Actualmente, en el Cuerpo Activo de Bomberos Voluntarios hay 72 personas al servicio de la comunidad, pero hay un dato que se destaca: la mayor parte descubrió su vocación de servicio en la niñez. Luciano Castellari, hoy Oficial Inspector, es uno de ellos: a los nueve años entró a la escuela de Aspirante Menores, pero en la ciudad de Morteros. Hace 22 años que se trasladó al cuartel de San Francisco y en sus memorias sólo tiene recuerdos de su vida como bombero.

“Ingresé en mayo de 1986 a la escuela de cadetes. Tenía tan sólo nueve años, ya que nací en 1977 en esa ciudad. Entré a ser cadete por mi tío, que era voluntario. Él me llevó y después de ahí, no salí más. Hace 31 años que estoy dentro de la institución. Ser bombero es ser un servidor anónimo, no imagino mi vida sin serlo. Es un estilo de vida y sé que no voy a dejar nunca. Incluso después de retirado voy a seguir estando adentro”, remarcó Castellari.

El entrevistado comentó que “sus más allegados” también están involucrados con la organización. “La vocación termina acercando sin duda a la familia. Yo soy bombero, pero mi familia también lo es. Mi hijo más grande está en la escuela de aspirantes actualmente y el más chiquito todavía no puede entrar, pero dice que va a venir”, comentó.

Además, agregó: “Nuestra vida y nuestros cercanos giran en torno a la institución. Termina siendo un estilo de vida. Tu trabajo, salidas, vacaciones, fiestas, todo se relaciona a esto”. 

La vocación desde la cuna: “Ser bombero es ser un servidor anónimo”

Su experiencia como aspirante menor

En Morteros inició su paso como cadete y aseguró que recuerda a ese niño y su forma de “jugar” a ser voluntario. “Lo veía como algo muy grande, era como una película”, dijo. Sin embargo, admitió que no imaginaba a la profesión como lo que “realmente es”.

En cuanto a la modalidad de aprendices menores, Castellari recordó que se participaba de los encuentros solamente los sábados donde también se festejaban los cumpleaños de los compañeros y se hacían varios campamentos al año.

“A nosotros en la escuelita nos enseñaban mucho primeros auxilios y cómo rescatar a una persona. Siempre nos educaron a través del juego. Después con los años también se fueron inculcando otros saberes como los valores. El primer nivel en Morteros lo comenzabas a los 18 años y recién a mediados de los 19, podías egresar. Asimismo, dentro de nuestras actividades, participábamos en todos los actos donde los bomberos estaban involucrados”, recordó.

La vocación desde la cuna: “Ser bombero es ser un servidor anónimo”

El paso a San Francisco

En Morteros llegó a estar un año en el cuerpo activo y luego pidió el pase. Actualmente, el Oficial Inspector cumple 22 años de residir en San Francisco. “Llegar a esta localidad fue duro. No conocés a nadie y venís con una antigüedad donde pasás delante de otros. No conocía cómo se trabajaba, fue un período de adaptación largo y riguroso. El movimiento diario es totalmente distinto, te encontrás con siniestros en cantidad y de calidad”, comentó.

Castellari finalizó diciendo que pasó por todas las áreas de trabajo del cuartel, de las cuales en muchas “sigue ligado” hasta el día de hoy. Sin embargo, aseguró que siente más comodidad en el ámbito de salud, porque además de bombero es enfermero.