Para Mauricio Barbero (36) elaborar cerveza es ciencia pura. Una constelación –define- que agrupa la química del agua, la malta y el lúpulo con sus variedades y las cepas de levadura. Conciso, agrega que no se trata ni de arte ni de magia.

“La elaboración de cerveza siempre tiene una explicación técnica y un trasfondo absolutamente científico”, asume este verborrágico cervecero de la ciudad que en cada palabra destila la pasión por lo que hace.

Barbero es un emprendedor nato pese a su corta edad. No porque haya iniciado varios proyectos sino porque desde que terminó el colegio secundario tenía en claro lo que quería emprender en un futuro no muy lejano y ya pensaba en cómo lograrlo.

“Empecé en el 2000 a recabar información, cuando no era muy didáctico internet. No había mucho en los buscadores, quizás algún libro en alemán o inglés traducido por un cervecero español”, empieza contando a El Periódico.

La curiosidad de saber de qué están hechas las cosas es lo que lo motivó a averiguar sobre algo que le gusta y mucho: la cerveza.

Primeros pasos

En 2009, Barbero realizó el primer curso de elaboración de cerveza para escala casera: “Empecé haciendo 20 litros para consumo personal y con amigos, la intención no era comercializar hasta no lograr algo bien bueno, porque es algo complejo. Primero hay que conocer mucho sobre esto y pasar la etapa de experimentación. Esa constelación de la que hablo es inacabable y el conocimiento científico avanza y nunca se termina de aprender”.

Y pese a que sus amigos le insistían en que tenía que meterse de lleno en este negocio, a Mauricio las primeras elaboraciones lo dejaron conformes, pero no del todo. “Con las primeras pruebas, a pesar de que había hecho un curso avanzado, me dije ‘acá hay cosas que seguir puliendo’”.

En el mientras tanto, Barbero cursó los primeros años de la Licenciatura en Biotecnología en la ciudad de Santa Fe, viviendo a sólo 300 metros de su emblemática cervecería, lo que alternó con otros emprendimientos como preparar alimentos y bebidas a través del manejo de la fermentación. Pero la aguja de su brújula nunca se movía: “Mi norte era en algún momento dedicarme a elaborar cerveza”, resalta.

Comienza a dar el salto

El 2015 fue un año de nuevos conocimientos para este emprendedor. Allí hizo un curso de experto en cerveza en Buenos Aires, donde tomó contacto “con el mundo más profesional” porque hasta el momento todo era casero. “Conocí buenos cerveceros, me ofrecieron laburos”, recuerda.

La cerveza artesanal que tiene su ciencia en la ciudad

Según Barbero, su próximo paso en ese momento era elaborar su propia cerveza con una inversión grande de por medio o trabajar en una cervecería grande para ganar confianza en el manejo del proceso a gran escala. Esto último fue lo que pasó. Primero tuvo un paso fugaz por la cervecería Checa, ubicada en la localidad cordobesa de Sacanta, para luego recalar en Ataliva Roca, La Pampa, en la firma Nuevo Origen.

En carrera

Febrero de 2019 fue el año bisagra de Barbero. Lo aprendido en una década le valió para abrir finalmente Aries (por su signo zodiacal), su microcervecería, iniciando con una producción de 700 litros mensuales hasta llegar a los 1200 en la actualidad.

“La apertura de Aries fue un empujón de la vida porque la cervecería en donde trabajaba redujo personal y arrancaron por mí porque era el último que había ingresado”, cuenta.

Radicado en San Francisco, con la cabeza quemada de leer tantos presupuestos onerosos para empezar de cero, una noticia le cayó del cielo. Un amigo que tenía bar en Entre Ríos y elaboraba cerveza iba a renovar su equipamiento, pero en vez de vender el que ya no iba a utilizar decidió dárselo a Mauricio, quien se había quedado sin trabajo. “Vos pagate el flete y yo te lo envío de regalo”, señala que le dijo.

Hoy, en su pequeña fábrica ubicada en el loteo Magdalena, Aries muestra en su carta 35 estilos de cerveza artesanal, de todos los colores, los que produce según la estación del año.

“Es una forma de hacer escuela esto de ir cambiando los estilos, es muy difícil que un sanfrancisqueño pueda tener la oportunidad de tomar cervezas que se toman en Europa y trato de incursionar en eso”, manifiesta.

Sus cervezas pueden probarse en el bar céntrico Yuri y también vende en su local, donde recarga los growler (botellones) de dos litros. También dispone de barriles de 5 a 50 litros.

Barbero recomienda emprender, pese a las trabas que puedan aparecer y en tiempo difíciles. “Cuando me preguntan no dudo, digo que sí. Pero Argentina tiene un ecosistema con mucha voracidad y demasiados predadores para los emprendedores como también un ecosistema de entidades que colaboran o ayudan. Pero por más que te capacites, te encontrás con la realidad que estás solo, que necesitás un volumen de inversión muy grande para crecer en medio de la competencia. Yo puedo decir que vivo de esto, mantengo a mi hija también, pero me encantaría dar trabajo local con Aries”, sueña.

Respecto a lo que viene, el joven emprendedor analiza que busca incrementar la producción para abastecer “adecuadamente” la demanda actual pensando en nuevos negocios y buscando llegar también a las góndolas de los negocios. Para eso, ya diseñó lo que serán sus latas de cerveza: “Tengo la oportunidad de ser más competitivo y lo tengo que aprovechar”, asegura.

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