Dicen los que saben que Jorge “Cuti” Barbosa (59) debería haber “llegado lejos”, que tendría que estar cantando en “escenarios importantes”. Pero la suerte a este cantante local le fue esquiva y pese a que intentó trabajar de la música profesionalmente, no lo logró. De todos modos, el hombre no se arrepiente del camino andado y en la actualidad divide su tiempo entre el trabajo en la proveeduría familiar, el cuidado de sus dos nietos, los ensayos y en presentarse cada tanto a las peñas donde lo convocan.

“Cuti” o “el cabezón”, como lo conocen, lleva más de 30 años en el mundo de la música y pese a que se inició casi de casualidad y como un hobby, le puso todo el empeño para hacerlo de la manera más profesional posible. Y este aspecto se lo reconoce la gente que lo cruza en la calle de San Francisco o Frontera, como así también sus amigos y colegas músicos y cantantes.

“Es verdad que con la música empecé como un hobby, después se fueron dando algunas cosas que me llevaron a cantar para el público y probé durante algunos años en tratar de llegar alto, pero me di cuenta que en el mismo ambiente musical hay un manoseo y cuestiones turbias con el tema de los promotores. Llegó una época en que dije ‘hasta acá llegué, no voy a intentar más y si tiene que llegar será’, porque esto también tiene mucho de suerte”, cuenta Barbosa luego de cantar dos bellísimas zambas para el ciclo Suenan de El Periódico TV.

Consultado sobre cómo se define como cantante, el hombre responde con humildad: “Tengo un registro de voz con la que he logrado cantar aceptablemente folclore, melódico y alguno que otro tango. Lo que sí hice toda la vida fue cantar folclore, así que sí, me podría definir como cantor folclórico”.

“La música no me dejó ganancias monetarias, pero me dio satisfacciones muy lindas”

Sus inicios

Aunque su vida estuvo ligada a la música desde pequeño no fue hasta finales de los ’90 que “Cuti” dio sus primeros pasos arriba de un escenario y todo gracias a otro conocido vecino de la ciudad, Pedro Ordóñez -docente, director de teatro y organizador del Festival Nacional de Títeres-.

“Con Pedro teníamos a nuestros chicos jugando en el Baby, en el club River Plate, y Pedro tocaba la guitarra y canta muy bien, un gran bohemio. La gente sabía que yo cantaba y me pidieron que cante algo, así pasamos toda la tarde. Cuando terminó la cena, se me acercó Pedro y me dijo ‘no te gustaría que hagamos un dúo’”, recuerda Barbosa.

Y sigue: “Nunca había cantado para el público, siempre lo hice para mi familia, los amigos, pero bueno me convenció y quisimos probar. Formamos el dúo ‘Canto compartido’. Pedro me enseñó a pararme en el escenario, a vencer el temor de estar frente al público y me di cuenta que me gustaba”.

“Cuti” es el segundo hijo de una familia con fuertes vínculos musicales, hijo de Jorge Omar Barbosa -guitarrista y folclorista de amplia trayectoria-, y de María Adelina Verón, ama de casa, pero un costado de poetisa y bailarina -ambos ya fallecidos-. 

Al año de conformarse “Canto compartido” se realizó un Pre Cosquín en el club Sportivo Belgrano y Ordóñez le dijo a “Cuti” casi sin dejarle opción: ‘Vamos a presentarnos y te vas a presentar como solista también’. Barbosa le respondió: “Bueno, mientras que sea cantar, dale para adelante”.

Sobre aquella ocasión, “Cuti”, comenta: “Nos presentamos. Esa noche tuvimos la suerte de que ganamos como dúo, como solista y como tema inédito, fue todo muy hermoso. Estuve tres años más con Pedro y después me largué como solista. Recorrí muchos escenarios y lugares, si bien la carrera musical no me ha dejado ganancias monetarias, me ha dado satisfacciones personales muy lindas que para un tipo común como yo, no hay plata que las pague”.

“La música no me dejó ganancias monetarias, pero me dio satisfacciones muy lindas”

Dejando marcas

Luego de un tiempo, con otros músicos locales, Barbosa conformaría el trío “La Marca”, grupo del que recuerda la anécdota que, con solo cuatro meses de ensayo, se presentaron en la etapa de espectáculos callejeros del Cosquín del cual participaban 335 grupos de todo el país aquel año y con la reciente agrupación finalizaron entre los 10 primeros. “Fue un logro impresionante para nosotros que no nos conocía nadie”, sostiene entre risas.

Después se uniría a otros distinguidos músicos para formar “Grupo Esencia”, conjunto que tuvo una década de vida, estuvo integrado por German Busto, David Manías, Gabriel Tabares y el propio Barbosa y con el cual grabó un disco “Desde la raíz”.

La agrupación se separó hace cincos años y desde entonces, Barbosa se presenta como solista junto a otros músicos locales que lo acompañan.

- ¿Por qué creés que no se te dio llegar más lejos como cantante?

- Creo que hay que tener un poco de suerte en esto, por ahí estás cantando para un montón de gente en un lugar y a nadie le interesa; y por ahí vas a cantar a un barcito o a una peña chiquita y te ve la persona justa y hacé de cuenta que te tocó la varita mágica. Después hay otras situaciones, podés cantar toda tu vida y realmente no conseguir vivir de la música, últimamente yo me reparto, ya no tanto con el tema de la música porque los años han pasado, ya no tengo el mismo ímpetu que hace 30 años y priorizo algunas cosas, soy más de quedarme en casa a disfrutar de mis nietos. Pero siempre lo tomé muy profesionalmente a esto, no usaba la música como excusa para salir ni nada de eso, siempre lo tomé como un trabajo.

Pese a esto, “Cuti” insiste: “A lo mejor perdí el ímpetu de hace unos años, pero la música siempre está presente y va a seguir conmigo”.

Talento innato

Casi con timidez, Barbosa confiesa que nunca tomó clases de canto y que fue su padre el que le enseñó los primeros acordes de guitarra. Su voz fue como un regalo del cielo.

“Creo que fue Dios el que me tocó con su mano para darme la posibilidad de cantar más o menos bien, todos me preguntan si estudié canto y no, nunca. Cuando empecé a cantar, miraba en otros lo que hacían, sobre todo cuándo cortaban las frases para tomar aire y algunos detalles. Guitarra tampoco fui a aprender, los primeros acordes me los enseñó mi viejo y después a medida que fui tocando fui agarrando más cancha, por eso también es que soy básico, no te vas a creer que soy bueno”, comenta entre risas.

- Pese a esto la gente te reconoce, ¿lo sentís así también?

- Sí, totalmente. En la calle siento que la gente me conoce, me saluda y por la forma en que me saludan parece hasta que les dejé una buena imagen. Me ha pasado que después de tocar en alguna peña gente mayor se quiso sacar fotos conmigo, algo muy lindo y que me emociona. También siento el respeto de los colegas y que creo que nos tenemos entre todos los que estamos en esto, hay un respeto mutuo tanto en lo personal como en lo musical.

- Se nota buena onda entre los folcloristas locales.

- Hay una gran afinidad entre todos los músicos tanto del lado de Frontera con los de San Francisco, de hecho tenemos un grupo que se llama Los guitarreros donde estamos casi todos y nos juntamos cada 15 días o una vez por mes comemos un asado y a guitarrear todos juntos. No hay una envidia musical, aparte tengo un dicho: ‘Mientras que nadie salga del pozo donde estamos, nadie es más que nadie, estamos todos igual’.

Mientras tanto, “Cuti” pasa sus días realizando la reposición de mercaderías para su almacén ubicado en barrio Santa Teresita de Frontera, el cual atiende su esposa Gloria. “Tratando de trabajar lo menos posible”, dice entre carcajadas Jorge. Pero nunca faltan la música y los ensayos en sus jornadas, además de pasar horas realizando su otro hobby, la herrería: “Como está con el tema de la inseguridad que hoy te digo que tengo más trabajo de herrero que de músico”, admite entre risas.

“La música fue un trabajo, no una excusa y busqué la posibilidad de que en muchos certámenes se abriera alguna puerta importante, la busqué, la recontra busqué pero no he tenido la suerte”

La solidaridad de los folcloristas

“Cuti” resalta el costado solidario de los músicos locales en general y del grupo “Los guitarreros”. “Hemos ido a cantar a peñas donde se juntaba para algún fin determinado de ayudar a gente que realmente lo necesitaba, cuando podemos dar una mano ahí estamos”, remarca.