“Seis mil pesos” hubieran evitado la muerte de Sandra Martín. La frase es descabellada, pero existió. No fue en el juicio a quien la mencionó, 

Jesús Campos, pareja de la mujer por más de 30 años, sino en una de las entrevistas que peritos que trabajaron en la causa le realizaron previo a que la Justicia lo condenara a 10 años de prisión por homicidio.

Ese dinero –según les dijo a los profesionales que lo entrevistaron en esa oportunidad- era el que Campos necesitaba para arreglar el embrague del auto que usaba como remis. Con el vehículo roto sobrevinieron los problemas económicos que, se demostró en el juicio, fueron uno de los motivos que llevaron a la pareja a tomar la decisión de hacer un “pacto suicida” y acabar con sus vidas, algo que finalmente el acusado no pudo cumplir.

Esa frase fue el foco de una importante discusión sobre la imputabilidad de Campos. Es que para los peritos oficiales, este tenía sus facultades mentales conservadas. Pero para los peritos de control, se encontraron componentes psicóticos en su personalidad, conclusión a la que arribaron tras esa frase que “escapaba del sentido de realidad”, aclararon ante su descontextualización.

La Justicia consideró a la pareja de Sandra, con quien tenía tres hijos, responsable de “homicidio calificado por el vínculo", aunque -agregaron desde el tribunal- "mediando circunstancias extraordinarias de atenuación", lo que provocó una pena más leve.

El caso se reconstruyó con las declaraciones de testigos. Faltó, lamentablemente, la versión de la víctima. 

Las audiencias 

Durante el proceso judicial no se discutió la responsabilidad de quien se encontraba imputado por homicidio, ya que lo confesó el primer día y pidió disculpas. Lo que se puso en tela de juicio fueron las circunstancias extraordinarias en que ocurrió el hecho de sangre.

Desfilaron durante tres días 10 testigos, entre los que estuvieron sus hijos, ex compañeros de trabajo del hombre, un policía y los peritos.

“Tomaba desde que se levantaba”, “era muy violenta, muy mala, me maldecía” o “siempre andaba con un cuchillo, se había cortado los brazos, le pedimos que se interne y ella no quería”, fueron algunas frases de uno de los testimonios más duros: el de su hija mayor Victoria. 

También repasó los trabajos que tuvo su padre y culpó a su mamá de obligarlo a dejarlos por diversos motivos que iban desde celos con compañeros de trabajo, los minutos de viaje a El Tío, por ejemplo, donde estaba una de las fábricas, hasta “la envidia de los vecinos”, cuestión que los llevó a cerrar una despensa, una casa de estampados y hasta una rotisería. 

Victoria contó que su mamá llegó a consumir alcohol etílico con jugo, que combinaba con dosis de ansiolíticos con Clonazepam, pero que intentaba esconder su condición frente a su padre, sobre quien dijo, trabaja todo el día. Recordó que la mujer debió ser internada dos veces por cortarse sus brazos y que, en una de esas internaciones, escapó. “Tenía una actitud negativa con la vida, veía todo lo malo”, rememoró. 

Respecto a su padre, contó que para él “no era una opción” separarse, sino por el contrario. “Mi papá nunca abandonó a mi mamá, estaban juntos siempre, cuando mi mamá estaba bien había mucho amor incondicional, como Romeo y Julieta, iban a morir juntos”, manifestó.

Esos fragmentos y otros tantos de su declaración dieron cuenta del duro entorno familiar teñido por la enfermedad de la mujer y sus constantes intentos de suicidio y del sometimiento hacia su pareja, según los testimonios. 

Los otros dos hijos fueron en una línea similar a su hermana. Los tres dieron cuenta de que el entorno los llevó a abandonar la casa parental y a cortar la relación. Los padres solo continuaron el vínculo con Victoria, que a raíz de problemas económicos los invitó a vivir a San Francisco (desde Arroyito, donde vivían) a cambio de cuidar a su hijo, nieto de la pareja. Pero luego de que su madre empeorara en su consumo de alcohol, el que había mermado tras una promesa, los echó de su casa y les quitó el cuidado de su nieto. El episodio desencadenante ocurrió un día en que su madre se desvaneció camino a la guardería a consecuencia, según de declaró, del consumo de alcohol. Ello quebró la relación entre ambas. 

Pacto suicida 

Otro testimonio duro de escuchar fue el brindado por un policía que dio detalles de la escena con la que se encontró al arribar a la casa donde ocurrió el homicidio. Entre otras cosas, el oficial inspector habló de sangre, precintos y hasta una soga en el lugar, que coincidían con la coartada de los intentos de suicidio del hombre.

La versión de un “pacto suicida” entre ambos quedó prácticamente acreditada con el testimonio de Campos y con la existencia de una carta encontrada en la escena del crimen, escrita detrás de un curriculum por ambos, cuya caligrafía fue reconocida por sus hijos. Se trató de una carta de despedida, a modo de testamento, en donde la pareja anunciaba su decisión y realizaba una especie de división de bienes. En la misiva, la mujer también recriminaba la actitud de su hija mayor, que les quitó el cuidado de su nieto. 

En medio del juicio se discutieron, también, cuestiones como la personalidad de Campos y si aspectos de la misma podrían o no hacerlo inimputable. Así, peritos dedicaron un gran párrafo a cuestiones psicológicas y psiquiátricas: se definió psicosis y dentro de ella a los delirios y las alucinaciones, entre otras cosas, e incluso llegó a mencionarse el trastorno psicótico compartido. Todo ello a partir de conclusiones diferentes entre la pericia oficial y la de control (ésta última agregaba componentes psicóticos a la conducta de Campos).

Los alegatos

Durante todo el proceso, la fiscalía sostuvo que el consentimiento de la víctima no exonera de culpa y que la condición de la mujer, que sufría de adicción al alcohol, no permitía que esta pudiera prestar su aprobación. También refirió a que el hombre estaba en uso de sus facultades mentales al momento de ocurrido el hecho y negó que existieran circunstancias extraordinarias donde Campos no hubiera tenido otra opción que matarla.

Por el contrario, la defensa, a cargo de Héctor Flores, cuestionó que se diga que Campos no pidió ayuda y apeló al contexto en que se produjo la muerte. Sostuvo que fiscalía no evaluó el caso en particular y criticó que se colocara al imputado como el único culpable cuando nunca recibió ayuda de terceros y, a pesar de ello, no abandonó a su mujer. También, el abogado negó que la muerte de Martín le hubiera traído algún beneficio a Campos, sino por el contrario, colocándolo como parte del desenlace y no como el instigador.

12 

de noviembre serán los fundamentos de la sentencia