Silvana Quaglia nunca puso en duda lo que iba a ser de adulta. Según cuenta, de chica sostenía que iba a ser abogada. Recuerda que tenía “esa cosa” en la primaria de tomar la voz, representar y defender a los demás en las aulas de la escuela Hipólito Bouchard. Cuando ingresó al colegio Normal para cursar sus estudios secundarios, aclara que se le pasó por la cabeza primero hacer algo de Química, materia que le gustaba y más adelante hasta pensó en arquitectura. Sin embargo, no traicionó su sueño originario y ya lleva 23 años en el Poder Judicial.

Egresada de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), especializada en derecho penal, Quaglia es una de las cuatro fiscales de instrucción que tiene tribunales. Y a poco de celebrarse el Día del Abogado, el próximo 29 de agosto, en una entrevista con El Periódico analizó el rol del profesional en la actualidad, admitió que el Poder Judicial tuvo falencias a la hora de comunicar y habló de la mirada crítica hacia la Justicia. También alertó sobre el problema de las drogas y la marginalidad que existe en San Francisco.

- Con más de 20 años en la profesión imagino que el rol del abogado fue mutando. Hoy se habla de un papel más conciliador y menor litigante ante una sociedad en permanente conflicto.

El año pasado, el Código de Procedimiento de Córdoba incorporó el principio de oportunidad. Que los fiscales tengan más posibilidades de ver a la víctima. Antes se plasmaba un poco esto con la suspensión del juicio a prueba, donde se buscaba una reparación. Ahora, dentro de los criterios de oportunidad existe una reconciliación entre las partes, que puede tener resarcimiento económico o no. Hoy se buscan otras vías más conciliadoras.

- ¿Cómo se lleva con el desprestigio general que goza la Justicia de parte de la sociedad?

La gente se guía mucho de lo que ve en la televisión nacional, de Buenos Aires. No es que desde la Justicia provincial hagamos todo bien, pero en realidad se hacen críticas a causas resonantes que son de la Justicia federal. A veces las críticas son razonables, no somos perfectos, pero en muchas oportunidades se hacen críticas desde el desconocimiento. Yo lo entiendo cuando viene de parte de las familias de las víctimas, uno debe ponerse en ese lugar desde el dolor que tienen y entiende más allá de que existe un desconocimiento procesal. Pero lo que resulta irritante es cuando un periodista o comunicador no informa con la realidad o que se pongan a opinar de causas o sus pormenores y nunca la analizaron, sino que escucharon que alguien lo dijo. Ahí está la falta de seriedad.

- ¿Aporta además que se les atribuya responsabilidades que le corresponden a otros poderes?

Eso es otra cuestión. Pero muchas veces, el Poder Judicial en su falencia de saber comunicar, hace unos años está empezando a hacerlo debo decir, le atribuyeron responsabilidades de otros poderes, que no les eran propias. Nos atribuyeron roles en la prevención de delitos, en la violencia, las adicciones y muchas de estas situaciones no son funciones del Poder Judicial.

 - ¿Cree que la Justicia es lenta?

En Córdoba, lo que es el Poder Judicial, los términos no son tan extensos salvo causas muy complejas. No es el reproche que más se nos hace.

- ¿Qué observa de los casos que le toca investigar? Me refiero a la violencia, a la relación de las drogas con los delitos. ¿Es crítica la situación que se vive hoy?

No tengo una estadística, pero la mayoría de los casos de los jóvenes que caen por delitos menores a la propiedad o por violencia familiar tienen graves adicciones a las drogas, a lo que ellos llaman el crack, el paco; son terribles. Lo que vemos es que antes robaban un celular y lo retenían para comercializarlo y obtener una ganancia. Lo que se aprecia hoy es que lo cambian directamente por droga. Además, tenemos casos en que los propios padres denuncian a sus hijos, sintiéndose mal de hacerlo, porque no saben cómo contenerlos. Te dicen ‘no quiero que le imputen delitos, pero no sé qué hacer, me vende las cosas de la casa para comprar droga’. Lo hacen pidiendo ayuda y allí interviene el área de Violencia Familiar.

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- ¿Desde cuándo se nota este escenario?

El tema de la marginalidad y la droga se agravó no hace mucho, unos tres o cuatro años. No tengo estadísticas pero lo noto. La mayoría de los jóvenes cuando los traés acá te responden que tienen problemas de adicciones y las mismas familias lo reconocen. Es grave la situación.

- En el derecho penal aquí en tribunales hoy se nota una cantidad importante de mujeres trabajando, en lo que fue un campo que siempre estuvo poblado de hombres. ¿Le aportan una mirada especial? ¿Por ejemplo en los temas de género?

Lo que es violencia de género en el Poder Judicial, la mirada hoy de los operadores judiciales es la misma sean hombres o mujeres. De 2010, muchos antes de la Ley Micaela que establece la capacitación de todas las instituciones que integran los poderes del Estado, el Poder Judicial de Córdoba tiene la oficina de la mujer que trabaja sobre la problemática y se hacen cursos de capacitación. Hay una protección muy importante hacia la mujer sin importar quién aplica la norma, el hombre fue generando la misma empatía que le generan estos casos a la mujer y está igual de capacitado.

- ¿Los casos graves que han sucedido en la ciudad cambiaron esa mirada?

No sé si por los casos graves, pero es prioridad uno la violencia de género en mi fiscalía y en las demás. Hay muchos casos que parecen simples y terminan siendo graves.

- Es un desafío porque muchas veces se trabaja solo con el relato de quien denuncia.

Pero hay jurisprudencia del Tribunal Superior de Justicia sobre la importancia del relato de la víctima en violencia de género, contra niños o abusos sexuales; es como que el relato de la víctima cobra mayor relevancia y tiene mucho peso a diferencia de delitos contra otros bienes jurídicos. Claro que hay otros indicadores para apoyarlo, otros elementos indiciarios. Pero lo que noto es que existen muchos casos reiterados, metidos en un círculo de violencia donde se hace la denuncia, se vuelve a formar la pareja y luego se vuelve a denunciar.