El pasado 19 de noviembre se conmemoró el Día Internacional para la Prevención del Abuso Sexual contra Niñas, Niños y Adolescentes, una triste problemática que en materia judicial en San Francisco recae en la Fiscalía de Delitos Complejos, a cargo del fiscal Bernardo Alberione.

Por esto, el funcionario judicial brindó una extensa entrevista en El Periódico Radio FM 97.1, en donde consideró que se debe trabajar más en la prevención de los abusos ya que cuando interviene la Justicia el daño ya está provocado. No obstante, reiteró que es importante para las víctimas poder efectuar la denuncia y luego transitar el proceso judicial, al que calificó como “desgastante”, y mantuvo un mensaje esperanzador de que si bien no es nada fácil es posible sobrellevar el dolor y sanar las heridas.

Nos vemos sorprendidos a veces por tantos casos de abuso sexual que se conocen. ¿Le sorprende también por la cantidad?
Sí, sorprendido y también muy preocupado no solo por el abuso sino por las consecuencias colaterales que tiene, que son muchas y graves. No es solamente el niño o niña abusada, sino que hay un entorno familiar, cuestiones de base y educación que cuidar. La problemática está muy instalada y creo que no estamos tomando el camino correcto en cuanto al abordaje. Normalmente uno escucha en los medios que la gente solicita mayores penas, mayor rigor, y creo que no es ese el camino. Mayores penas son tres o cinco años más de cárcel, ¿qué cambia? No mucho. Lo que sí cambiaría es que tengamos menos cantidad. El abusador sexual no piensa en la pena que le va a tocar, no es algo que esté en su cabeza, por eso la pena como elemento disuasorio es muy relativa. Lo que sí es fundamental es ver cómo se genera. En la medida en que logremos frenar dónde se genera el abuso, vamos a lograr que disminuya el número y de violencia de género, porque estamos en el mismo terreno para que este tipo de conductas prolifere. Cuanto antes tomemos el caso y lo resolvamos, vamos a estar transmitiendo un mensaje de que hay consecuencias y además educando. Cuando una persona se cría en un ambiente de abuso, naturaliza esta conducta y la vuelve a realizar. Se trata de romper el círculo de violencia no con castigo, sino con educación, contención y otro tipo de herramientas. Pero no al final, sino al inicio. 

Es decir, que el foco debería ponerse en la prevención, en el antes de que ocurran los hechos que llegan a la Justicia.
Claro, porque en este momento ya tenemos una persona presa, una familia destruida, una persona ya abusada que tiene un largo camino para recuperarse y un entorno familiar que se dispersó entre los que están a favor o en contra de que se haga la denuncia, en por qué denunció, lo que lleva a la revictimización de la persona. Estamos mirando únicamente a la persona que abusó y el hecho que cometió, pero alrededor de eso hay muchísimas cosas que se desacomodan para siempre y rompen vínculos familiares. Y esa culpa, normalmente, se la endilgan al que denunció. Se dice “si esto ocurrió hace cinco años por qué denunciarlo ahora, que estábamos todos bien, y mirá ahora cómo estamos”. La víctima se siente una mala persona, cuando tenemos que darle apoyo.

Lo que hace que muchas veces las víctimas no se animen a denunciar rápido. 
Tampoco es sano que denuncie rápido, porque tiene que haber una estructura del Estado que contenga a esa persona, que le dé un acompañamiento durante todo el proceso, que es largo, tedioso, desgastante y mortificante. Por el simple proceso que es: defensas, argumentaciones, recursos. Hay que acompañar a la víctima, sabiendo que tiene que pasar por todo eso. Es una falencia seria del sistema de hoy.

Pero todo ese trabajo previo excede en mucho a la tarea de la Justicia
Totalmente. Nosotros lo que podemos hacer es dar una respuesta ante el hecho. Pero si queremos evitar o frenar la cantidad de hechos, tenemos que ir a una instancia previa, que no es tarea de la Justicia. 

¿Qué cree que se debería hacer?
Educación, concientización y acompañamiento. Cómo se hace no sé, soy fiscal cuando ya las cosas ocurrieron, pero no me cabe duda que el camino es la prevención y la educación, y no la represión. 

¿Usted cree que al ver el final de la película estamos llegando tarde?
Estamos llegando muy tarde.

En muchas entrevistas vemos el dolor de las víctimas y las familias, y lo difícil que va a ser para ellos sobrellevar lo que viene. ¿Como fiscal se plantea qué respuesta puede dar ante eso?
Duele la realidad. Estamos trabajando siempre sobre las consecuencias. Quiero hacer hincapié en que tenemos que cambiar el ángulo de ataque a esta problemática. Si hay una infección, tratemos la infección, no la visualización de esa infección. Si usted viene de una familia donde el padre le pega a la madre todo el tiempo, no le va a resultar tan extraño pegarle a una pareja. 

Estuvo disertando recientemente sobre casos de abusos sexuales y concretamente sobre el de Milagros Carballo. ¿Qué puede contarnos sobre eso? 
Estuvimos trabajando con Milagros, que es un ejemplo de persona, sobre todo por la manera en que se sobrepuso y está dando un mensaje alentador de que se puede salir de esos círculos de abuso, y tener una vida feliz. Sin necesidad de contar con tremendas herramientas. O sea, los recursos están limitados, pero aun así con lo que hay se pueden lograr buenos resultados.

El caso de Milagros fue importante porque marcó un precedente importante en la ciudad.
Empezó en las redes sociales, tomó participación de la Justicia. Necesitamos contar con la voluntad de la persona que está afectada, pero no siempre lo tenemos porque a veces los grados de afectación son tan serios que cuesta mucho que entiendan los beneficios de denunciar y cambiar la vida al precio que sea. Es preferible pagar el precio por hablar y no por el silencio, porque el precio del silencio no tiene retorno. El precio de hablar, tiene una posibilidad.