en una pequeña gruta donde los creyentes rezan y piden sus milagros personales.

“Antes la tumba tenía un techo de chapa pero con el tiempo se fue picando y se reemplazó-explica Bienedell-. Esa cavidad donde se han colocado las imágenes y donde se dejan ofrendas no estaba originalmente. Tiempo después le pusieron unas verjas para evitar que la gente se acerque y prenda velas porque este sector se incendió en varias oportunidades”.

Devoción y ofrendas

Al parecer, Antonia o la Virgencita del Cementerio, ha resuelto favorablemente más de un pedido de la gente, ya que la gruta está plagada de placas de agradecimientos “por los milagros realizados” que tienen origen en distintos puntos del país. Sin contar que muchas de esas placas con los años se han ido despegando y fueron retiradas.

La gente no sólo ofrenda flores, rosarios e imágenes de santos católicos, sino que se han encontrado vestidos de novias, ropas de bebés, escarpines, monedas y tantos otros artículos que los encargados de mantener el lugar a veces deben sacar para mantenerlo.

Inclusive existen dos pequeñas estatuas del Gauchito Gil y San La Muerte apostadas en la gruta. La devoción por estas figuras ya no es exclusiva de los más humildes de la sociedad y se ha transformado en una de las leyendas propias de la ciudad.


VIRGEN NEGRA
Lo llamativo en el interior de la gruta es la imagen de una virgen completamente negra, que según los trabajadores del lugar hace unos 25 años que alguien dejó. Dicha imagen fue robada en más de una ocasión pero siempre reaparecía.