La expansión del coronavirus SARS-CoV-2 por todo el mundo muestra realidades que parecen sacadas de una película apocalíptica. Y día a día se toman medidas más restrictivas en muchos países para evitar o al menos ralentizar la expansión del virus, para el que todavía no existen vacunas y que a la fecha ya causó casi nueve mil muertes en todo el mundo. 

Algunos (muchos o pocos, es difícil saberlo) todavía creen que todo se trata de una exageración y que la Covid-19, la enfermedad que causa el nuevo coronavirus, es una simple enfermedad de moda, por lo que no cumplen demasiado el pedido de quedarse en casa o evitar el contacto social. Otros que llegaron de viaje de países en riesgo directamente demuestran su irresponsabilidad saltándose olímpicamente la cuarentena, hasta el punto en que tuvieron que ser denunciados. Y probablemente la mayoría, por suerte, acata las indicaciones y comprende que se está ante un problema muy grave que puede pasar a gravísimo, aunque todavía no lo veamos. Y ojalá que así no sea.

Aquellos que piensan que se trata de una gripe de moda o que todo es exagerado, pueden hacerse una pregunta: ¿por qué los gobiernos de las potencias mundiales tomarían costosísimas medidas que implican casi paralizar un país y cerrar fronteras por una simple exageración sin fundamentos científicos, solo para evitar que un virus cualquiera se propague entre sus ciudadanos? Los casi 600 muertos reportados el último miércoles en apenas un día en dos países con un vínculo estrecho con el nuestro, Italia y España, dan una respuesta: porque no es una gripe de moda. 

Hay un punto fundamental: una pandemia no es un asunto mío, del vecino, del gobierno o de cualquier otro, sino de absolutamente todos. ¿Por qué? Porque uno puede creer que no se va a enfermar o que si se enferma no le va a pasar nada grave y se va a curar, pero no se trata de eso. Se trata de que si uno se contagia puede a su vez contagiar el virus a otra persona. Que puede ser un amigo, una pareja, un familiar o cualquiera mayor de 60 años, que son los que se encuentran en peores condiciones para afrontar la enfermedad, sobre todo si ya tiene otra patología. Por eso no se trata de solo lo que me puede pasar a mí, sino a todos los demás.

Es sabido que la gripe estacional también deja muchas muertes por año y no por eso se pide que todo un país se ponga en cuarentena. La diferencia es que se trata de una enfermedad socialmente ya controlada, con vacunas y con inmunidad colectiva. Para el nuevo coronavirus la sociedad aún no tiene vacunas ni demuestra inmunidad colectiva. ¿Qué significa esto? Las sociedades se protegen de los virus limitando su circulación, para que no se reproduzcan entre las personas o lo hagan lo menos posible. Con la vacunación y con la propia inmunidad que generan quienes tuvieron la enfermedad y se curaron, al virus se le hace difícil circular y por eso deja de suponer una amenaza tan grave para la comunidad y el sistema de salud. Es una tarea que implica organización social y es lo que se denomina también efecto rebaño en la vacunación: al protegernos nosotros también protegemos a los demás, ya que evitamos que el virus "ande dando vueltas" y contagie a otras personas.      

Con la gripe estacional también se contagian muchas personas todos los años, pero no tantas ni todas al mismo tiempo como puede ocurrir con una pandemia. ¿Y cuál es el problema de que mucha gente se enferme al mismo tiempo? Que todos los sistemas de salud, incluso los mejores del mundo, tienen una capacidad limitada de camas y recursos. Y si la cantidad de enfermos supera la cantidad de camas de las terapias de los hospitales, mucha gente no podrá recibir atención médica y las muertes van a ser muchas más. Precisamente eso es lo que se trata de evitar: que el virus se descontrole y colapse el sistema de salud, una situación a la que se acercan en España e Italia, según las últimas informaciones de medios de esos países. 

Por eso es tan importante la simple medida de evitar los contactos sociales y quedarse en casa: porque el virus no se transmite de forma misteriosa o mágica sino que lo hace por contacto con otra persona infectada. Así de simple. La OMS explicó que la enfermedad puede propagarse de persona a persona a través de las gotitas de la nariz o la boca que salen despedidas cuando una persona infectada tose o exhala. Estas gotitas caen sobre los objetos y superficies que rodean a la persona, y por eso otras personas pueden contraer la Covid-19 si tocan estos objetos o superficies y luego se tocan los ojos, la nariz o la boca. También pueden contagiarse si inhalan las gotitas que haya esparcido una persona con Covid-19 al toser o exhalar.

Según la OMS, un 80 por ciento de los infectados se recupera sin tratamiento, mientras que alrededor de una cada seis personas desarrolla una enfermedad grave. Y sigue siendo muchísima cantidad de personas.

Crecimiento exponencial

Por otra parte, numerosos análisis de especialistas explican que el objetivo a lograr en Argentina es ralentizar la circulación del virus, de manera que el número de casos no crezca de forma descontrolada y provoque la saturación del sistema de salud, como se mencionó antes. Este crecimiento se puede medir estadísticamente en curvas y cuanto menos pronunciada sea la curva, mejor respuesta sanitaria se podrá dar a los casos. Por eso se habla también de aplanar la curva del coronavirus para que los casos no crezcan de forma exponencial, es decir, para usar términos sencillos, como si de golpe comenzaran a multiplicarse.

En España se considera que el coronavirus está todavía en etapa de crecimiento exponencial. Según los reportes oficiales del país ibérico, los casos pasaron de 2 a 100 en una semana. En la siguiente, de 100 a 1.000 y luego de 1.000 a 4.000 en cuatro días. Y en los últimos días están sumando al menos dos mil casos diarios.

Para hacernos una idea: el 1 de marzo España tenía solo 84 casos confirmados y apenas un muerto. La gente hacía vida normal. Para el 18 de marzo ya tenía 14.769 contagiados y 598 muertos. Italia superó los 100 casos recién el 22 de febrero, con 150. Al 18 de marzo ya tenía 35.713 contagiados y 2.978 muertos. 

Finalmente, hay que tener en cuenta que la cantidad de casos que hoy tenemos en Argentina son aquellos ya confirmados. Pero los casos reales pueden ser muchísimos más, es decir las personas que hoy estén contagiadas y que pueden desarrollar la enfermedad en los próximos días o que todavía no fueron diagnosticadas. Análisis estadísticos basados en la experiencia de países muy afectados, como China y España, señalan que cuando presentaban una determinada cantidad de casos confirmados, lo que en realidad estaba ocurriendo es que había muchísimos más aún sin presentar síntomas o bien sin diagnóstico.

La situación no puede trasladarse directamente a la Argentina, donde las medidas de emergencia parecen haberse tomado de forma más anticipada y todavía estamos en los meses de calor, entre otros puntos. Es algo que aún no sabemos pero que pronto se podrá saber siguiendo la evolución diaria de casos. Las autoridades provinciales ya advirtieron que el pico se espera en la segunda quincena de abril.

Lamentablemente, la emergencia por el coronavirus traerá graves consecuencias económicas y de salud, entre muchas otras. Ya lo está haciendo. Pero se puede pensar que si somos parte del problema propagando el virus con el contacto social, también somos parte de la solución para evitarlo. Con la misma responsabilidad que lo hacemos cuando nos vacunamos. Por eso: queda extremar medidas de precaución e higiene y seguir las recomendaciones y disposiciones oficiales. De lo contrario, los especialistas advierten que el coronavirus podría llegar a convertirse en un problema mucho más grave que de lo que hoy imaginamos.