Desde hace varios años, Andrea Frontera (38) rompió con los estereotipos de género en su labor como herrera y, aunque reconoció que en un principio sentía vergüenza, hoy se siente reconocida y valorada por colegas y profesionales.

La mujer es herrera por herencia. Su papá Jorge -ya fallecido- le enseñó el oficio y hoy es su sustento, su emprendimiento, al que denominó Ferro Arte, y la forma de vincularse con el mundo, enseñando a otras mujeres distintas tareas vinculadas con el taller.

Andrea comenzó con la herrería hace unos 20 años cuando soldar no era para chicas, como tampoco lo eran la construcción, la tornería o cualquier actividad que requiriera de fuerza, riesgo o técnica especializada.

Sin embargo, reconoció que gracias al “viejo”, que le dio lugar y la alentaba a que continuara con su oficio, fue lo que le permitió progresar y conocer los secretos de la herrería.

“De chica me acuerdo estar metida en el taller, andando atrás de él, viendo lo que hacía y cómo lo hacía. Él me dio el lugar para que yo haga, deshaga y arruine cosas, le gustaba también que yo estuviera ahí, que aprenda el oficio y se sentía orgulloso. Así que fue una combinación de las dos cosas”, le contó la mujer a El Periódico. 

Recordó que a sus 15 años hacía agujeritos para distintas piezas y que, luego, a sus 17 comenzó con sus primeras soldaduras haciendo jaulitas para conejos.

Andrea en pleno trabajo.
Andrea en pleno trabajo.

Años de aprendizaje

Para Andrea, su vínculo con la herrería fue un proceso de mucho tiempo, de años de aprendizaje.

“Mi viejo falleció en el 2013 y yo estaba trabajando con mi tío en una fábrica que hacía trabajo para terceros, estuve siete años con él hasta que me animé a probar sola. No es fácil ser trabajadora independiente, el otro trabajo era como mi seguridad, algo fijo y después yo hacía cosas en el taller. Pero después de que me largué sola, la verdad que no me arrepiento”, remarcó.

“Al principio -continuó-, en los primeros trabajos que hacía rejas para domicilios, era complicado porque me daba vergüenza estar en la vereda soldando, yo notaba que la gente pasaba y miraba, o se daba vuelta y era incómodo. Pero lo fui asimilando, te vas acostumbrando y con el tiempo la gente misma te da la confianza porque te felicita, te apoya, aunque fue un proceso largo”. Y luego aseguró: “Hoy por hoy me siento súper aceptada porque cuando me toca trabajar con profesionales, arquitectos, albañiles, plomeros, realmente me toman en serio, respetada u valoran lo que digo, mi palabra vale igual que las de todos”.

- ¿Te miraban de reojo cuando arrancaste?

- Me ha pasado sobre todo de parte de los hombres que me digan, ‘¿vos sabés hacer esto?’ Cuando apenas arranqué en el taller que estaba ahí metida hurgueteando, me había puesto a hacer artesanías con todo lo que encontraba en el piso, desde descartes de tornillos, tuercas, arandelas, empecé a ir a ferias y no faltaba el hombre que no me creía que esas obras las hacía yo. Pero bueno, fue cambiando la mentalidad de la gente, se fueron abriendo puertas y cuando otras mujeres ven mi caso se animan, te preguntan y quieren hacer cosas nuevas.

- ¿Costó el hecho de generar tus primeros clientes?

- Como en todo cuando una arranca algo nuevo. Pero mi mejor currículum es el boca en boca. Y no sé por qué por ahí a veces la mujer inspira un poco más de confianza en la gente que te contrata. Es como un trato más amable, es hasta un beneficio para la mujer hacer este tipo de trabajo. Me destacan el cuidado, la limpieza y la prolijidad que tenemos (ríe).

La mujer y algunas de sus tantas obras.
La mujer y algunas de sus tantas obras.

La pandemia y la reinvención

Durante los meses de pandemia en los que la actividad económica se paralizó, Andrea, como en muchos casos, tuvo que buscar una forma de reinventarse para generar nuevos ingresos. Tras presentarse a un concurso de la Subsecretaría de Industrias Creativas de Santa Fe, la herrera presentó su proyecto de creación de mobiliario decorativo para eventos y de esta manera recibió una ayuda económica para un nuevo emprendimiento.

“Las decoradoras de fiestas y eventos renegaban de que un herrero hombre les preste atención para sus trabajos, porque por lo general lo catalogan como trabajos menores, no les interesa hacer el detalle. Entonces empezaron a llegar a mí y me puse a planificar este emprendimiento y lo presenté en la provincia de Santa Fe. Y bueno gané un incentivo económico como para empezar con todo con todo lo de mobiliario para decoración en eventos, ya sea cumpleaños, casamiento, inauguraciones, son estructuras para ornamentar desde salones hasta espacios exteriores”, remarcó.

Compartir la experiencia

Durante estos meses, Andrea fue convocada por Sandra Bulacio de la Asociación Civil Mujeres con Oficio para brindar una capacitación en la ciudad de Frontera. A futuro, también tendría programado dar un taller de herrería.

“Este primer curso es netamente de soldadura y después seguiríamos con herrería en general. Son dos cosas muy distintas, saber soldar no te sirve quizás para largarte sola pero es un medio que te permitiría entrar a una empresa, como pasó con unas ocho chicas que ingresaron a una industria de San Francisco. Está bueno poder ayudar a otras chicas para que vean por ellas mismas que sí se puede salir adelante”, cerró Andrea. 

Andrea junto a las aprendices de un curso de soldadura.
Andrea junto a las aprendices de un curso de soldadura.

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