Un inspector de tránsito arriba a la esquina de bulevar Sáenz Peña y calle Las Guayanas. Deja su moto frente a una palmera ubicada en la punta del cantero que divide la avenida ofreciendo algo de sombra ante un sol radiante de invierno. El agente se apresta a controlar el tránsito en una mañana, casi mediodía, con poca gente en la calle. De a poco van llegando grupos de padres a buscar a sus hijos que concurren tanto al jardín como a la escuela primaria “Intendente Raúl G. Villafañe”. Otros lo hacen para llevarle las viandas a los estudiantes de la escuela Proa, ubicada justo enfrente, debido a su jornada extendida.

La escena transcurre en un sector neurálgico del “barrio Ciudad” o “las 400”, donde se ejecutó uno de los dos últimos planes federales de viviendas en San Francisco (el otro fue en barrio Parque, con 95 casas), nacido hace once años tras cumplirse el viernes un nuevo aniversario de su entrega.

Pese a su juventud, este sector cuenta con todos los servicios y hasta pavimento, lo que despierta una envidia sana desde muchos puntos de la ciudad.

“Las 400”, donde las cuotas de las casas no conocen de inflación

Ni hablar de la cuota que deben pagar mes a mes y que no supera los $300 desde hace una década. Algo extraordinario teniendo en cuenta el difícil contexto que atraviesa el país donde todo sube de precio y a cada momento, escasean los planes de viviendas y los fogueados por el Gobierno nacional mediante los créditos UVA no terminan siendo lo accesible que se pinta en el discurso oficial.

Claro que no fue nada fácil su ejecución. El barrio surgió en la gestión del radical Hugo Madonna, pero cuyas casas fueron entregadas en la del justicialista Martín Llaryora en 2008. En el medio pasaron cosas: se paralizaron obras en algunos momentos, lo que fue atrasando la inauguración. Los pases de factura entre una gestión y otra no cesaban, mientras los vecinos esperaban impacientes tratando de sortear los nuevos y feroces aumentos en los alquileres. Otros se reagrupaban en lo de un familiar, a la espera de la llave con la cual abrirían su propia casa.

En dos meses cambió la esencia

La característica del Plan Federal I, anunciado en 2004 por el presidente Néstor Kirchner, hablaba de viviendas económicas con una superficie máxima de 52 metros cuadrados y con dos dormitorios. El plan iba dirigido a familias con ingresos fijos y se apuntaba a la clase media.

“Las 400”, donde las cuotas de las casas no conocen de inflación

Cabe recordar que en el gobierno de Madonna se dispuso que haya un gran filtro en la inscripción de aspirantes al cobrarse por primera vez un “derecho de preadjudicación” de 6.100 pesos. Las viviendas fueron adjudicadas luego a través de un sorteo público en 2007.

En cuanto al pago de las cuotas, el monto mensual quedó fijado en alrededor de $248, mientras que el gobierno municipal subsidió el 20% de las cuatro primeras que se comenzaron a abonar en septiembre de 2008. El aporte municipal fue de $50, por lo que los beneficiarios del plan habitacional solo pagaron 200 cada mes de ese cuatrimestre.

Lo más llamativo fue que a dos meses de haberse asentado las familias en el lugar, el ruido de obra volvió a sonar. Todavía era una buena época para la construcción y la inversión en ladrillos. Esto y aprovechando la cuota baja que se pagaba, les permitió a muchos frentistas ampliar su casa. Así fueron apareciendo garajes, lavaderos y nuevas habitaciones. Otras dejaron de ser una casita de plan para convertirse en verdaderos chalets. En cada cuadra había un obrador obviando la letra “chica” del contrato donde se impedía, por un tema de garantía, modificaciones estructurales.  

La metamorfosis del sector no pasó inadvertida y el plan fue criticado: ¿era solo para la clase media?, se preguntaban muchos.

“Las 400”, donde las cuotas de las casas no conocen de inflación

Motivos para dudar había y quienes lo hacían formaban parte de esa masa de más de 4 mil personas anotadas para acceder a una vivienda en 2007, según los registros municipales de la época.

El error, que luego fue admitido puertas adentro del palacio Tampieri, es que el techo de ingresos para poder participar del sorteo fue muy alto, lo que le dio chances, por ejemplo, a que se anoten más de diez familias con salarios mayores a los $8.000, resultando algunos de ellos beneficiarios. En 2007, vale acotar, el sueldo formal promedio era de $2.414, alcanzado los $5.000 si se tenía en cuenta a una pareja.

Lo que hay, lo que resta

Delia Cambursano es una vecina de calle Gerónimo del Barco (N) adjudicada con una vivienda. Dice sentirse “privilegiada” de tener su casa en los tiempos que corren: “No tengo dudas que somos privilegiados de haber salido sorteados. Es una zona segura, tenemos todos los servicios. Tengo vecinos muy buenos, además, compañeros, no me puedo quejar”, señaló a El Periódico mientras volvía su casa con las bolsas del súper en la mano.

María José en 2007 salió sorteada pero como suplente. Y por esas cosas de la vida, alguien dejó vacante su lugar y ella pudo acceder a una casa: “Cuando nos eligieron sentimos una alegría enorme; este un barrio asentado, tranquilo, con los servicios y seguro dentro de lo normal”, afirmó.

Valeria Dontcheeff, quien tiene una librería y la casa sobre bulevar Sáenz Peña al 3500, recordó que fue una “gran emoción” salir sorteados: “Imaginate que alquilábamos, tener la casa propia es lo máximo”, sostuvo coincidiendo que se trata de un sector “tranquilo” y agradable para vivir.

Formado por dos barrios

Aunque se le llama barrio Ciudad, en los registros municipales no existe como tal. Es que las 400 viviendas tienen su propio límite, el bulevar Sáenz Peña, y responden a dos barrios: Dos Hermanos y Roque Sáenz Peña.

En sus calles hay proveedurías, carnicería, panadería, kioscos, venta de ropa, entre otros rubros. Además, las dos escuelas. Todo ello, más los servicios, se destacan como positivos por los vecinos.

¿La plaza? Pese a que fue prometida hace diez años, recién ahora muestra un playón deportivo y un espacio para juegos.

Por otra parte, sus habitantes recuerdan el compromiso municipal de construir un Centro de Atención Primaria de Salud (Caps): “Se prometió desde un principio el centro de salud, hoy usamos el de Dos Hermanos y el de Las 800”, rememoró Valeria. “Sería muy bueno tenerlo”, añadió María José.

La mora es baja, pero existe

“Hay gente que no paga la cuota aun siendo mínima. Hay casas cerradas, otras se vendieron y otras se alquilan, cosas que no se podían hacer, pero pasaron”, analizó Delia.

Pese a que la cuota que se paga es de tan solo $248, existe una mora del 10% reconocieron desde el municipio.

El secretario de Gobierno municipal, Gustavo Piscitello, explicó que desde el municipio se intima ante esta situación a los vecinos morosos y que la gente “va respondiendo adhiriéndose a planes de pago”.

Hace cuatro años, cabe recordar, se aprobó una ordenanza que autorizaba a acceder a los planes de pago a quienes deben cuotas en los planes de vivienda, lo que para el funcionario “oxigenó” la situación.

“Las 400”, donde las cuotas de las casas no conocen de inflación

“La situación económica es difícil pero la cuota es accesible, son fijas en pesos que se terminan de abonar en un Plan Federal a 40 años. Nosotros buscamos que la gente regularice la deuda, que es lo que corresponde”, analizó Piscitello, asegurando que existe voluntad de pago. Y lo calificó: “Hoy es un barrio consolidado, homogéneo, con todos los servicios y un desarrollo importante”.

En total, los frentistas de “Ciudad” deben pagar 480 cuotas para cerrar el ciclo; aquellos que están al día, la mayoría, ya lleva 130 abonadas.