Joaquín Rodríguez controla como puede su ansiedad y no ve las horas de subirse a su bicicleta y participar del Desafío Termas del Flaco, una competencia de mountain bike que se correrá el sábado 23 de abril en la localidad chilena de San Fernando, en la que el sanfrancisqueño tiene previsto hacer nada menos que 78 kilómetros a través de la Cordillera. Pero la misión más importante para Joaquín no será un podio ni una medalla, sino la de poder demostrar que convivir con el virus del VIH no lo hace incapaz de hacer una vida igual a la de cualquier otra persona. “La vida te cambia, pero no se te termina”, resume Joaquín en la charla con El Periódico.

El sanfrancisqueño representa además a la Fundación Rosas, de la ciudad de Córdoba, que brinda información y apoyo a personas que, como él, viven con el virus del sida. Por estas horas, el joven de 29 años entrena duramente para estar en la carrera el sábado (si el tiempo lo permite, ya que podría postergarse) y además dejar en cada pedaleada un mensaje a todos los que han recibido el golpe emocional de un diagnostico positivo: que el VIH no les termina la vida, solo la modifica, y que con tratamiento médico y una vida saludable no hay meta que no puedan alcanzar.

Cambio total

Joaquín vivió en San Francisco hasta el 2011, donde tenía un taller mecánico en la calle Marconi, en el barrio Consolata. En 2011 tuvo la posibilidad de irse a trabajar a Córdoba para la empresa de camiones Scania, y desde entonces reside en la capital provincial.

En octubre de ese año se enteró que tenía el virus del VIH y hoy lo cuenta abiertamente porque, remarca, convivir con el virus no lo convierte en una persona enferma ni le impide hacer la vida que quiere.

“Tuve una relación con una persona, no me cuidé y me transmitió el VIH. En octubre de 2011 me dieron el diagnóstico positivo”, recuerda. Y no oculta que fue un momento muy duro: “Se te viene el mundo abajo, se te caen todos los proyectos y las expectativas que vos tenías. Ahí conocí a la Fundación Rosas”, agrega.

Pasado ese primer golpe, se propuso que iba a vivir bien, comprendió que el virus tenía un tratamiento y que podría hacer una vida sin problemas. “Yo prácticamente no tomo, no fumo, hago vida sana y entreno mucho, hago unos 200 kilómetros por semana. Pero por más que no lo hiciera, también estaría bien. Convivir con VIH no me hace incapaz de hacer lo que estoy haciendo. Podés hacer absolutamente todo lo que te propongas”, cuenta.

Campaña

Joaquín, que hoy trabaja como encargado de Logística de una concesionaria Scania en Córdoba, es la cara visible de la campaña #PedaleandoVivo que impulsa la Fundación Rosas para apoyarlo en la carrera en Chile. El objetivo es claro: ayudar a terminar con los prejuicios sobre el VIH y la discriminación de las personas que conviven con la infección. La idea es mostrar que son personas iguales a cualquier otra, con la diferencia que tienen que tomar dos pastillas por día.

“Mi campaña es para la gente como yo, está orientada a ellos, y que los demás vean cómo vivimos. Que nosotros también sentimos, reímos, lloramos, besamos, somos hijos, hermanos. Somos iguales, nada más que convivimos con un virus, como muchas otras personas pueden convivir con una discapacidad, por ejemplo”, explica.

El joven ciclista asegura que en San Francisco sigue habiendo un estigma muy grande hacia quienes conviven con el VIH. “El sida es la enfermedad, la fase terminal, pero la persona que se muere de sida es alguien que no tiene recursos o a la que llegamos demasiado tarde. Si el tratamiento lo empezás en el tiempo correcto, vivís toda la vida. Por eso la persona que convive con el VIH no es un enfermo, de la misma manera que otra persona que vive con diabetes o es tratado de hepatitis, y no se enferman”, subraya.

No es fácil contar abiertamente en una ciudad como San Francisco que uno es portador del virus del VIH. Joaquín lo sabe bien. “Es algo personal. Yo me hice visible porque tuve la oportunidad de hacerlo, porque tuve apoyo de mi familia, de mi novio, de la empresa donde trabajo y también de la fundación que represento. Lo hago porque nadie se hizo visible en San Francisco de esta forma, todos tienen miedo del prejuicio corrosivo, del dedo apuntador. Y creo que alguien tiene que hacerlo”, asegura.

Mensaje

Joaquín hace público su caso, además, para transmitir un mensaje de optimismo a otras personas que pueden estar pasando por la misma situación que vivió él años atrás cuando recibió el diagnóstico: “No se sobrevive, se vive. No sos una persona enferma. Sé que hay muchos chicos y chicas que se enteran del diagnóstico y se piensan que se van a morir de sida, y no es así”, remarca.

“Que sepan que no están solos, que hay gente que los puede ayudar, que van a estar bien, que van a conocer gente, que van a poder estar de novios y amar a otra persona con los cuidados que se necesitan”, concluye.

Joaquín vive con el VIH, pero su vida no tiene ninguna cuenta regresiva. Cuando empezó a pedalear allá por el 2011, hizo cinco cuadras, se cansó y se bajó. El sábado hará 80 kilómetros en la Cordillera. Lo deja bien en claro: cada sendero, cada curva de la carrera de su propia vida, será la que él se proponga.

COLABORAR

Para poder financiar los gastos de la carrera, la Fundación Rosas necesita ayuda. Quienes quieran patrocinarla, pueden comunicarse al correo fundacionrosas@gmail.com o bien consultar la página http://fundacionrosas.org.ar/pedaleandovivo/