Son los primeros minutos del miércoles. De regreso a su vivienda, ubicada en Independencia al 1000 en barrio Vélez Sarsfield, “Coqui” Eichenberger se da cuenta de que algo anda mal. La ventana del frente de la vivienda se encuentra abierta y las luces prendidas. Para su sorpresa, dos de sus preciadas guitarras, una de marca La Alpujarra y otra Merlino, ambas de gran valor, ya no están.

No sólo eso le roban al líder de “Los Eichenberger”, el grupo musical famoso por sus presentaciones en cuanta peña se lleve a cabo en San Francisco, Frontera y alrededores. También le llevan un decodificador y un microondas. La odisea recién comienza.

Finalmente, tras varias horas de amargura y preocupación, los elementos robados son hallados: primero las guitarras y dos días después los objetos restantes.

Nadie más que “Coqui” sabe el valor de esos instrumentos. Menos aún el delincuente, un joven que padece adicciones y presuntamente sale a robar para vender lo sustraído a cualquier precio con tal de que le alcance para conseguir algunos “pases” de droga.

El caso

Tras diversas averiguaciones y luego de recorrer distintos puntos de la ciudad, el músico pudo dar con el presunto autor del robo y sus familiares, que le pidieron un rescate económico para devolverle sus instrumentos.

El rescate le llevó todo el día y andar de aquí por allá preguntando. “Fue una odisea, terminé muerto pero pude recuperar las guitarras que para nosotros son muy importantes”, dijo brevemente el músico a El Periódico.

El robo se produjo alrededor de la 1:30 del pasado miércoles 6 de marzo mientras los moradores no se encontraban y luego de que un grupo de delincuentes violentaran una ventana del frente del domicilio.

Con las motos, moneda corriente

El caso del rescate por las guitarras no es una excepción, sino moneda corriente en quienes sufren robos de motocicletas. Sin embargo, como se trata de negociaciones informales no hay datos oficiales que midan el fenómeno, cada vez más frecuente en la ciudad y alrededores.

A Mario (nombre ficticio) le tomó varios días poder recuperar su moto, una Guerrero Trip blanca que le había sido sustraída días atrás.

“La recuperé después de un par de idas y vueltas, por mis propios medios, porque entre la Policía de Frontera y la de Acapulco no hicieron nada, en ningún momento me dieron noticias. Fui con pruebas de dónde estaba mi moto, de quién la tenía, y nunca hicieron nada. Pasaron el caso a la PDI y cuando la PDI fue a hacer el allanamiento, estas lacras ya estaban avisadas por la Policía, así que sacaron la moto y la llevaron a un campo. Como estaban asustados, hablaron con un amigo mío y le dijeron que tenían mi moto. Pagué rescate y pude recuperarla”, contó el hombre, con un dejo de impotencia pero con la tranquilidad de haber recuperado su medio de movilidad.

En total, perdió 6 mil pesos. Pero eso no fue lo peor. Sino que en un primer intento de “rescate”, a un familiar le pegaron con un arma en la cabeza y le sacaron 4 mil pesos, que era lo que pedían en un primer momento.

Mario fue una de las pocas personas que pudo recuperar sus motos en buenas condiciones (sólo le faltaban los espejos y la patente).

En su caso el contacto se dio vía mensajes de Facebook y llamados telefónicos, conseguidos a través de una publicación que se viralizó por los grupos de compra y venta.

“La inoperancia de la Policía es terrible. Ni hablemos de lo obvio, que están con estas ratas. Fui tres veces a la Policía a decirle dónde estaba mi moto y nunca hicieron nada. Cuando dije que me iba a ir a Rafaela se empezaron a mover, pero ya habían dado aviso de que se venía el allanamiento. Si las ratas existen es por los policías”, sentenció.

Operación “rescate”: los riesgos de negociar con delincuentes

Los oportunistas, párrafo aparte

Párrafo aparte merecen los oportunistas que ven en los pedidos de rescates la posibilidad de ganar dinero.

Así al menos le sucedió a Paola (nombre ficticio), quien fue interceptada cuando salía de una despensa por un joven que le pedía 50 pesos a cambio de información sobre la moto que le había sido robada a su pareja hace unos días, para lo cual fue brutalmente golpeado con un palo.

Sin embargo, la falta de datos certeros y el comportamiento del hombre la hicieron desistir de la propuesta.

“No tenía ninguna prueba para decirme que era verdad. Se ve que quería plata porque tampoco me pidió mucho como para un rescate. Me pidió 50 pesos y me dijo que él me la rescataba. Pero me decía que era una Trip roja, yo le dije que no, me dijo ‘cualquier cosa te busco y te doy bien los datos’. Después terminó de hablar conmigo, se fue y pedía plata para comer”, contó Paola.


En este caso, la moto aún no apareció.

Estafadores en las redes

A partir de esta serie de hechos desde la Departamental San Justo señalaron que no están en contra de que los damnificados pidan información de los elementos robados mediante redes sociales, pero advierten ante la presencia de estafadores que se aprovechan ante la desesperación de las víctimas.

Por este motivo, antes de iniciar cualquier tipo de negociación con personas desconocidas, altas fuentes policiales consultadas por este medio recomendaron siempre pedir una garantía de que dicha persona tiene en su poder los elementos robados.

“Apenas el damnificado sufre un robo se comienza a trabajar sobre el hecho-explica una fuente policial calificada-, pero es claro que el damnificado se encuentra ante una situación desesperante y recurre a las redes sociales para buscar información y ahí también tenemos, lamentablemente, muchos que se aprovechan”.

En esos casos, las víctimas inician conversaciones con alguien que les asegura saber quién tiene su moto, su bicicleta, celular u otro elemento robado, y les prometen recuperársela por un valor. “Estos delincuentes les aseguran que se las van a recuperar, la gente confía, le entrega el dinero y no les devuelven nada. Entonces la persona además de haber sufrido un robo ahora también es víctima de una estafa”, aseguró dicho efectivo. 

“Un 80 por ciento”

Esta fuente policial aseguró que la mayoría de las personas que han intentado recuperar sus pertenencias mediante intermediarios por redes sociales, se han visto estafadas. “Según estadísticas que manejamos, un 80 por ciento de la gente que inicia estas ‘negociaciones’ por redes sociales fue estafaba. Son muy pocos los que reciben información fehaciente de dónde puede estar su bici o su moto, generalmente caen víctimas de estos estafadores”, estimó.

En este sentido el efectivo recordó un caso de días atrás en el que un hombre sufrió el robo de su Honda Tornado y le entregó 15 mil pesos a un presunto intermediario, pero la moto nunca apareció. Tiempo después mediante otros contactos, tampoco seguros, pudo recuperarla pero pagando una suma de 50 mil pesos. 

“Nuestros tiempos no son los de un fiscal ni los de un juez, nosotros presentamos todo el proceder a la Justicia pero ellos se toman su tiempo y no le podemos decir que no publiquen el robo en redes sociales. Pero tenemos que advertirle a la gente que no se deje engañar.  Lo mínimo que podemos aconsejar es que exijan que les muestren las pertenencias y que no entreguen dinero a supuestos intermediarios, porque ese dinero no vuelve más. La persona tiene que ser inteligente y no entrar en el juego de los estafadores”, alertó el efectivo.

El negocio detrás de las motos robadas

Según esta fuente policial ya existe todo un negocio bien aceitado alrededor de las distintas motos robadas, siempre dependiendo de su cilindrada.

Generalmente las motocicletas 110 cc. inmediatamente de ser robadas son desarmadas para venderla por partes, muchas veces a repuesteros inescrupulosos. Salvo en el caso de las que son muy nuevas, por las que a veces se suele pedir recompensa.

En el caso de las motos de 250 cilindradas para arriba, se da un pedido de rescate que ronda entre los 15 a 20 mil pesos. Mientras dura la “negociación” los delincuentes modifican estos rodados -les sacan la patente y algunos plásticos- para utilizarlas para otros hechos delictivos, advirtieron desde la fuerza.