Con el fin de preservar a esta especie esencial en nuestras vidas, Bomberos Voluntarios de San Francisco informó a toda la comunidad que no se harán más extracciones de abejas. A partir de ahora derivarán los casos a distintos apicultores para que intervengan.

El jefe del Cuerpo Activo, Hobey Salvático, explicó a El Periódico el porqué de esta decisión: “Era un reclamo de las asociaciones ambientalistas por la importancia que tiene la abeja para la naturaleza. Como ciudadanos no estamos ajenos a esto y ante un llamado por abejas, directamente tenemos contactos con diferentes apicultores a los cuales derivaremos el pedido a ellos”.

Según el jefe de Bomberos con la llegada de las altas temperaturas es cuando comienza la producción en la colmena y ésta se divide. “Ya sea una colmena fabricada o natural al haber muchas abejas nuevas crían otra reina y es la que sale y enjambra en distintos lugares. Son esos montones de abejas que se ven colgadas de la ramas o que hasta se las ha visto en los paragolpes de los autos. Pero esa reina que sale con un grupo de abajas se van alimentadas, dan vueltas tres o cuatro días, pero como están alimentadas esas abejas no atacan, no hay que matarlas porque no generan ningún tipo de riesgo”, expresó.

Antes

Anteriormente ante los llamados los bomberos asistían al lugar y las capturábamos, y si tenían algún apicultor que pudiera retirar esos enjambres se los entregan, sino muchas veces debían matar esas abejas.

“Hemos decidido ya no matarlos tenemos datos de varios apicultores que ellos pueden retirarlas y les servirá para la producción”, destacó Salvático.

Las abejas tienen una función preponderante no solo en la producción de miel sino en el equilibrio de los ecosistemas, puesto que son las principales polinizadoras de las plantas, tanto silvestres como cultivadas, y facilitan así su perennidad y la biodiversidad. Gracias a las abejas, el hombre obtiene cosechas abundantes de frutas y verduras.

La desaparición de estos polinizadores claves, ya sean de cría o salvajes, representaría un desastre en términos biológicos, agronómicos, medioambientales y económicos. Preservar la buena salud de estas poblaciones de insectos polinizadores, que agrupa más de 17.000 especies referenciadas, constituye un desafío sanitario crucial que merece toda la atención de la comunidad mundial.