Lucía Ledesma (20) un día se animó. Observó que, en la ciudad de Córdoba, donde vive actualmente y cursa el primer año de Artes Visuales en la UNC, podía hacer algo por el medioambiente: reciclar botellas plásticas, como por ejemplo las de gaseosas, muy utilizadas y las cuales necesitan alrededor de 500 años para desaparecer de nuestro planeta. Sí, una eternidad.

Oriunda de la ciudad de Frontera, a través de su cuenta de Instagram subió un par de historias para contagiar de verde por estos lados. Y logró conseguirlo porque su mensaje enseguida encontró receptores. Uno de ellos fue Ana Paula Dambolena (19), quien vive en barrio Bouchard de San Francisco y asegura que desde hace más de un año en su casa se recicla.

Ambas coincidieron en la plaza local el pasado fin de semana, junto a unas ocho personas más que decidieron sumarse a la movida. Allí se conocieron personalmente y empezaron a intercambiar ideas, conocimientos e inquietudes con el fin de generar “ecoladrillos”.

Julia Gibellini también es sanfrancisqueña. Desde hace varios años cambió sus hábitos alimenticios y decide compartir información que obtiene y también experiencias a los demás. Indirectamente, su conducta juega a favor del medioambiente.

Se trata solo de tres casos de jóvenes de estos lados que forman parte de una generación más comprometida con el medio ambiente y la sociedad, que se informan pero que no guardan sus conocimientos, sino que los transmiten y buscan con pequeños actos cambiar algo, aunque sea mínimo.

Una de las últimas encuestas anuales de Global Shapers, que ha sido difundida por el Foro de Davos, indicó que al 48.8% de los millennials del mundo -los que tienen ahora entre 18 y 35 años- lo que más le preocupa es el cambio climático, destacando que el desafío global más importante de nuestro tiempo es el cambio climático y la destrucción de la naturaleza. Todo un indicador de estos casos que presentamos.

Construir con ecoladrillos en la ciudad

Lucía decidió usar sus redes sociales con la idea de iniciar un movimiento ecologista en nuestra ciudad: “Estuve averiguando con los escasos recursos que tengo si había algún centro de reciclaje en San Francisco y al parecer no. Se me ocurrió junto con otras personas empezar a movilizar, concientizar sobre esto…”, escribió para empezar. Luego, en otro mensaje, convocó para el sábado (del pasado fin de semana) en la plaza Vélez Sarsfield para hablar de compost, ladrillos de amor y reciclaje. Términos que por estos lados se escuchan muy poco.

Ledesma explicó que lo suyo “surge de una inquietud personal, al haber tanta información uno no puede no involucrarse y tratar de hacer algo”. La joven se considera parte del proyecto de Greta Thunberg, "Fridays For Future" (viernes por el futuro), quien con 15 años (hoy tiene 16) decidió alzar la voz alertando y exigiendo medidas para el calentamiento global.

“Mi familia y mis amigues de la ciudad vimos que no había movimiento y quise involucrarme y abrí invitaciones a través de mis redes personales, se sumó gente, largamos un grupo de WhatsApp para conocernos y compartir información. Nos pusimos en contacto con Ana Paula y el sábado nos juntamos en la plaza. Nuestra idea es generar basura cero, la mayor problemática es el plástico en el mundo, el 50 por ciento de la basura se puede compostar pero el plástico no”, manifestó en diálogo con El Periódico.

Ladrillos y botellas

Ledesma explicó que existen dos formas de tratar de combatir la masividad de los plásticos: el “ecoladrillo” y la “botella de amor”. El primero se usa para la construcción y el segundo para la elaboración de muebles y mobiliario.

“El problema en San Francisco es que no hay un centro de reciclado para las botellas, por eso decidimos empezar a hacer el ecoladrillo y difundirlo”, consideró.

Los ecoladrillos son una solución muy eficiente porque no solo se pueden armar en casa sin mayor esfuerzo, sino que también se convierten en un material de construcción de bajo costo y, aseguran ellos, de alta calidad. Se trata de la combinación de dos tipos de desechos que producimos en el hogar: las botellas PET y los envoltorios plásticos. No se trata de un proceso engorroso de reciclaje: como los productos no se transforman, sino que son reutilizados, solo hay que prestar atención al armarlos. Dentro de la botella se puede colocar bolsas de nylon, celofanes y papeles muy plastificados, como tickets, por ejemplo. La realización es artesanal.

El mensaje tuvo repercusión

Ana Paula Dambolena asegura que desde hace unos meses sintió la necesidad de hacer algo más para cuidar el medioambiente. Y en la historia de Instagram que subió Lucía se vio identificada, por eso se sumó a la onda de generar ecoladrillos.

El cuidado del medio ambiente toma fuerza con las nuevas generaciones
Ana Paula y el compost en el patio de su casa

“En mi casa hace mucho hacemos compost. Pero vi la historia de Lucía que promovía la movida y no dudé. Hablamos y armamos un grupo”, sostuvo. “El objetivo del proyecto –agregó- es fomentar la economía circular, nuestro slogan es basura cero, cada vez que utilizás algo eso debe tener un destino, que no termine como basura y que se reutilice”.

La joven de barrio Bouchard de nuestra ciudad señaló que con sus amigos siempre fue “muy consciente” de no dejar cosas tiradas y que en su familia todos colaboran con el reciclado.

“La idea de compost es de mi papá, no usamos bolsas de plástico, compramos huevos en cantidad y reutilizamos los maples, si compramos especias llevamos táper”, indicó.

En su casa existen dos cestos de basura: uno para lo orgánico y el otro para lo inorgánico. Con lo primero realizan el compost para generar tierra fértil que luego utilizan para su patio y para las macetas con la idea de tener una huerta orgánica a futuro. Ahora, empezarán con los ecoladrillos contó Ana Paula: “Queremos construir canteros en el patio”, dijo.

Dónde llevarlos

Ledesma explicó que se volverán a juntar en estos días para analizar el destino de los ecoladrillos que se generen en San Francisco.

“Nos llegan mensajes para saber dónde dejarlos y en esa búsqueda estamos. Están llegando propuestas para sumarse a la movida. Todo es reciente pero la idea era activar”, sostuvo.

En la ciudad de Córdoba, por ejemplo, cada viernes se recolectan ecoladrillos y botellas de amor en el Patio Olmos. “Se usan para diferentes casas porque mucha gente que construye los usa y además hay centros de reciclaje, aseguró.

Militar a través de los alimentos

Julia Gibellini (28) busca también desde su lugar generar cambios de hábitos, en su caso alimenticios. Lo que además favorece, indirectamente, al medioambiente. Se encuentra en el rango de edad que tiene otros intereses y que no duda en mostrarlo.

Desde su cuenta de Instagram (Natural Mystic), donde ofrece comida vegetariana que ella misma elabora, enseña a cocinar algunos menús y hasta se anima a mostrar posturas de yoga, algo que también conoce.

“Empecé a generar una conciencia de mayor igualdad con los demás, a cambiar mi alimentación. Mi proceso de vegetarianismo es porque me empezó a dar asco la carne, por lo industrializada que está, pero no critico a quienes la comen”, explicó.

Luego recordó cuándo fue que hizo el clic: “Fue hace unos ocho años en Córdoba. Fue un proceso, nada de golpe. La calidad de la carne no era buena, te vendían una cosa re inflada y cuando salía del horno era muy chica y a empecé a pensar ‘qué tiene esto’. Comencé a ver ciertos documentales y abrí la cabeza, le sumé el yoga también”, recordó.

El cuidado del medio ambiente toma fuerza con las nuevas generaciones
Julia Gibellini

Gibellini reconoce que su cambio de hábito también tiene sus ventajas para el medioambiente: “A través de cursos también aprendí a consumir lo nativo, lo de los alrededores, no buscar productos de otros lados por su traslado y todo lo que genera. Son pequeñas cosas donde se cruza la alimentación con el cuidado del medioambiente”, indicó.

Julia agregó que ella intenta transmitir lo que conoce: “Yo lo transmito, cuando sale el tema en reuniones trato de aportar lo que sé al respecto, pero muchas veces hay entornos donde no se puede comunicar porque hay mucha violencia del otro lado, ante el cambio te dicen que no. Pero aprendí que, a través del ejemplo, o invitando y compartiendo lo que uno come sirve, que vean que son detalles, que no es imposible cambiar algunos hábitos”, resaltó.

Sensaciones 

Lucía Ledesma

“Mis ganas de aportar surge por la cantidad de información que manejo y las ganas de hacer algo. Me considero parte de esta generación, con compromiso y las ganas de crear, el medioambiente es una causa en común que nos mueve a todos”, explicó.

“Estoy muy feliz de haber empezado con el movimiento ecologista en San Francisco y que haya tenido un impacto tan grande. Pero no me conformo solo con eso, creo que hay que generar un activismo constante para concientizar, lograr pequeños cambios”.

Ana Paula Dambolena

“Entiendo que podemos lograr un cambio en los hábitos que se vienen trayendo, podemos lograr conciencia de lo que está mal y la juventud se moviliza para lograr esos cambios, no solo respecto al ambiente. Nosotros pudimos abrir la cabeza e ir más allá para hacer cosas a favor de la sociedad y el medioambiente”.

Julia Gibellini

“Es importante trasmitir lo que adquirís y vas naturalizando, eso suma. Soy súper positiva con este tema, no sé si es una moda o qué, pero lo veo al cambio y cada vez más la juventud se concientiza en varias cosas. Es importante esto de tomarte el tiempo de pensar lo que comemos. Los procesos son lentos, yo disfruto compartir con la gente que está en esto y los que piensan de otra manera también”.