“Soy una persona tranquila, común, después de haber estado tanto tiempo afuera hoy disfruto mucho de volver a caminar por las calles, ponerme a charlar con los amigos, volver al club, son cosas impagables que en su momento no las podía hacer”, dice Diego Garay. Así vive el día a día uno de los jugadores más idolatrados del fútbol de interior.

Alejado del fútbol, o no tanto, porque todavía la rompe en Defensa y Justicia de la Liga Independiente, Garay sueña con nuevos proyectos en La Florida y en transmitirles a los más chicos su experiencia de vida en un deporte en que cuando el cuerpo dice ‘basta’ deja un vacío difícil de llenar.

¿Querés volver a hacer algo con La Florida?

Queremos volver a reflotar el club y manejarlo. Se ha trabado un poco porque hace un tiempo que está acéfalo. Con un grupo de amigos queremos hacer algo. El club tiene un predio muy lindo pero está en total abandono y queremos reflotarlo.

¿Todavía sentís esa emoción de aquella final que le ganaron a Belgrano con Talleres?  

Pasa tan rápido y uno lo vive tan rápido que quizás al hincha le perdura muchísimo más, pero al jugador le pasa rápido. Lo disfruté tres o cuatro días y después ya teníamos que ponernos a entrenar enseguida porque llegábamos a Primera y volvíamos a empezar otra etapa. El jugador se acostumbra a disfrutar muy poco las grandes alegrías que tiene.

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“Me escapaba de Newell’s para jugar en la Liga Amateur con la “Flora”. Ahí pasé mis mejores momentos en cuanto a sentimiento, infancia y me quedan recuerdos imborrables de la Liga Amateur”.

En Córdoba sos una leyenda para el hincha de Talleres. ¿Sentís que en San Francisco nunca tuviste ese reconocimiento?

La gente de San Francisco es muy especial. Tiene dos jugadores importantísimos, Juan Pablo Francia y Juan Manuel Aróstegui, y por ahí no tienen el reconocimiento que deberían tener. Tendrían que ser los jugadores que más mimos reciban, a los que más cariño les brinden, y por ahí veo que no hay esa reciprocidad por todo lo que le dieron a Sportivo. Yo hice mi carrera afuera, estuve poco tiempo, vine en la última parte de mi carrera a Sportivo, la pasé bárbaro. No me fui de la mejor manera pero traté de dar lo mejor de mí. Pasa que siempre se reconoce más al jugador que viene de afuera que al propio. Acá no siento que sea una persona reconocida. Me reconocieron hace poco por la trayectoria y estoy muy agradecido, pero en actividad nunca se me reconoció. Y uno nació acá y el mayor orgullo es representar a la ciudad.

¿Te hubieses vuelto antes?

Me hubiese venido antes si me hubiese salido algún trabajo en San Francisco. En Talleres decidí irme, no había el orden y la infraestructura que tiene hoy el club. Había cosas que no eran justas.

Y hoy también hay cosas injustas, hoy no hay ex jugadores en el club. En todos lados hay ex jugadores menos en Talleres. Eso es doloroso, lo hablamos con Julián Maidana, Rodrigo Astudillo, el “Topo” Gigena y nos asombramos. Belgrano se reordenó en base a las funciones de los ex jugadores dentro del club y Talleres para ordenarse tuvo que traer técnicos de afuera. Ojo, hacen un trabajo excelente, formidable, y los resultados lo avalan, pero no hay esa identidad como sí la tiene Belgrano.

¿Te arrepentís de algo en tu carrera?

Sí, de grande uno se arrepiente de muchas cosas. Hubiese sido más profesional. Me hubiese manejado de otra manera. Cuando llegás a Primera y te va bien te encontrás con dinero, autos, ropa y se te acerca todo el mundo. Después no se te acerca nadie, ahí es cuando tenés que rodearte de gente que te quiere por lo que sos y no por los amigos del campeón. Jugando al fútbol atendía 200 llamadas diarias y hoy atiendo 10 a la semana y son familiares.

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“Cuando jugaban Sportivo y Talleres pasaban al frente de la casa de mi vieja a tocar bocina como si nosotros tuviésemos algo en contra de Sportivo. Mi viejo jugó toda su vida ahí, Seba también jugó ahí, yo termine mi carrera ahí, Gabi está jugando ahí. Lo queremos mucho al club, queremos que trascienda, pero en ese momento no lo entendía, te duele y te fastidia que sea de esa manera acá. Igual, no todos son iguales”.

¿Se te sube a la cabeza eso de ser ídolo en el fútbol? ¿es inevitable?

Sí, es que el jugador de fútbol vive en un mundo que esta abstraído de la realidad, son muy pocos los que tienen realmente dimensión de lo que pasa a su alrededor, uno está centrado en lo que vive y el jugador de fútbol vive en una burbuja.

¿Cuesta el choque de retirarse, que ya no te suene el teléfono y volver a empezar?

Es un golpe, pero yo lo venía asimilando porque tenía una lesión. Yo sabía que mi rodilla no daba más y había cosas que no podía hacer. Entonces cuando vos sabés que ya no estás para más no jugás más con el nombre. Se sufre, extrañás el ambiente del fútbol, el vestuario, la cancha, el entrenamiento, eso sí te cuesta muchísimo.

¿Qué te gustaría transmitirles a los más chicos?

Que sepan cómo manejarse, porque después queda muchísimo tiempo y el jugador de fútbol no sabe hacer otra cosa que jugar al fútbol, porque empezó desde los 13 años a jugar. Te cuesta volver y es duro, encima ya te condiciona la edad también. Uno habla con los chicos y trata de expresarle las vivencias para que no les suceda a ellos, porque esto es todo muy rápido. Hoy estás allá y al año siguiente capaz que no.

¿Dónde te ves de acá a unos años?

Me veo acá, porque lo disfruto y estoy bien, estoy tranquilo. Me veo con algún proyecto a futuro en la parte deportiva que uno siempre tiene en la cabeza, me veo en la “Flora”. Disfruto muchísimo San Francisco, la gente me trata muy bien. Pero, los sanfrancisqueños somos complicados.

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“Uno escucha comentarios sobre personas que representan muy bien a la ciudad y molesta. Por ahí no tienen el reconocimiento o no se les da el valor que se les debería dar. Sobre todo en el fútbol que bastante difícil es trascender y no lo digo por mí”.

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