Luis Vergnano (68) es un herrero jubilado y ya retirado de su profesión. Algo ermitaño, según él se describe, pero con un sinfín de historias para contar. Son 30 años vinculados a la herrería, principalmente a la construcción de accesorios para motos antiguas, una pasión irrenunciable que aún perdura y que en la actualidad mantiene como un pasatiempo.

En su pequeño taller ubicado en barrio La Milka este vecino de San Francisco guarda una historia muy particular vinculada a los fierros de colección. En este caso las motos antiguas.

A pulmón

“Me vine del campo hace 32 años y no tenía trabajo, no sabía qué hacer, estuve trabajando en alguna fabrica, pero después empecé a hacer herrería de obra”, cuenta Luis. “Como era muy pesado para hacerlo solo, al poco tiempo empecé a hacer accesorios para motos antiguas. De a poco fui aprendiendo el oficio de herrería y empecé a restaurar”, agrega.

“Hice manubrios, soportes de baterías, farolitos, escapes, asientos. Cosas que no vienen originales porque no lo hacen en serie, es todo artesanal”, describe Luis.

“La primera moto que hice fue una Gilera Sport 150. Después surgió una Ferrari 808 con motor Sachs. Trabajé en motos Puma y algunas inglesas. Empecé en un lugarcito chiquito, en mi lavadero, pero después me armé un tallercito al fondo de casa, fui comprando herramientas y otras me las hice yo a medida para trabajar”, señaló.

Los primeros años fueron difíciles y Luis recuerda que fue todo a pulmón. “Me fui haciendo conocido porque me iba con la moto a Diamante -al motoencuentro nacional-, armaba un stand y de boca en boca entregaba folletos. Después ya con las redes sociales y el internet me hice más conocido”, explica.

Luis Vergnano, artesano de los fierros
Vergnano montó su taller en el fondo de su casa, todo a pulmón.

Pasión por la restauración

Luis confiesa que tiene una fascinación por la restauración de motos. Son sus preferidas las inglesas. “Tengo una Triumph Speed Twin 500cc de 1947 y una BSA 250cc de 1949, pero tengo también una NSU 250cc de 1950”, detalla.

“Es la satisfacción de hacerla, el desafío, una pasión que uno tiene por estos cachivaches viejos. Cuanto más desarmadas están, mejor. Las cosas que no hay las fabrico o las consigo. Ahora por internet se consigue mucho”, asegura.

Fuente de consulta. Vergnano sostiene que constantemente llegan personas para realizarle consultas. “En la medida que puedo les doy una mano, les explico lo que sé y cómo lo pueden solucionar. Pero ahora por lo económico se puso difícil para todos”, explica.

Además, este “fierrero” se encuentra trabajando en una Guzzi Cardellino de 1957 y en una Parilla 350cc. de un amigo. También tiene dos Gilera, una Supersport y otra 500cc que restaurará en un futuro cercano, además de una Benelli.

Luis cuenta que su hijo Ricardo comparte su pasión por las motos antiguas. “Él hace desguace, vende y repara autopartes. Yo lo hacía, pero no me daba el tiempo ni el lugar. Hemos traído de Córdoba un chasis lleno de Pumas, Siambrettas, Guzzis y Gileras”, señala.

“He restaurado unas 20 motos, la mayoría mías que luego fui vendiendo. Además, en mi taller habré hecho unos 500 cubrecadenas para motos Puma, y otros 500 asientos para motos inglesas. Siempre quise hacer un cuño con mis iniciales para llevar la cuenta, pero nunca los hice”, dice Vergnano.

Luis Vergnano, artesano de los fierros
Luis se encuentra trabajando en una Guzzi Cardellino de 1957