La creación de huertas propias en el patio de casa, en un terreno cercano o en instituciones es algo que crece en el país y en eso mucho tiene que ver el programa Pro Huerta que impulsa el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) desde hace casi 30 años en distintas zonas del país, entre ellas San Francisco y Córdoba. 

¿Por qué hacer la huerta en casa para cosechar nuestros propios alimentos? ¿cómo se empieza y qué se necesita? En Mano a Mano, esta semana Gabriel Pecile dialogó con Graciela Gasparetti, responsable de la delegación San Francisco del INTA, quien aseguró que es cada vez mayor la cantidad de personas que se interesan por producir sus alimentos como una manera de saber lo que comen y confiar en sus alimentos.

Además, la necesidad de recortar gastos por la crisis económica también lleva a que muchos opten por la huerta en casa.

Muchas familias ven en la huerta la posibilidad de acceder de manera más económica a los alimentos pero también hay una creciente conciencia respecto de lo que consumimos, para tener alimentos más saludables o para conocer efectivamente qué comemos. ¿Cómo lo ven desde el INTA?

Muy bien, porque es un programa que si bien nació hace muchos años ha ido adaptándose y hoy en día la gente cada vez quiere más producir sus propios alimentos. Y lo que estamos notando es que se acercan mucho, si bien hace muchos años que ya tenemos como un grupo estabilizado de gente que viene, pero cada vez viene más gente con esta idea de producir, de saber qué comen, de tener un poco más de confianza con respecto a lo que llevan a su mesa.

¿Impacta también la situación económica en esto de buscar el autocultivo?

Sí, obviamente siempre el hecho de tener algo disponible en el patio hace que aprovechen ese dinero para comprar otra cosa. Eso se da bastante, sobre todo más a nivel institucional. Aprovechan el tema de la huerta para poder brindar un mejor servicio.

¿A qué instituciones se refiere concretamente?

Fundamentalmente los comedores comunitarios, los merenderos, inclusive en muchas escuelas también empezaron a producir. Por ahí empezaron las escuelas con esta cuestión de hacer el área de ciencias naturales más prácticas y después se dieron cuenta que era una fuente de ingresos. Por poquito que sea siempre es un dinero extra y pueden llegar a comprar algo que les está haciendo falta. Los comedores o los merenderos también como forma de no solamente de tener para ellos, sino también como forma de educación, para que los chicos o los grandes lo repliquen en su casa. Eso nos ha pasado por ejemplo con gente de Cáritas, que se empezó a hacer en los predios y hoy en día muchas familias lo hacen a partir de lo que aprendieron en esas instituciones.

Decía que una de las motivaciones más allá de la situación económica es tener más conocimiento sobre lo que comemos. ¿Hay más de conciencia respecto de cómo se produce un alimento, cómo llega a nuestra mesa o de evitar alimentos que impliquen el uso de agroquímicos?

Sí, y cada vez más, por el acceso que uno tiene a la información hoy en día. Es curioso cómo se empezaron a leer las etiquetas. Uno ve una acelga que es perfecta, parece hecha con algún material especial, y si está tan perfecta es porque algo tiene. Entonces más vale que tenga algún agujerito porque eso es señal de que no ha sido tratada con tantos agroquímicos. Y esa acelga se puede hacer hasta inclusive en una maceta en casa, una de las cosas que hoy estamos fomentando mucho es lo que se llaman las huertas verticales.

No es necesario tanto espacio para desarrollar una huerta, aunque sea para la alimentación de la familia

Exacto, por poquito que sea es un beneficio. La gente empieza con las macetas, con los tachos, uno llega a algunas huertas y hasta en los bidones de lavandina uno encuentra que lo han transformado en una maceta y que eso tiene a lo mejor una planta de lechuga.

Es muy interesante el concepto porque por ahí queda la sensación que si no tengo algunos metros cuadrados de tierra en la casa no puedo hacer una huerta, pero sin embargo hasta en un patio asfaltado se podría hacer

No hay más excusas, antes por ahí decían pero yo no tengo patio. A mí me ha pasado de ir a visitar huertas que tenían paredes completas con algún sistema que todo el mundo se ingenia, de poner cajones, de poner envases contra las paredes. Hay un montón de gente que empezó a hacer huertas en las terrazas a partir de cajones que agarran de las tarimas y los transforman en un macetero grande y los dejan en la terraza, con los beneficios de eso, porque al tener esa superficie verde baja la temperatura de la casa también. Y acá no se usa ningún tipo de producto químico.

Por ahí hay gente que no se animó porque dice que va a ser difícil el cultivo en casa, ¿el INTA acompaña o brinda asesoramiento?

Básicamente hacemos esto de asesorar cuando vienen y consultan, si no en la página del INTA tienen toda la información que hace falta. Se pueden acercar a la oficina nuestra, estamos en el predio de la Sociedad Rural. Y dos veces al año entregamos semillas. Es un insumo más costoso y la ventaja que tienen las semillas nuestras es que son variedades botánicas, que son bastante naturales. Entonces uno puede cosechar semillas y volverlas a sembrar todas las veces que quiera, porque la idea es esa, no que dependan siempre sino que a lo mejor dejan una planta que semille y eso es suficiente como para que tengan garantizada las semillas.

¿Cuál es la experiencia que tienen en el seguimiento tanto de huertas en hogares como en instituciones? ¿se mantienen los proyectos?

Las familias son las que los llevan más con mayor continuidad, porque a veces en las instituciones tienen mucho que ver con las personas que estén a cargo. Esta es una actividad que es de todos los días y la planta no entiende si está en una escuela, no entiende de un feriado o de un sábado. Hay instituciones como las escuelas que tratamos de hacer solamente la huerta de invierno, porque sabemos que en el verano hay un mes que no hay nadie. Pero tenemos escuelas que hace añares que están trabajando con nosotros, tenemos instituciones desde la cárcel hasta jardines de infantes y realmente tenemos mucha continuidad.

También hay como una búsqueda de un cable a tierra, literalmente, con el trabajo de la tierra, con la huerta, en un mundo tan vertiginoso, que estamos por ahí avasallados por los tiempos y por el trabajo.

Sí, hay mucha gente que viene y dice "yo económicamente no lo necesito, pero es mi momento en el que estoy relajado, que vengo del trabajo y me pongo con las plantas". Hay gente que lo hace con las plantas ornamentales o lo hace también con el tema dela huerta.

Este crecimiento que ustedes notan, ¿viene sostenido en los últimos años? ¿se ha dado más en algún tiempo en particular?

No, lo vemos bastante sostenido. Siempre a lo mejor por contextos distintos, hay épocas que por uno ve que se acerca más la gente por problemas económicos, otros por cuestiones como hablábamos de conciencia alimentaria, pero siempre tenemos más o menos la misma cantidad de gente y siempre se van sumando.