Jorge Paz (50) vive sus días entre la resignación y la impotencia, ante lo que él cree es la total falta de justicia a 10 años del asesinato de su familia -su esposa y tres de sus hijos-. La masacre de barrio Acapulco -como se conoció el caso a nivel nacional-, sucedió en diciembre de 2006 y tuvo cómo único detenido a Hugo “El Churrero” Mendoza, condenado a 14 años de prisión, que al momento del hecho tenía 17 años.

“Es un dolor que siempre va a estar porque no se hizo justicia. A este chico -por ‘el Churrero’- le dieron 14 años, en cuatro años sale y mata a otra familia. Ahora se hace el pastor en la cárcel”, le cuenta Jorge a El Periódico.

Según detalla el expediente de la causa, Mendoza “ingresó en horas de la madrugada del 3 de diciembre de 2006, entre las 3 y las 5, previo saltar un tapial de dos metros de altura y abrir la puerta de la cocina, introduciendo su mano por un vidrio roto, a la vivienda de la familia Paz ubicada en calle 20 esquina 7 de la localidad de Josefina, con la intención de sustraer distintos elementos. Al ser sorprendido y reconocido por una de sus moradoras, Alejandra Rodríguez de Paz, tomó un cuchillo que había en el lugar con el que le asestó varias puñaladas que provocaron su muerte”.

Este hecho hizo despertar a Vanesa Paz (13), quien también lo reconoció, y a la que Mendoza, “ató de pies y manos con un cable, la amordazó y abusó sexualmente de ella (…) y le propinó varias puñaladas causando su muerte, luego procedió de igual modo con los menores Jorge (9) y Rocío (7), a los que también sujetó con un cinto y posteriormente dio muerte”.

La masacre tuvo un único sobreviviente, Cristian, que en ese entonces tenía 4 años, y que salvó su vida porque se escondió debajo de una cama.

-En poco tiempo Mendoza saldrá en libertad, ¿te preocupa tu seguridad o la de Cristian?

“Temor no tengo, una vez me tocaron mi familia, dos veces no. Pero no creo que aparezca por el barrio, la gente no se olvida. Igual yo siempre sostuve que no actuó solo, cinco personas fueron, la jueza y el fiscal lo sabían, pero solo condenaron a uno”, responde Jorge.

Una pequeña alegría

Si bien Jorge jamás pudo rehacer su vida plenamente, cuenta con la compañía de su hijo Cristian -sobreviviente de los asesinatos- y de un hijastro que tiene una bebé a la que Paz adoptó como nieta postiza.

“La bebé tiene 15 meses y la considero como nieta mía y eso nos cambió la vida a mí y a Cristian. Es una alegría en la casa y tenerla a ella te cambia la rutina”, sostiene.

Por otra parte, Jorge cuenta que su hijo Cristian ha cambiado mucho en los últimos años, ambos trabajan junto en un campo los fines de semana y su deseo como padre es ver crecer a su pequeño sano y como hombre de bien. 

A 10 años de la masacre de barrio Acapulco, el dolor no se apaga

El barrio en la actualidad

Luego de los crímenes y de las innumerables marchas de Jorge y sus familiares pidiendo Justicia, barrio Acapulco cambió su apariencia.

Según Paz desde que “se instaló el destacamento policial con móviles nuevos, no es como antes que había tiros a cualquier hora, está mejor, está diferente. Uno se siente seguro”, dice.

Agradecimiento especial

“Siempre agradezco a la gente que me acompañó en las marchas que realicé y ahora, por lo que está pasando, le quisiera hacer un reconocimiento especial a Javier Romero -el joven murguero que se está recuperando de una grave accidente- que junto a la murga nos acompañó a mí y a mi familia”, sostiene Jorge.

Y agrega: “Me dolió mucho lo que le pasó, es un chico buenísimo, ha ido a mi casa con la gente de la murga y ha compartido mi dolor, lo aprecio mucho, le deseo una pronta recuperación y mucha fuerza a la familia”.