Todas las instituciones deportivas de la ciudad se mantienen a flote gracias a ellos. Los que colaboran desinteresadamente y ad honorem, los que cambian un rato de su tiempo libre, o a veces un rato del tiempo que tienen para pasar con sus familias, para colaborar en el club.

Su trabajo, poco visible, no sale en la foto. Pero sin ellos, está más que claro, que el deporte en la ciudad no tendría la fuerza necesaria para sostenerse en el tiempo.

Entre las tantas historias que tienen los clubes de San Francisco, elegimos dos de ellas para graficar la labor de estos gladiadores en silencio que todos los días suman un nuevo granito de arena: Paula Olmos (Juventud Unida) y Leonildo Alberico (Barrio Cabrera).

Goleadores en silencio: los campeones que no salen en la foto

Paula Olmos: “Colaborar junto a la gente de mi barrio me llena el alma”

“Siempre estuve en Juventud, desde la época que era Sáenz Peña en la Liga Amateur, mi hermano mayor Miguel Olmos estaba en la comisión y mi mamá Elena Luna, colaboraba. Después pasaron los años, mi hijo Lucas hizo el Baby y luego se cruza a la Liga Juvenil en 2015, ahí me vuelvo a sumar para colaborar con el grupo de padres que estaba en el club. Lucas estuvo un año, pasó a otro club por la edad, pero yo seguí colaborando…”, contó Paula.

Para mí la referente es mi mamá, le gustaba ir a la cancha de Sáenz Peña y colaborar. Mi papá, Angel Olmos, también dirigió a Sáenz Peña. Viene todo de familia”, agregó.

“El barrio es muy importante para mí, yo crecí en el Sáenz Peña y siempre estuve ligada a las actividades tanto en el Centro Vecinal como en el Baby. Colaborar junto a la gente de mi barrio me llena el alma. Tenemos la camiseta puesta y me siento muy orgullosa”, precisó.

“No ganamos ni un peso, al contrario, yo saco de mi bolsillo, por ejemplo si hay que regalarle las medias a alguno de los chicos las pagamos nosotros, botines, ficha, lo que podamos hacer para que los chicos jueguen y no se queden afuera”, indicó.

Liga Juvenil, Juventud Unida y River

“Yo soy secretaria en Juventud Unida, secretaria en Liga Juvenil y planillera de River en el Baby. Los domingos en la liga somos polirrubros porque estamos en la boletería, en las planillas, si falta algo estamos pendientes y no solamente de Juventud, sino también para los demás clubes; lo que haga falta, hasta hemos conseguido botines para chicos que no tenían con qué jugar”, indicó.

“Me llena el alma. En pleno invierno los chicos llegan temprano y con el amor que te hablan, con el cariño que llegan. Tengo un hijo al que le puedo dar todo, pero hay otros chicos que lo necesitan también, más allá de los problemas que tengan en su casa, que vengan a jugar y pasen un momento feliz me llena el alma”, comentó.

“Mi familia me dice que les deje una foto”, contó entre risas. “Yo vivo con mi papá y con mi hijo Lucas, sin el acompañamiento de ellos no lo podría hacer, los domingos yo llego a las 2 de la tarde a mi casa y me esperan siempre a almorzar. Si yo estoy feliz ellos me apoyan”, aseguró.

Contagiar

“Me gustaría que se contagien otros también porque hay poca gente, si vieran la falta que hace atender a esos chicos. Hay un proyecto que tenemos para el año que viene que es hacerle el desayuno antes de los partidos de Liga Juvenil, para los chicos de Juventud y para los chicos que lo necesiten antes de jugar”, señaló Paula Olmos.

La rutina

“Los sábados a la tarde se los dedico a River porque soy planillera, en la liga juvenil domingo desde las 6.30 de la mañana hasta las 2 de la tarde, los lunes a la noche reunión de comisión en Liga Juvenil, y en la semana siempre hay que hacer algo, cuando tenemos que hacer los fichajes terminamos alrededor de las 3 de la mañana porque son 400 chicos, si se lesiona un chico hay que hablar con el seguro y estar ayudándolo, también me hago un tiempito para ir a Juventud Unida al menos dos veces a la semana. A todo eso, a fin de año hay que encargarse de los trofeos y la fiesta de fin de año de Liga Juvenil. También tengo que trabajar y tengo mi familia”, concluyó.

“Lo hago en memoria de mi mamá, lo que me inspira a seguir es ella, lo aprendí de ella”, cerró.

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El “Flaco” Alberico, una institución en Barrio Cabrera

Leonildo Alberico se sumó al club en los años 80 por una invitación y desde aquel momento siempre estuvo ligado a la institución. A veces un poco más cerca y otras veces un poco más lejos, aunque no fue mucho el tiempo que estuvo fuera del club.

“Tengo que agradecerles al “Coqui” Cena, Julián Medina y Luis Posetto, ellos fueron quienes me invitaron y para mí es una gran satisfacción haber entrado al club porque aunque no es de los más ganadores es un club muy familiar, tengo que agradecerle a esos tres chicos que me llevaron a Cabrera por lo que me quieren todos. Estoy en la calle y la gente me saluda, me abraza, eso quiere decir que me aprecian”, dijo el “Flaco”,

“Hoy soy delegado y prosecretario de la liga. Estuve 8 años como presidente electo y 3 más como interino. No estoy arrepentido de haber estado tanto tiempo en el Baby, le hemos puesto muchas horas de trabajo y no me arrepiento para nada”, señaló.

Del trabajo al club

“Uno ya es grande y tuvo su tiempo también, soy jubilado y tengo que trabajar porque la jubilación mínima no me alcanza. Entonces, hago las notas y represento al club en la liga, también voy a ayudar al predio cuando se necesita, hoy no estoy al 100 por 100 porque no es más como antes”, precisó.

“Hace tres años cuando entró Cena de presidente, era yo quién iba a ser el presidente, pero por mi trabajo no podía ir todas las tardes. En un club de baby el presidente tiene ir todas las tardes al club y yo no podía”, agregó.

Cuesta encontrar gente comprometida

“Lamentablemente, en la época mía había cuatro o cinco personas como Lebratto o Corzo, que iban por amor a la camiseta, no porque hayan sido jugadores, sino por el barrio y por los chicos. Hoy son padres que van a ver a sus hijos y cuando terminan sus hijos ya no van más. Conseguir gente que vaya porque quiere al club no hay muchas. Hay excepciones, por ejemplo `Vitino´ en Belgrano con 73 años y sigue en el club, hay, pero contados con las manos”, dijo Alberico.

“Mientras esté trabajando, vamos a seguir así, pero cuando pueda estar más aliviado volveré a estar a full. Depende también de quienes continúen, a Cena le queda un año todavía. Además, la gente grande tenemos otras ideas que por ahí no coinciden tanto con las ideas de la gente joven. Pero por lo menos 3 o 4 años más pienso seguir”, indicó.

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El predio lleva su nombre

El lugar donde hoy funciona Barrio Cabrera lleva su nombre. “Es un gran orgullo y una satisfacción, cuando me dijeron les dije que no, que busquen a otro, pero lamentablemente hay algo que es cierto, ya no quedan fundadores, ni la gente se queda mucho tiempo en el club. Para mí es algo grandioso”, comentó.