Hoy entrenador, Sergio Gariotti fue un gran tenista de nuestro país. Nacido en San Francisco y hoy radicado en Mendoza, fue el número 1 de Argentina durante la década del 70 en las categorías juniors. A pesar de que en su época como jugador era muy complicado entrar en el circuito internacional, supo conquistar puntos de ATP. Por su excelente desempeño fue, además, el primer galardonado con el premio “San Francisco de Asís de Oro” por el Círculo de Periodistas Deportivos local. En una charla con El Periódico, Gariotti habló sobre el tenis, su pasión.

¿Desde qué edad practicás tenis?

Desde los 4 años, en esa época la única opción era el Sport Automóvil Club.

¿Por qué tenis?

Mi viejo fundó la primera escuela de tenis en el Sport y nosotros éramos de ese club. A mí me gustaba, tenía una cierta facilidad también.

¿Con quién aprendiste?

Con mi viejo.

¿Practicaste algún otro deporte?

Sí, hice básquet en Alumni hasta los 10 años.

¿Quién es tu mayor referente?

Cuando era chico Rod Laver. Ya como jugador Guillermo Vilas, aunque mi juego no era parecido, pero por lo que él significaba.

¿Cuáles fueron tus mayores logros como jugador?

Fui número 1 del país en todas las categorías juniors y tuve puntos de ATP.

¿Cuáles fueron tus mayores logros como entrenador?

Es difícil esa pregunta. Siempre traté de formar grandes personas, que es en definitiva lo que queda, y de hacer que quieran el deporte. Y de que no estén los chicos en la calle.

¿Cuál fue tu mejor partido y cuál el peor?

El mejor es difícil. Me acuerdo de varios. Uno contra Gustavo Tiberti en Santa Fe. O la final en Brasil contra Anders Järryd. Y el peor creo que el último nacional que jugué contra un chico de Salta. Estaba con muchos problemas externos.

¿Qué fue lo más lindo que te dio este deporte?

La cantidad de gente con la que me sigo viendo, escribiendo. Esas amistades que nunca se terminan. Tanto con colegas como con alumnos y jugadores.

¿Anécdotas?

Muchas, pero hay una cuando jugué mi primer torneo oficial. Era tanto el miedo que tenía, que abandoné por descompostura. Fue en Córdoba.

Dicen que cuando se siente el retiro ya no hay vuelta atrás, ¿es así?

Es un poco así. Lo primero es que te cuesta arrancar para ir entrenar. Después te vas dando cuenta de que dentro de la cancha ya no es lo mismo. Pero es el lugar donde yo me siento más feliz.

¿Ves tenis?

Sí, veo mucho, ahora con internet más todavía. Siento que falta inventiva y recursos, pero se juega muy rápido.

¿A qué te dedicás en la actualidad?

Sigo dando clases, es mi pasión. En marzo cumplo 38 años en la docencia. Estuve en Córdoba varios años. De ahí me fui a Bolivia, muy linda experiencia. Por problemas de salud, debido a la altura, me volví y justo me llamaron del club Regatas de Mendoza donde estoy ahora. Como hobbie, la música fue siempre mi otra pasión. Y ahora me encanta caminar.