Sin dudas, el aislamiento social y obligatorio decretado a nivel nacional ante el avance del coronavirus obligó a millones de personas a cambiar sus formas de relacionarse y trabajar en apenas unos días. Esto no fue la excepción para el ámbito de la educación en nuestro país, donde se mantienen las clases pero no de forma presencial en el aula. Y ante esto, docentes y alumnos debieron adaptarse para poder dar respuesta a la enseñanza y al aprendizaje, lo que implica todo un proceso que recién está dando sus primeros pasos.

Así fue como que comenzaron a implementarse, en los diferentes niveles educativos, distintas estrategias para lograr los objetivos pedagógicos y mantener los procesos de aprendizaje escolar. A prueba y error, a más de un mes de la cuarentena varios docentes consideran que hay dificultades pero que los objetivos se vienen cumpliendo.

Los docentes consultados remarcaron que deben atender situaciones muy nuevas en un contexto donde no todos los estudiantes tienen el mismo acceso a la tecnología, a un celular o una conexión a internet. Del mismo modo, subrayaron que están trabajando muchas horas e incluso más, ya que deben estar respondiendo mensajes y consultas a cualquier hora del día e incluso fines de semana.

Cómo es con los más chicos

A nivel primario, dos docentes contaron sus experiencias: Virgina Cordero, docente en el Centro Educativo 2 de Abril, y Mabel Fasano, de la escuela José Bernardo Iturraspe.

Cordero está a cargo de un plurigrado conformado por estudiantes de 4º y 5º grado. Su forma de trabajar cambió radicalmente desde que se decretó el aislamiento. Apenas comenzada la cuarentena, comenzó a imprimir las actividades para que los chicos puedan retirarla en la escuela, aprovechando que por entonces la mayoría todavía se llegaba para retirar los módulos alimentarios del Paicor. También creó una página de Facebook para que las familias pudieran estar enteradas de las novedades de la escuela, a la vez que pudieran descargar los contenidos y actividades curriculares.

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Virginia Cordero, docente en el Centro Educativo 2 de Abril.

“Algunas familias de nuestra escuela no cuentan con las herramientas tecnológicas para realizar de manera fluida una educación virtual, entonces fue un gran reto como docente encontrar los medios para que todos los alumnos tuvieran las mismas oportunidades. Tuvimos que buscar números de Whatsapp de familiares o allegados y encontrar un día a la semana donde poder llamarlos para hacer un seguimiento, para responder dudas, para ayudar. La familia está haciendo un gran trabajo en su casa. Nadie estaba preparado para esto, ni los padres ni los docentes”, aseguró.

Seguidamente insistió en que la desigualdad sirvió para tejer nuevas estrategias. “No tenemos las mismas oportunidades todos. Tuvimos que encarar las actividades de una forma distinta. Yo les paso las actividades una vez por semana. Trato con los que pueden de hacer charlas virtuales, con otros charlamos por audio, a otros con llamadas telefónicas, ellos me tienen que pasar las actividades cuando las terminan de realizar y ahí se les envían las nuevas", explicó Cordero.

En materia de contenidos, los mismos parten del Ministerio de Educación, pero con adaptaciones. “Como se trabaja la descarga de audios, videos o mapas, lo que hago es mandarles ya todo descargado para que no dependan de una señal de wifi. Es un reto muy grande, uno no está preparado para trabajar de esta forma, no porque no sepa usar la tecnología sino porque no todos tienen la posibilidad y no es para todos igual esta educación", añadió la maestra.

Por otra parte, subrayó que uno de los desafíos que se les presentan es que todos hayan tenido las mismas oportunidades el día en que retornen al aula. "Nos lleva muchas horas planificar las tareas de los alumnos para que les sea más fácil el contenido ya que no estamos presentes para ayudarlos. Y a veces los padres tampoco pueden quedarse en casa porque tienen que seguir trabajando. Entonces hay momentos en que los chicos se encuentran resolviendo las actividades solos. Tiene que ser algo didáctico para que ellos lo puedan hacer y entender las consignas”, fundamentó.

El trabajo desde casa, aseguró la docente, también implica organización. “Se nos mezcla la vida personal con el trabajo. No es lo mismo tener tu espacio para trabajar que, por ejemplo, tener también a tus hijos al lado haciendo las tareas. Las consultas de los alumnos no son en el mismo horario en que uno trabaja sino que son constantes. A lo mejor uno está cocinando y le llega un audio, un mensaje o llamada de un alumno que te pide ayuda con algo que no entendió. Entonces uno deja o no de hacer lo que estaba haciendo mientras contesta los llamados o manda un video porque uno entiende que a lo mejor el alumno se puso a hacer las tareas con sus padres y es el único momento en donde se puede sentar a hacerla. Y si uno no les contesta, se van a trabar en esa actividad y no van a poder seguir”, sostuvo.

A la vez, agregó: “Uno no tiene un horario fijo, se trabaja más y más horas. Cuando se escucha que los docentes no estamos trabajando o que no hay clases molesta, porque estamos trabajando mucho, comunicándonos con el equipo directivo, con los demás docentes, con las familias de los alumnos de una manera en la que no estamos acostumbrados, en la que no todos tenemos mismas herramientas para hacerlo. Pero se está logrando, la familia está haciendo un trabajo muy intenso con los niños, se están preocupando por conseguir esas herramientas para mantener a los chicos en esta educación virtual”.

Aprendizaje mutuo

En el caso de Fasano, docente de Lengua y Ciencias Sociales en 3º grado “C” y “D” de la escuela Iturraspe, el panorama es similar.

“De un día para el otro tuvimos que aprender nuevas tecnologías, nuevas formas de planificar, de reunirnos. Y todos los días estamos aprendiendo algo nuevo. Se envían las actividades todos los días, pocas, porque hay que tener en cuenta que los papás ya empiezan a trabajar o que a veces hay muchos niños en la casa o que a veces no tienen acceso a una computadora o a internet. Los días de materias especiales los niños también reciben las actividades a realizar, que generalmente son para dos semanas”, explicó

En su caso, recibe la ayuda de dos mamás que ofician de coordinadoras: “Yo les envío las actividades y ellas me envían sus respuestas a través de correo electrónico o Whatsapp. Yo luego hago una pequeña devolución por escrito o bien a través de un audio o video. En cuanto a la forma de planificar cambió totalmente, porque hay que ponerse en la piel del niño. Ahora las actividades, si bien a lo mejor son cortas, tienen la explicación a través de audio o video para que se entiendan correctamente. Todos los días estamos aprendiendo y vamos solucionando cada cosa. Los papás son muy dispuestos, siempre tuvieron en claro que no estábamos de vacaciones, sino que era una nueva forma de aprender”.

Fasano reiteró que las docentes no están de vacaciones. “Al principio me molestaba cuando había gente que no lo entendía. Incluso ahora, que dicen que las docentes enviamos muchas actividades, que no estamos corrigiendo o que los chicos van a perder el año. En este momento no se evalúa, por lo menos en primaria, sólo queremos saber si los niños están haciendo las actividades. Cuando volvamos se verá la forma de evaluar”, aseveró.

Adolescentes: más "cancheros" con la tecnología

En el nivel secundario el panorama es parecido, pero se cuenta con la ventaja de que los adolescentes pueden ser más autónomos. Aunque, de todas maneras, sigue presente la desigualdad tecnológica que coloca a los estudiantes en diferentes condiciones frente al resto.

Para Carolina Carle, profesora de diferentes materias en el IPEM Nº 315 “José Hernández” y en el Colegio San Martín, la nueva modalidad de trabajo implicó todo un desafío teniendo en cuenta que está al frente de diez cursos, con diferentes asignaturas. “Empezamos a utilizar Whatsapp porque era lo más fácil para llegar más rápido a los alumnos. En el San Martín nos organizamos con un profesor como coordinador de curso que baja la información a docentes que nos pasan los preceptores. En el IPEM Nº 315 directamente nos comunicamos con los preceptores”, detalló.

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Carolina Carle da clases en el Colegio San Martín y en el IPEM Nº 315 "José Hernández".

En cuanto a las plataformas con las que trabaja, enumeró el correo electrónico y el Google Classroom, más allá de que cada alumno tiene su número de celular por si necesita contactarla. “El problema que tenemos es que hay cursos en donde he recibido solamente tres o cinco trabajos”, comentó. Si bien son la minoría, los números dejaron en evidencia la desigualdad tecnológica. Así, resaltó que hay alumnos que no cuentan con celulares o internet o familias en donde hay un celular para tres o cuatro integrantes.

Tampoco hay horarios fijos: “Te levantás a la mañana y a lo mejor tenés 10 correos electrónicos o cinco mensajes de Whatsapp, tenés que ver de qué alumno es, de qué curso y colegio, y empezar a corregir y darle la devolución. Puede ser a cualquier hora del día y en fines de semana”.

Carle intenta que las clases sean más llevaderas, por ejemplo, mediante el uso de videos de Youtube como fuentes de información para hacer los trabajos. Sin embargo, atendiendo a la falta de oportunidades, también aporta material.

La docente consideró que la clase presencial no es igual a la virtualidad. “No es lo mismo ir a dar clases, donde tenés al alumno al frente y podés contenerlo, guiarlo o ayudarlo. En cambio así tengo alumnos a los que prácticamente no conozco, es muy difícil poder enseñar así y más cuando hay alumnos que no responden”, argumentó. De todas maneras destacó que con la mayoría “están al día” y que con los restantes se intenta ubicarlos y conocer los motivos de sus ausencias.

“Se necesita sí o sí la explicación del docente, es fundamental eso, que esté el docente asistiendo todas las dudas, espero que esto termine pronto para poder volver al aula”, opinó.

Escuela técnica

La escuela técnica es otro apartado. Los aspectos prácticos necesitaron, sí o sí, de la implementación de estrategias específicas para llegar a los estudiantes.

En la escuela PROA, por ejemplo, se están utilizando aulas virtuales. “Ya veníamos trabajando previamente, por eso el traspaso a la virtualidad fue un poco más tranquilo. Eso no implica que no tengamos desafíos porque los dispositivos tecnológicos que hay en las casas por ahí no son los mismos que tenemos en la escuela, requiere que los estudiantes se adapten a nuevas maneras de aprender”, expresó Ezequiel Ricca, docente en la institución.

Uno de los tutoriales realizado para los estudiantes de la escuela PROA.

Ricca agregó que se intenta respetar lo más posible el horario establecido en la escuela y que utilizan mucho las videollamadas para sacar dudas.

También en el Profesorado

Ricca, que también es profesor en el nivel superior, en el Profesorado de Matemática del Colegio San Martín, indicó que también en este nivel se usan las clases virtuales y las videollamadas.

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Ezequiel Ricca es profesor de nivel medio en la escuela PROA y de nivel superior en el Colegio San Martín.

“Estamos trabajando con aulas virtuales y un canal de Youtube. Estoy usando Google Classroom, subo las actividades los martes y después tenemos un grupo de Whatsapp para hacer más ágil la comunicación, en el caso de que ellos tengan alguna duda. También grabo tutoriales y explicaciones, las subo a Youtube y después les comparto el enlace. Y cada tanto también vamos teniendo videollamadas”, manifestó.

Seguidamente, se refirió a la búsqueda de dinamismo en las clases. “En ambos niveles tratamos de evitar el envío de guías para responder. La idea es que sea algo dinámico y que se produzcan situaciones de enseñanza y aprendizaje valiosas. Estamos readaptando todo el sistema educativo, digitalizándolo. Esto requiere otro tipo de habilidades que tanto profesores como estudiantes tienen que ir adquiriendo. Hay una buena respuesta”, reconoció.

De todas maneras, reconoció que con la virtualidad se dificulta el tema de las correcciones. "Lo que solemos hacer es explicar algún contenido, dar actividades tratando de que sean interactivas y después se trata de hacer alguna clase de consulta. Varias veces nos tomamos el tiempo de ir haciendo llamadas a todos los estudiantes para ver como están, si están cumpliendo las tareas, si hay algo que está pendiente. Hacemos mucho hincapié en hacer un seguimiento de los estudiantes para ver cómo están sus trayectorias. La idea es evitar que se atrasen y evitar también la desigualdad educativa”.

Finalmente, también hizo referencia a la necesidad de establecer horarios para trabajar. “Uno al estar en contacto con los grupos y al estar atendiendo consultas está trabajando durante todo el día. Entonces por ahí no hay una desconexión de la mente con el trabajo, es como que uno está todo el tiempo en situación de trabajo. Es un desafío para ir cuidando un poco la cuestión psicológica, tanto de los estudiantes como de los profesores”.