Continúa este martes el juicio por el caso Chocolate, en el que se acusa a Germán Gómez por maltrato animal y provocar la muerte del cachorro. En una primera parte está previsto que declaren cinco testigos: dos vecinos de Gómez, dos empleadas de la veterinaria que atendió al cachorro tras sus heridas y una mujer que vincula a Gómez en el crimen de su hijo, ocurrido en 2005 en la localidad de Frontera.

Previo al comienzo de las declaraciones, la abogada querellante Gretel Moserrat pidió la incorporación como testigo de la proteccionista de animales María Rosa Elena, lo que fue aceptado y será citada a declarar. Elena fue la mujer que trasladó el cachorro a la veterinaria Ferrero luego de que la cuñada de la mujer que lo encontró junto a su marido se lo llevaran para que los asesore sobre a qué profesional llevar al animal.

El primer testigo en declarar fue Carlos Pelazini, vecino del peluquero Gómez, cuyo patio colinda con los departamentos ubicados en la calle Antártida Argentina donde fue hallado el cachorro, lindante al del acusado. Pelazini manifestó haber estado ese día en su casa y no haber oído nada. Además, manifestó tener dos perros y que ninguno ladró ese día, a pesar de que suelen hacerlo cuando sienten algún ruido o en algún movimiento extraño. También dijo no haber oído ninguna bordeadora funcionando; sin embargo declaró que estaba viendo televisión en ese momento.
 
Luego declaró Carlos Mendoza, otro vecino de Gómez, cuyo patio da además al patio donde fue encontrado Chocolate ya lastimado. Mendoza manifestó haber estado trabajando ese día en otro lugar de 15 a 19, haber ido de su novia y haber llegado a su casa 21.30, aportando los nombres con las personas con las que dijo haber estado en esas horas. Además declaró haber visto un auto oscuro estacionado al lado de su departamento y a dos personas que solía ver al mediodía.

Empleada en la Policía

A su turno habló Mabel Casarella, una mujer oriunda de El Tío, citada por la defensa de Gómez. Tras algunas preguntas de Sergio Corón Montiel, el abogado del acusado, la mujer manifestó ser empleada administrativa y trabajar en la Policía de Córdoba a pesar de no ser policía. Si bien reconoció conocer a Pablo Lencina, el policía sindicado por Gómez como el efectivo que revisó su casa en varias oportunidades y le "armó" la causa, dijo solo conocerlo “de la calle”.

Casarella aseguró conocer a Gómez y haber hablado de él en los medios de comunicación, ubicándolo en el lugar del crimen de su hijo, ocurrido en 2005 en Frontera. Se refería a la información publicada en El Periódico el año pasado. Consultada acerca de si ella fue por su decisión o si fueron los medios de comunicación los que se contactaron con ella, confirmó la segunda opción.

Además afirmó haber ido al canal local y a este diario por sus propios medios, no obligada por ningún policía. Por último dijo que la relación que mantenía su hijo y Gómez era “afectiva” pero que no convivían, y que el día de la muerte de su hijo, que agonizó cinco horas, Gómez y el otro acusado por el asesinato no respondieron al pedido de llevarlo a un centro de salud ni de llamar a un familiar sino que lo bañaron y lo cruzaron a la casa del frente.

Declaran ahora dos empleadas de la veterinaria Ferrero: Melisa Barovero y María Laura Garetto.