Fue un episodio que se ganó la aprobación de propios y extraños. Es que, a decir verdad, no es común ver hechos como estos en el fútbol de hoy en día.

Sucedió el sábado, cuando el Werder Bremen le ganó al Neremberg 2 a 0, en una nueva jornada, la 24ª, de la Bundesliga. ¿Qué pasó?, Aaron Hunt había logrado la chance de sentenciar la historia. Su equipo ya contaba con la ventaja de dos goles y el futbolista había conseguido, puesta en escena mediante, que el árbitro le conceda un penal que en realidad no existió: se tiró ni bien recibió el roce del defensor.

Pero algo pasó, porque tras escuchar el pitazo del juez, inmediatamente Hunt (capitán de su equipo) se levantó, miró al hombre de negro y le señaló que había incurrido en un error, que él había tratado de engañarlo, con un piscinazo.

Así, el juez revirtió su fallo y le concedió el saque de arco al equipo local.