Rodrigo Paviatto (23), un joven que comenzó como vendedor ambulante, cumplió el sueño de abrir su propio local de ropa de masculina: lo hizo el pasado sábado y tuvo una Navidad exitosa en cuanto a ventas. “Fue hermoso, entre el cansancio y ver a toda la gente de la compañía de mis clientes, se me llenó casi todo el día, fue muchísima gente y superó mis expectativas”, le dijo el joven a El Periódico.

El pasado sábado 22 de diciembre pudo abrir su comercio en calle Mitre al 149, y al que bautizó “Tucho Hombre”; ese día luego de acomodar los últimos detalles, trabajó hasta las 23:30.

Rodri o “Tucho”, como lo conocen muchos, vivió la mayor parte de  su infancia en “los Tribunales viejos” y de chico tuvo que salir a ganar una moneda para ayudar a su mamá y sus hermanos. Barrió veredas, lavó autos y empezó como vendedor ambulante de ropa. Empezó vendiendo medias y así, con respeto y humildad, supo ganarse una clientela que le permitió pegar el salto.

Vendía ropa en la calle, soñaba con su propio local y lo consiguió: “Quiero ir creciendo de a poco”

“Superó mis expectativas”

En la apertura estuvo acompañado de muchos clientes y amigos que le compraron tanta mercadería que el joven tuvo que volver a viajar para reponer sus productos.

“Fue hermoso, entre el cansancio y ver a toda la gente de la compañía de mis clientes, la repercusión fue mucha, muchos mensajes por todos lados tirando muy buena onda y en los días previos a Navidad, el local se llenaba casi todo el día, fue muchísima gente y todo esto superó mis expectativas”, reconoció.

Y Rodrigo no sólo se queda con cumplir su sueño sino que va por más. El joven pretende ir incorporando calzados y accesorios para tener su negocio lo más completo posible. “Puede sumar calzado de hombres y me van a entrar varios modelos más. La idea es ir completando lo más que pueda al local con más accesorios e ir creciendo de a poco”, sostuvo. Y como mensaje esperanzador agregó: “Esto es un premio a la constancia, a la voluntad, de que a pesar de las adversidades si se puede salir adelante”.  

Por último agradeció a una contadora, Alfonsina Martelotto, que conoció su historia y lo ayudó en todo lo referente a papeles para habilitar el local sin cobrarle un solo peso: "Un gesto que me dejo sin palabras y a la cual le agradezco de corazón".

Vendía ropa en la calle, soñaba con su propio local y lo consiguió: “Quiero ir creciendo de a poco”