Hacer malabares para vivir. Literal. En el circo Atlas es Jeremías uno de los encargados de ocupar este segmento del show en cada función, aunque con la cuarentena obligatoria se volvió un trabajo de todos sus integrantes.

La compañía, de 20 personas, arribó con su colorida infraestructura a inicios de marzo y apenas pudo hacer un par de funciones en el predio de la Sociedad Rural antes de que se dictara en nuestra ciudad el cese de actividades que incluían público masivo por el Covid-19. Luego, les llovió encima el decreto de aislamiento preventivo, social y obligatorio. Desde ese momento y hace unos cuarenta días, quedaron varados sin poder trabajar.

Jeremías hace volar las mazas bien alto. Es jueves por la tarde y el sol ilumina a pleno. Está vestido de negro, impecable para una función sin público, al igual que algunos de sus compañeros: payasos y más malabaristas que se lookearon un rato para recibir a El Periódico.

“Lo que se extraña son las funciones, la gente, la vida normal”, reflejó el joven artista, quien a su vez hace malambo y le sobra coraje para meterse con su moto en el “Globo de la muerte”, uno de los atractivos del circo.

Lo normal para ellos además de actuar es viajar, vivir en sus casas rodantes en distintas ciudades durante el año. Por eso, la cuarentena los afecta no solo económicamente.

María Alejandra Montes de Oca, encargada y presentadora en escena, no pierde la sonrisa pese al momento y reconoce a los vecinos del barrio La Consolata que se acercaron a ayudarlos.

“Nos estamos solventando con la ayuda de la gente, vecinos que se acercaron voluntariamente y que nos venían preguntando cómo hacíamos o si teníamos una platita guardada para pasar este momento. Encima, la gente es súper amable porque venía y nos decía ‘les traigo esto, pero no lo tomen a mal’. Y la verdad que no porque es un gran gesto”, subrayó.

Freno en la época de arranque

Montes de Oca contó que, tras suspenderse los espectáculos públicos como primera medida en nuestra ciudad, pensó que era algo pasajero: “La primera idea era que en 15 días retomábamos, dijimos ‘esto queda intacto’ porque la esperanza era que se trataba de algo pasajero”.

Los artistas siguieron ensayando pero llegó el momento del anuncio presidencial del aislamiento obligatorio y la escena fue otra.

“Es dura la situación porque vivimos el día a día, el dinero guardado que podés tener se va terminando rápido”, explicó la mujer. La familia es oriunda es de Buenos Aires pero se la pasa más en la ruta viajando y llevando alegría a distintas provincias: “Vivimos en nuestras casas rodantes, somos una gran familia pero cada uno tiene su lugar. Esta es nuestra casa, la vida que llevamos”, aclaró Montes de Oca pensando que estarán en San Francisco seguramente un tiempo más.

Circo varado por la cuarentena: haciendo malabares para vivir

El inicio de marzo era auspicioso para las seis familias que componen el Atlas. “El circo funciona durante todo el año pero con caudales de público diferentes. Enero y febrero si estamos en un lugar de temporada turística funciona y es en marzo donde comienza el mayor caudal de gente. Pero apenas empezamos se cortó todo y quedamos tecleando, sin recaudar dinero para estar tanto tiempo sin trabajar”, resaltó.

La carpa, con capacidad para 350 personas, se encuentra ya desarmada dentro de un camión. En el predio se observa a lo lejos el “globo de la muerte” y el tráiler donde se elaboran los pochoclos y las papas fritas, sin acción.

Montes de Oca y su marido son la tercera generación del circo Atlas, que ya tiene tres décadas de trayectoria. Como en muchas actividades, en el circo el ingreso es semanal y surge de la venta de entradas, comidas y bebidas y el merchandising. Pero los gastos son variados: locación, luz, wifi en las casas rodantes y el combustible para moverse.

Lo que viene

Pensar en lo que viene en esta época donde día a día pueden modificarse las cosas es muy complicado.

“Llegamos con las mejores expectativas, trabajamos con un hermoso caudal de gente donde el público la pasó genial y estábamos a la espera de otro fin de semana a pleno”, recordó Montes de Oca.

El circo Atlas, que antes se denominó Montecarlo y luego American Show, era la primera vez que visitaba suelo sanfrancisqueño. “La idea era quedarnos todo marzo para ingresar luego a la provincia de Santa Fe y hacer vacaciones de invierno”, agregó.

Circo varado por la cuarentena: haciendo malabares para vivir

Con las familias apoyándose mutuamente, más la ayuda de los vecinos, los días pasan aunque reine la incertidumbre: “El circo es familiero, es su esencia y acá nos cuidamos entre todos, tomando los recaudos. Quizás uno no quiere ver más allá de la realidad que vivimos, pero tenemos la misma incertidumbre que todos los argentinos”, manifestó la entrevistada, asegurando que las preocupaciones “pasan hoy a ser otras”, en este caso la salud.

Sobre cómo transcurren los días de cuarentena, Montes de Oca reveló: “Intentando lograr fuerzas, para el artista es importante el espíritu, tratar de que no venga la flojera y seguir ensayando y entrenando”.

Jeremías lanza más alto las mazas. Milito, uno de los payasos, juega con cubos coloridos junto a un compañero. Otros malabaristas suman aros y pelotas. Así, el circo se puso en movimiento unos minutos confirmando que no hay pandemia que rompa con su magia y esperando que llegue el día en que el telón se vuelva abrir.