Uno de los actos mejor logrados de Les Luthiers es aquel en que crean una comisión política para cambiar la letra del Himno Nacional de nuestro país. Entre las reformas, proponen incluir a Noruega como un país enemigo, ya que, si algo sale mal en el Gobierno, se necesita un país lejano para poder echarle la culpa. "Total, la gente qué sabe", rematan.

Es conocida la tradición de culpar a los demás en toda la clase política de nuestro país, que en algunos casos supera a cualquier guión humorístico. No es de ahora, pero fueron las principales justificaciones que ensayó el presidente Mauricio Macri en estos días tras la abultada derrota electoral del pasado domingo que lo deja con un pie afuera de la Casa Rosada en octubre, salvo sorpresa mayúscula. Palabras más, palabras menos, lo que Macri y Pichetto dijeron es que la culpa de la grave crisis económica que otra vez azota al país la tiene el kirchnerismo y también los votantes que no supieron ver las supuestas reformas para bien que se están llevando a cabo en Argentina.

Durante más de tres años Macri no desaprovechó oportunidad para echarle la culpa a la “pesada herencia” del Gobierno anterior por los problemas del presente. La novedad ahora fue que se la endilgó a un posible futuro Gobierno que todavía no ganó la elección. Hasta ayer fue culpa de otro. Desde hoy, también.

La otra costumbre de muchos políticos de todos los signos es culpar a los votantes. Cuando te votan a favor, los argentinos son maravillosos y juntos somos imparables. Cuando no te votan, el problema es que la gente no entiende el mal que se avecina. O directamente es que hay “generaciones que no tienen ningún tipo de valores, no tienen educación, no conocen la cultura del trabajo y quieren todo de arriba”, según entendió el concejal electo de Juntos por el Cambio en San Francisco, Angelo Cornaglia.

En sus disculpas grabadas, el presidente consideró que el plan de Gobierno exigió mucho a los argentinos. “Lo que les pedí fue como escalar el Aconcagua”, resumió Macri. Así, otra vez trasladó la culpa a los ciudadanos, quienes no fueron capaces de lograr esa proeza del andinismo por el bien del país, cuando los resultados de la elección muestran que para los ciudadanos fue él quien no estuvo a la altura de las exigencias que le encomendaron.

La realidad es la única verdad. Y la realidad es que durante el gobierno de Mauricio Macri empeoró la gran mayoría de los indicadores económicos y aumentó la pobreza. El salario se devaluó, hay menos empleo, las jubilaciones perdieron por goleada ante los precios, creció la deuda externa y la inflación casi se duplicó respecto al 2015, que ya era muy elevada. Y así se podría seguir con muchos otros indicadores que evidencian los resultados de esta gestión de Cambiemos. Esto no hace mejores a los gobernantes anteriores, ni tampoco a otros candidatos.

No se trata de tener buenas o malas intenciones, se trata de hechos. Se pueden grabar muchos videítos en Instagram, ir a cortarse el pelo en helicóptero o pasar a comprar churros por panaderías del interior para causar simpatía. El presidente puede hacer eso si le divierte, no es ningún delito. Pero eso no va a tapar lo que hay en la calle detrás de todos esos indicadores económicos y sociales. Y en cuatro años, son bastante peores que antes.