Vaticano reveló cómo fueron las últimas horas del Papa Francisco: "Gracias por traerme a la Plaza"
Luego de una jornada de Pascua emotiva, en la que volvió a recorrer la Plaza de San Pedro, el Pontífice se mostró agradecido y sereno.
Las últimas horas de vida del Papa Francisco transcurrieron en paz y sin sufrimiento, según confirmaron quienes lo acompañaban en la residencia de la Casa Santa Marta, en el Vaticano. Luego de una jornada de Pascua particularmente emotiva, en la que volvió a recorrer la Plaza de San Pedro, el Pontífice se mostró agradecido y sereno.
El medio oficial Vatican News reveló cómo fueron sus últimas horas. “Gracias por traerme de vuelta a la Plaza”, le dijo a su enfermero personal, Massimiliano Strappetti, con quien compartía un vínculo estrecho desde hacía años. Fue Strappetti quien lo animó a realizar ese paseo final en el papamóvil, tras semanas de convalecencia y más de un mes de internación en el Policlínico Gemelli.
Esa imagen del Papa rodeado de miles de fieles y saludando a niños desde el vehículo papal quedará como un gesto profundamente simbólico de su pontificado: cercano, humano y en contacto directo con el pueblo.
Una despedida silenciosa y rápida
El Papa descansó durante la tarde del domingo y cenó con normalidad. Fue recién al amanecer del lunes, alrededor de las 5.30, cuando comenzó a sentirse mal. “Más de una hora después, tras saludar a Strappetti, tumbado en la cama de su piso en la segunda planta de la Casa Santa Marta, el Pontífice entró en coma. No sufrió, todo sucedió rápidamente, dicen quienes estuvieron a su lado en esos últimos momentos”, señalaron desde Vatican News.
Una muerte discreta, sin el ruido de los protocolos ni la sobreexposición que él mismo evitó durante toda su vida.
Un final en sintonía con su vida
Francisco, el Papa “del fin del mundo”, vivió sus últimos momentos fiel a su estilo: con sencillez, humildad y cerca de quienes cuidaron de él en los últimos años. El recorrido en el papamóvil del Domingo de Pascua fue el último gesto de un pontífice que, incluso debilitado físicamente, eligió salir al encuentro del pueblo.
Murió el día después de abrazar al mundo y al pueblo de Dios, exactamente como había prometido desde el balcón de San Pedro en 2013: “un camino juntos”. Su fallecimiento, al día siguiente de Pascua, tiene también un fuerte valor simbólico para millones de creyentes que lo consideraban un pastor con olor a oveja, como él solía decir.