Desde hace más de 30 años, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria –INTA– y el Ministerio de Desarrollo Social, a través del Plan Nacional de Seguridad Alimentaria, llevan a cabo el programa Pro Huerta.

El objetivo es impulsar la autoproducción familiar y en instituciones de alimentos sanos y diversos. Además de su amplia cobertura, se destaca por su acción en las ciudades, en tanto busca resolver algunas problemáticas vinculadas con la seguridad alimentaria, la salud, la recreación y el ambiente.

Fruto de todo este trabajo, el INTA tiene publicada una muy completa guía "Mi casa, mi huerta", que puede descargarse de forma gratuita en este enlace. Sus autores son Janine Schonwald y Francisco Pescio, y fue lanzada en 2015. Esta publicación con técnicas de agricultura urbana presenta diversas tecnologías productivas, implementadas por huerteros urbanos, escuelas y diferentes instituciones. Asimismo, ofrece técnicas innovadoras de cultivo de hortalizas y aromáticas. Y no se necesita un gran espacio o tierra, sino que permiten reciclar múltiples recipientes y aprovechar patios, balcones y terrazas.

Si bien la guía sugiere algunas ideas, sobre todo, invita a crear huertas a la medida de sus posibilidades. Incluye información sobre la siembra, la cosecha, las cosas a tener en cuenta antes de comenzar, el riego, los envases y hasta cómo controlar plagas e insectos.

De acuerdo con la perspectiva de la Soberanía y Seguridad Alimentarias, la Agricultura Urbana comprende la producción de hortalizas, frutales y animales de granja a escala familiar y comunitaria. Al evitar el uso de agroquímicos, esta actividad resulta sustentable y beneficiosa para el hábitat en general.

Asimismo, la producción de alimentos en la ciudad favorece el uso eficiente del agua, la energía y el suelo y ayuda a ahorrar energía, ya que productores y consumidores están más cerca entre sí. 

De este modo, la producción de alimentos agroecológicos en nuestra casa significa que podamos ser responsables del sustento propio. La autogestión es un valor muy preciado que el Pro Huerta multiplica día a día en cada una de las huertas escolares, familiares e institucionales del país. No obstante, los beneficios pueden ser muchos más.

El ProHuerta impulsa la utiliza­ción de técnicas productivas amigables con el ambiente, el aprovechamiento de recursos locales y el uso de tecnologías apropiadas que mejoran el hábitat y la calidad de vida de las familias produc­toras y sus comunidades.

Mi casa, mi huerta: la guía del INTA con todo lo que hay que saber para la huerta casera