La entrenadora de básquet en San Isidro Marisa Brac participó recientemente del Programa de Intercambio Deportivo y Cultural auspiciado por la oficina de Sports United en el Departamento de Estado de los Estados Unidos, con la colaboración de la Universidad de George Mason en Virginia, California.

Su experiencia se basó exclusivamente en básquet femenino, y participó junto a profesoras 12 de nuestro país.  

¿Con qué te encontraste? ¿fue diferente a lo que esperabas?

El viaje fue fantástico, una experiencia increíble. Se ven cosas totalmente diferentes. En cuanto a lo que es básquet es igual en todos los lados, lo que sí cambia mucho es la infraestructura, los profesores y el nivel de los entrenamientos. Nosotros estuvimos en una Universidad George Mason en Virginia. Había tres canchas, con aros plegables y tribunas plegables. La cancha del medio era la cancha oficial, allá todas tienen aire acondicionado, en ese sentido la verdad que es mucha la diferencia.

¿Tus compañeras estaban en una situación similar a la tuya?

Pensé que iban a elegir a todas chicas de Buenos Aires pero no la verdad es que fue bien variada la selección. Todas las que fuimos la venimos luchando mucho para que el básquet femenino crezca y se instale, para que le den el mismo lugar que al básquet masculino, de eso se trataba el programa.

¿A que apuntó el programa?

Muchas de las charlas que nos dieron fue sobre el empoderamiento femenino, allá en Estados Unidos hay una ley que se llama título IX: dice que la mujer tiene que tener las mismas posibilidades que el hombre. Eso es lo que nos motivaron, hacer para que el básquet femenino se instale en la sociedad como el masculino.

En cuanto a los trabajos ¿Que actividades realizaron?

Pensábamos que íbamos a ver clases pero no, nos hicieron trabajar a nosotras. Nos daban los entrenamientos a nosotras. En básquet vimos defensa, transición, ataque, cosas puntuales, charlas de nutrición deportiva, psicología, federalismo, fue muy variado. Hicimos una actividad bastante llamativa, fuimos a ver un entrenamiento de básquet en sillas de ruedas, uno de los chicos era jugador del equipo paralímpico de EE.UU., y la verdad que una ahí se da cuenta que se puede, si bien hay circunstancia y nos ponen palos en la rueda siempre se puede hacer algo. Nos prestaron las sillas para que juguemos y es muy complicado.

¿Cuál fue el compromiso de la Universidad de Mason?

Fue bárbaro, nos llevaron al Departamento de Estado y nos preguntaron qué teníamos en mente para hacer como proyecto a futuro. Nos pidieron que todos los proyectos que tengamos se los mandemos a ellos para que nos ayuden con fondos o aspectos de organización.

¿En qué consisten esos proyectos?

Cada una armó su parte individual abocada a su club. Pero nosotras también pedimos armar un grupo de trabajo entre las 12 chicas que participamos, si bien no vamos a estar las 12 juntas queremos trabajar juntas para el día de mañana poder dar campus, hacer clínicas y llevar gente de nuestro país para que hagan lo que nosotros hicimos allá. Por el momento no hay nada en concreto, pero empezamos organizando un encuentro en diciembre en Mendoza, nos vamos por ahora allá cada una con su niñas, y ahí charlaremos un poco más pero la idea es hacer algo juntas.

¿Cómo ves el básquet femenino en Argentina?

Es complicado, acá en San Isidro es el quinto año que estamos y la verdad es que nos están dando una mano muy grande, pero tuvimos que empezar desde abajo. Solas, buscando un profe, una cancha, horarios limitados porque hay otras actividades. Con la mayoría de las chicas coincidimos en que no se le da importancia al básquet femenino, incluso al masculino hasta una cierta instancia. El básquet crece hasta una cierta altura y se estanca, en inferiores. Nos cuesta generar amistosos, ahora hay otro club que está formando femenino, pero somos muy pocos equipos.

¿Cómo se trabaja en San Isidro en cuanto a las competencias?

Es complicado, tenemos que viajar siempre a jugar o invitar gente porque de otra forma no se puede. Eso hace que suba y baje la convocatoria de las chicas en los entrenamientos. La mujer es muy inestable en los entrenamientos y más las adolescentes, venir a entrenar y no tener partidos para jugar te desmotiva mucho. Para entrar a la Liga Provincial de Córdoba teníamos que viajar muy lejos. Y cada viaje implica gastos enormes, en transporte, seguros, carnets de federación, estudios y muchas cosas. Por ese lado no recibimos ayuda y para los papás no es fácil poner todos lo meses dinero para que las chicas a lo mejor jueguen un partido por mes.

¿Cómo manejan la ansiedad de competir? 

Es muy complicado manejar las ansiedades porque se trabaja mucho para lograr partidos amistosos y a veces se caen. Tener que decirles a las chicas que no juegan es muy complicado, verles las caras es duro por eso tratamos de hacer partidos con las más grandes entonces así controlamos la ansiedad. Además estamos con la posibilidad de jugar en Interasociativo con chicas de Morteros, Suardi, San Guillermo y Brinkmann, jugamos cada 15 días y es más sencillo.

¿Qué les recomendarías a esas chicas que se interesan y dudan en sumarse a la disciplina?

Que vengan y prueben. A lo mejor les gusta o no, el deporte es salud y más un deporte que es para chicas y adolescentes donde la socialización es súper importante. Que estén adentro de un club, que vengan y prueban y hagan una actividad, no solo hay básquet femenino en la ciudad también hay muchas actividades. Yo hace desde los 15 años que juego y nunca se termina esa sensación en el estómago, esa ansiedad que se va cuando una toca la pelota por primera vez.