“Le perdí el miedo al celular”: el curso que acompaña a personas mayores en la Tecnoteca
El taller gratuito de manejo de celulares agotó en un día los cupos para su segunda cohorte. Acompañamiento, confianza y aprendizajes que van más allá de lo tecnológico.
A solo un día de habilitarse las inscripciones, se completaron todos los cupos disponibles para la segunda cohorte de los talleres gratuitos que ofrece la Tecnoteca.
La iniciativa de la hasta días atrás la Secretaría de Innovación incluye una amplia variedad de talleres orientados a distintas edades, con cupos limitados y turnos tanto por la mañana como por la tarde.
Entre la amplia propuesta formativa, el más demandado volvió a ser el taller de “Manejo de Celulares para Adultos Mayores”, a cargo de las docentes Candela Garnica (22) y Kamil Maggi (24), quienes desde hace más de un año vienen trabajando con personas mayores para que pierdan el miedo a la tecnología y logren manejar sus dispositivos móviles con autonomía y confianza.
“La idea del curso surgió cuando veíamos que muchas personas venían a la Tecnoteca con dudas sobre cómo usar el estacionamiento medido. Pero el problema no era la app, era que no sabían usar el celular. No podían ni descargar una aplicación, ni crear un correo”, explicó Garnica.
La iniciativa se consolidó como una herramienta fundamental frente al avance de la digitalización de trámites, y hoy abarca desde nociones básicas como configurar la pantalla o agrandar la letra, hasta el uso de Google Maps, WhatsApp, redes sociales, billeteras virtuales, bancos, inteligencia artificial y ciberseguridad.
“Nos encontramos con una necesidad muy grande. La mayoría venía porque sus hijos o nietos no tenían tiempo de enseñarles, o porque habían sufrido una estafa. Entonces, el objetivo principal es que pierdan el miedo al celular y aprendan a usarlo con seguridad”, relató Maggi.
Un espacio de aprendizaje y contención
Para Mónica Sobolewsky (62), docente jubilada, el taller significó mucho más que una capacitación: “Vine por inseguridades. Yo quería pagar impuestos y no sabía cómo. Me enseñaron a usar el pago online, a manejar redes sociales y a protegerme de estafas. Cada clase aprendí muchísimo. Quedé enamorada del lugar y de las profesoras”.
“Antes iba a un kiosco a cargar saldo para el estacionamiento medido. Hoy lo hago desde el celular en un ratito. También me anoté a la maratón del año pasado gracias a lo que aprendí en la Tecnoteca”, agregó, con entusiasmo.
Ricardo Tabares (70), dueño de una despensa, también compartió su experiencia: “Siempre me gustó la tecnología, pero hay cosas que uno no conoce. Acá aprendí a usar aplicaciones bancarias, a hacer transferencias y evitar estafas. Las chicas tienen una paciencia enorme y nos explican todo con mucha claridad”.
Ambos participaron el año pasado de la Semana TIC en Córdoba, un viaje organizado por la Tecnoteca donde pudieron conocer nuevas tecnologías, como bicicletas eléctricas, cámaras de reconocimiento facial y charlas sobre ciberseguridad. “Fue una experiencia que nos abrió la cabeza”, coincidieron.
Un curso adaptado a las necesidades reales
El taller se dicta actualmente los viernes en dos turnos, de 9:30 a 11 de la mañana y de 16 a 17:30 por la tarde, con grupos de hasta 15 personas por clase. La demanda es tan alta que muchas personas se contactan directamente con las profesoras para consultar por nuevas vacantes.
“Lo que más valoran es que no es un curso teórico, sino que se basa en resolver necesidades concretas. Les enseñamos a usar su propio celular, a su ritmo. Y también se genera un espacio de contención y amistad. Muchos vienen, toman mate, se quedan charlando. Nos llaman en vacaciones, nos invitan a comer. Se sienten acompañados”, contó Maggi.
Garnica destacó que, al final de cada ciclo, suelen organizar una clase especial con música, folclore, y hasta actividades con lentes de realidad virtual: “Es una manera de celebrar los logros, de cerrar el proceso con alegría. Y a la vez, mostrarles nuevas herramientas que existen y que pueden explorar”.
Además de los talleres, el espacio de Tecnoteca permite a los participantes acceder a computadoras, otros cursos, y un ambiente donde se promueve el aprendizaje colectivo y el vínculo intergeneracional. “Muchos nos dicen que no conocían el lugar ni todo lo que se puede hacer acá. Y cuando vienen, no se quieren ir”, concluyó Maggi.