Henry Yennerich parece no envejecer. Y el que lo ve después de un tiempo se lo hace notar. Aunque eso –confiesa- lo molesta un poco. Tiene 51 años y sigue luciendo, como hace por los menos 30, el cabello a los hombros. Es profesor de guitarra y en 1989 se convirtió en maestro de Música en la escuela “José Bernardo Iturraspe”, profesión que no nació de una vocación pero que al hallarla en su vida –afirma- la abrazó: “No es cierto que no me pasa el tiempo. No juego más al fútbol, no puedo estirar la pierna de este modo (señala con su mano una altura), cuando tengo un grado movido termino agitado”, resalta entre risas. 

Henry es un emblema del colegio que este 2019 cumplió 125 años y uno de los docentes más antiguos en la actualidad. También tiene algunas horas en la Primera Junta, aunque se lo identifica más con la Iturraspe.

Su misión es enseñar música y cada día reúne a sus alumnos en la clásica sala destinada para ello. Allí dentro donde casi todo se mantiene igual desde su creación se encuentra su guitarra, un piano, un órgano y clásicos instrumentos como el xilofón, el toc toc, entre otros. También aparece una guitarra eléctrica, como muestra de lo “nuevo” a lo largo de su carrera. 

Para Yennerich, la música es un “juego” basado en sonidos y silencios. “Lo que se busca es que guste, una vez que le encontrás ese gusto lo definís como música. Después está la teoría que engloba la música y que hace que ese juego lo estructures en formas”, explicó a El Periódico.

Este viernes 22 de noviembre se celebra el Día de la Música, lo que para el docente “es parte ineludible del ser humano”.

- ¿Por qué enseñar música es importante en las escuelas primarias? 

Hace mucho que se trata a los chicos desde una visión integral, de verlo desde distintas áreas y no solo desde lo cognitivo. Y la música abraza esa integralidad, por sus componentes, porque podemos tocar juntos y nos socializamos, porque hay que respetar al otro esperando el turno. Ahora en la educación se trabaja sobre las distintas competencias y capacidades, dejando un poco el contenido al servicio de eso. La enseñanza de la música para los chicos fue, es y será importante aunque haya baches en el sistema educativo con respecto al abordaje.

- ¿Qué tipo de baches?

Hay baches porque hay chicos que no tienen Música porque no se cubren cargos y nadie reclama por ello y hay chicos a la deriva en este sentido. Eso a mí me pone mal. Para mí es muy importante para el chico la educación musical y una pata que le falta al sistema educativo es asegurar los derechos de los alumnos a una educación integral donde la música es parte irremplazable.

“La música es parte irremplazable en las escuelas”

- Me imagino que intentás desmitificar que la clase es una especie de hora libre. Sucede con Educación Física también. ¿Cómo es la clase de Música? 

Es una parte linda de la educación, donde como en Educación Física hay un espacio distinto, una conexión con algo que le va a gustar al chico. Alguien que les canta, que les muestre un ritmo y saber ellos cómo hacerlo. Claro que no es una hora libre, no es así. Si depende del docente que la clase esté al servicio de una experiencia de aprendizaje, como lo puede ser jugar o leer un cuento.

- ¿Fue grande la evolución en las clases en estos 30 años de docencia?

Hubo muchísimos cambios, desde los soportes que había antes, el disco, algún casete que era más complejo a la practicidad a ahora tener una notebook y encontrar enseguida el tema que buscás. Eso está todo al alcance de la mano. Pero están las cosas que quedan, yo me pongo a cantar ‘Mi burrito cordobés’ (1973) a los chicos y lo mismo que les pasa a hoy a los chicos les pasaba a los de décadas pasadas. O le das dos palitos para que hagan música y que toquen en el piso y esa magia sigue estando, se combina lo básico, lo primitivo y lo nuevo. 

- Por lo que se observa los viejos instrumentos siguen estando vigentes.

Sí. También tenemos una guitarra eléctrica y un órgano para mostrar otros sonidos, pero no nos preocupa tanto eso sino la experimentación o vivencia que se tiene con el ABC de la música, la melodía y el ritmo.

Yennerich se considera un hombre del rock, adorador de genios de la música como Luis Spinetta, Charly García y Pappo Napolitano, entre otros, y de Los Beatles, Queen y AC/DC a nivel internacional. Sin embargo, debe lidiar con lo nuevo que es lo que suelen pedirle sus pequeños alumnos.

- ¿Cómo te llevás con los nuevos géneros?

Pésimamente mal. Ahora estamos con Paulo Londra… (ríe), rescatándole cosas, ritmos que sacamos de su trap y que lo pusimos en función de las actividades. Pero debe venir de ellos. Me cuesta meterme en ese mundo, soy profesional, claro, pero puedo cubrir mis contenidos con otra música que me guste. Pasó con el cuarteto, pero ahí rescato una marcación del tiempo. También las letras tienen que aportar algo rico escolarmente. María Elena Walsh a todos los chicos le gusta, son ricas sus letras, sus melodías, por ejemplo.

- En tus inicios te veías en este mismo lugar después de 30 años?

No lo pensaba pero lo quería. Hay gente que dice que está mal, que uno se aburguesa, treinta años en este mismo lugar, la misma sala, el mismo piano… pero soy inquieto y no me aburgueso. Es raro que repita las mismas clases, por eso me gusta venir. Es un trabajo, pero el 70 por ciento del éxito está en cómo planificás la clase antes de abrirle la puerta a los chicos. Después hay imponderables.