El paisaje campestre se topa de golpe con lo urbano. Una calle separa a un campo de una vivienda. De un lado banquinas, pastizales y un alambrado, del otro, cordón cuneta y vereda. De un lado caballos que forman parte de la vida de campo, del otro, personas que llevan adelante su rutina diaria en la ciudad.

Dentro del ejido urbano de San Francisco se estima -según fuentes consultadas- que existen alrededor de 850 hectáreas de campo que todavía no fueron loteadas. En muchos casos quedaron improductivas tras aprobarse en 2006 la ordenanza municipal N° 5531, que establece una zona de resguardo ambiental en beneficio de la población, donde está prohibido el uso de plaguicidas. En otras, la actividad es escasa, ya que quienes las explotan sólo se limitan a hacer fardos.

Los propietarios de estas tierras, concentradas en pocas manos, por alguna cuestión decidieron no lotearlas, por lo que quedaron en medio de los distintos barrios. Es así como se pasa de la ciudad al campo y viceversa  en unos pocos minutos.

Este escenario complota contra una ciudad compacta y sustentable, que es la tendencia del urbanismo contemporáneo, es decir, ciudades sin vacíos urbanos para evitar que haya infraestructura sin uso o subutilizada. Por citar unos ejemplos, el cordón cuneta de Av. de la Universidad en el margen oeste sobre un campo, la red de gas para barrios alejados como Maipú y Savio o el alumbrado público del camino a Plaza San Francisco.

Significan obras que fueron concebidas para ser usadas por muchas personas. Sin embargo, su aprovechamiento actual no siempre se condice con su capacidad total. La contracara es que fueron costosas hacerlas, al igual que su mantenimiento en la actualidad.

Hay más de 850 hectáreas de campo en medio de la ciudad
En algunos de los campos solo se limitaron a hacer fardos ante la ordenanza que prohíbe fumigar 

Crecer al ritmo inmobiliario

El boom inmobiliario que se inició por el 2005 generó expansión, en muchos casos sin planificación sobre la disposición del suelo. Por ello los límites entre la ciudad y lo que la rodea no son claros. Y por consecuencia, el Estado municipal debió correr tras la demanda de servicios e infraestructura para los nuevos barrios, ya que sus habitantes sufrieron por la falta de estos.

El ingeniero Héctor Aylagas, secretario de Obras Públicas del municipio en la década del setenta, apuntó a que se les exigió poco a los desarrollistas al momento de lotear: “Ahí está dibujada la situación actual, con un verdadero problema para la ciudad”, sostuvo en diálogo con El Periódico. “Si se hubiera hecho todo con infraestructura sería otra cosa, pero vimos que de un lado salieron pidiendo cordón cuneta, de otro lado el gas; todo se debe a la falta de planificación, algo que en la ciudad se había cuidado tanto, de avanzar moderadamente”, recordó en tono crítico.

Según Aylagas, San Francisco crece a razón de un habitante por día: “Al año sumamos unos 400 habitantes más, entonces, considero que hemos extendido la ciudad irrazonablemente”, indicó.

El crecimiento exponencial o ilógico, según el ex funcionario, no fue acompañado de obras cloacales y pluviales, por ejemplo, lo que complicó las cosas. En algunos sectores nuevos, cabe recordar, ante copiosas lluvias las calles solían quedar anegadas por varios días.

Corregir sobre la marcha

Ante este escenario, en diciembre de 2012, el Concejo Deliberante aprobó el Plan de Ordenación Urbana y Territorial, un instrumento de planificación local que describe “la política general de distribución de la población y usos de la tierra, el fomento de la producción, las prioridades de desarrollo físico urbano-territorial, y la coordinación de las inversiones públicas y privadas de interés municipal”.

En lo que respecta a la clasificación del suelo, se detallaron tres tipos de categorías: el suelo urbano, que es lo que ya está poblado; el suelo urbanizable, que son las hectáreas que quedaron en el medio, y el suelo no urbanizable, donde se encuentra prohibida la parcelación y urbanización y donde existen áreas recreativas (plazas, espacios públicos, predios de clubes o instituciones) o se produce la explotación agropecuaria.

Hay más de 850 hectáreas de campo en medio de la ciudad
Clasificación: en rojo "suelo urbano"; en azul "suelo urbanizable" y en verde "suelo no urbanizable" 

Asimismo, el intendente Ignacio García Aresca decidió introducir cambios en los requisitos para aprobar loteos, exigiendo desde el año pasado tres obras clave a los desarrollistas: calles pavimentadas, cloacas e iluminación con luces led.

Según datos de la Secretaría de Infraestructura de la Municipalidad, en los últimos diez años San Francisco amplió un 35% su mancha urbana, en una superficie que comprende 8.500 hectáreas.

El noroeste fue el sector que más se desarrolló –pero que también más inconvenientes tuvo- mostrando en la actualidad loteos residenciales grandes, con varias familias viviendo, pero también con zonas por poblar todavía. En el sur, la expansión fue menor, aunque importante con la incorporación del loteo Brisas del Sur y lo que será el Complejo Procrear, que ofrecerá 432 viviendas.

Obras en ejecución

En 2015, el gobernador Juan Schiaretti anunció para San Francisco la ejecución de obras de cloacas y la ampliación de la Planta depuradora que debe recibir los líquidos cloacales. También la construcción de una nueva cloaca máxima con nueve mil metros de longitud, entre otras obras, por un valor cercano a los 500 millones de pesos. En la actualidad, esta última muestra un avance en los trabajos superior al 80 por ciento, por ejemplo.

Dichas obras prevén beneficiar a todos los habitantes de la ciudad (más de 61 mil), aunque proyectada a futuro para una ciudad con 130 mil habitantes.

Qué hacer con el suelo “urbanizable”

Fuentes municipales confiaron que existió una idea para avanzar en una ordenanza tributaria que obligara a los propietarios de los terrenos de la categoría “urbanizable” a lotear. Aunque no hubo definiciones.