En sus más de 40 años de labor, el pintor Luis Taverna se ha trasformado en un auténtico embajador cultural de la ciudad, exponiendo sus obras en las más variadas galerías de nuestro país y del exterior. Pero la pintura no es todo en la vida del artista. Los autos han formado parte importante de sus pasiones.

“Me gustan mucho los autos, el primero que tuve lo pude comprar cuando tenía 20 años, era un Fiat 1100 Millecento. Creo que fue en el año ’66. Tuve muchos autos pero los que más recuerdo fueron los primeros, uno les guarda un cariño especial”, sostuvo.

En su recuerdo mencionó con afecto al Valiant de la firma Chrysler. Primero tuvo un Valiant III Coronado y luego pudo comprar el IV, que años después se arrepentiría de vender y lo volvería a comprar a un amigo.  

“Los Valiant eran autos muy confortables. Incluso eran coches que para su época eran muy adelantados, era una muy buena máquina”, aseguró.

La pintura como pago

Taverna recordó también cómo algunas de sus obras se transformaron en moneda de pago a la hora de comprar un vehículo. 

“Hace un par de años realicé una muestra en la embajada de Canadá en Buenos Aires y por esas cosas nos hicimos amigos con el embajador y me ofreció venderme un auto, era un Toyota 2007. Le dije que no me alcanzaba, pero me lo quería vender, así que puse una diferencia vendiendo mi auto y además le entregué algunos cuadros míos como forma de pago”, expresó.

Autos deportivos

A Luis siempre le gustaron los autos deportivos, por estética, comodidad y velocidad. Al pintor le gustaba ir rápido en sus años mozos. “Ahora los reflejos son distintos y si bien el auto te brinda muchas satisfacciones no te das cuenta cuando vas a una velocidad media alta”, dijo con una sonrisa.

Hoy luego de mucho ahorrar tuvo la oportunidad de adquirir un Toyota Celica GT 2000 modelo 2007. “Cuando lo vi me enloquecí-reconoció-, me gustan los autos deportivos aunque no soy amante de las carreras o las competencias”.

“El Celica tiene muchas virtudes y comodidades. Pero en este momento lo tengo más como una reliquia, lo saco muy poco, debe tener unos 25 mil kilómetros nomás”, comentó.


Manejando de pequeño

Entre sus múltiples anécdotas con autos Luis recordó una de sus primeros años. Taverna es nacido en la localidad de La Francia y de pequeño ya conducía. “Aprendí a manejar a los 10 años. Mi abuelo era carpintero igual que mi padre, a veces hacían aberturas en los campos o llevaban muebles y teníamos un Rubi que lo habían hecho chata. Con esa chata, encaré unos chanchos creyendo que se iban a correr como los perros. No se corrieron, choqué a uno y tuve suerte de no matarme”, comentó al respecto de la travesura.