Carlos Alberto Pérez tiene 39 años y durante gran parte de su vida estuvo confinado a una silla de ruedas. Nació con una enfermedad que le impidió la movilidad en las extremidades inferiores y que también afectó su sistema renal, aunque no imposibilitó sus sueños de convertirse en artista.

Desde muy chico, sabiendo que no podría hacer las actividades de cualquier chico, comenzó a dibujar y a pintar, y así fue desarrollando lo que él llama “su pasión”. Su historia llegó a oídos de Oscar Quaglia, que lo adoptó como pupilo y desde entonces trabajan y, según ellos, aprenden juntos uno del otro.  

Las dificultades

Carlos nació con una enfermedad denominada mielomeningocele o espina bífida que le impidió la movilidad en las extremidades inferiores y también atacó su sistema renal.

“Siempre estuve en silla de ruedas y esto de la pintura lo descubrí a los 5 años-recordó-. Como no podía hacer otras cosas como cualquier chico mi pasatiempo era ese: el dibujo y la pintura”.  

Acompañado de distintos tratamientos médicos a los 14 años, luego de varias intervenciones quirúrgicas, tuvo la posibilidad de poder caminar mediante diferentes prótesis y bastones.

“Todo el primario lo hice en silla de ruedas en la escuela Nº 1199 de Frontera. Y gracias al doctor Marcelo Revol, ya fallecido, logré comenzar a caminar luego de varias operaciones. Lo puede hacer con ayuda de prótesis y de unos bastones. Pero a los 30, por mi insuficiencia renal tuve que empezar los tratamientos de diálisis, y por la debilidad que me quedaba en los brazos debí dejar de caminar y volver a la silla de ruedas”, relató.

En medio de las complicaciones, el arte siempre siguió presente como vía de escape.

Aceptar

“Tengo la suerte de que me adapto enseguida a cualquier cosa-reconoció sin dudar-. Lo acepté porque elegí estar bien de salud, no podía seguir caminando sabiendo que me iba a sentir mal”.

Tres veces por semana se realiza diálisis y asegura que será de por vida ya que no tiene la posibilidad de un trasplante por otras deficiencias.

Tras una entrevista que le realizaron en la sala de hemodiálisis, el artista Oscar Quaglia conoció su historia y se contactó con Carlos para invitarlo a su taller a pintar.

Ida y vuelta

“Me gustaría ser pintor”, fue la frase con la que había finalizado Carlos aquella entrevista. Y así entonces llegó un llamado: -‘Te enseño algunas técnicas para perfeccionarte en lo que hacés- recordó Carlos que le manifestó Oscar.

“Cuando me dijo eso yo no lo podía creer, para mí era algo soñado”, aseguró.

De este modo, arte de por medio, nació una amistad que no solo comparte conocimientos y técnicas de pintura y dibujo, sino experiencias de vida.

Carlos contó que llegó al taller de Quaglia y desde un principio el maestro lo puso frente a un cuadro. “Me dijo: ‘Vamos a trabajar para que tengas tu primera exposición’”.

Así trabajaron durante unos cinco meses y el mismo Quaglia gestionó la posibilidad de que Carlos pudiera exponer en la escuela donde realizó el primario. “Para mí fue una satisfacción enorme poder mostrar mis obras en mi escuela y todo se lo debo a Oscar”, explicó.

Carlos Pérez, pintar la vida pese a las adversidades

Otro mimo

Este mismo año, Carlos fue ternado y galardonado por el espacio Arquitectos Sociales con el Premio Juan Pablo II en la “Fortaleza en la Adversidad”.

“Fue una alegría enorme, yo solo fui por el hecho de participar, no se me pasaba por la cabeza ganar, cuando tocó la terna mía y me nombraron no lo podía creer. Eso me puso muy contento. Desde entonces comenzaron a surgir muchos proyectos”, aseguró Carlos.  

Palabras del maestro

“Uno a primera vista, cree que uno le está dando una mano, dos personas (como Carlos y Ramón González) que tienen ciertos problemas y en realidad es un ida y vuelta. Y esto que digo es muy cierto. Carlos y Ramón son dos personas que están muy habituadas a dar. Su vida no fue sencilla y sin embargo ellos la hacen más fácil porque asumen el problema y parten de ahí”, reconoció el pintor Oscar Quaglia.

De la mano del retratista, Carlos y Ramón estudian pintura y brindan charlas motivacionales y de superación a niños y jóvenes.

“Carlos tiene una frase muy linda-agregó Quaglia-: ‘Yo no estoy resignado a vivir así. Yo lo acepto y con esto que me tocó vamos a ver qué hacemos, arranco de cero y empezamos’. Carlos tuvo una sucesión de golpes duros y él las transforma en una belleza”.